Carolina
Me dejo caer sobre el sofá de mi sala con un tarro de helado de menta que había sacado de mi nevera y nunca faltan porque soy prácticamente un adicta.
Introduzco la pequeña cuchara dentro del pequeño bote y la llevo a mi boca, degustando de su sabor como si estuviese saboreando pedazos de cielo, de hecho así se siente.
—Mmm —gimo volviendo a tomar otra cucharada.
Es sábado por la noche y estoy en mi estado habitual en un fin de semana aburrida sin nada interesante que hacer y ninguna amiga con quien salir a bailar. Tengo una prima a la cual considero también mi mejor amiga y de hecho, se podría decir que es la única con la que cuanto, pero claro, Ariella jamás dejaría de salir con el buenmozo, de su novio, además de sexy, encantador que la ama con locura para salir conmigo, la entiendo. Ese hombre será el futuro padre de sus hijos, así dice ella siempre.
En mi caso, no tengo ni un perro que me ladre, pero no todo es tan grave, pongámosle que cuento con un buen trabajo, en el cual gano un excelente sueldo y gracias a eso hace poco menos de cinco meses, pude cambiar el coche viejo que me regaló mi padre cuando empecé la universidad, hacía ya más de cinco años y que ya desde entonces tenía sus cuantos añitos. Era lo mejor que podía darme y lo agradecí porque utilizó casi todos sus ahorros para comprármelo y dármelo en mi cumpleaños número diecinueve. Así no siendo un coche de lujo me sacó de varios apuros, pero no importando cuánto cariño le tenía empezó a darme problemas serios, dejándome tirada y dando pena en más de una ocasión y no me quedó de otra que cambiar mi pobre escarabajo con el cariño que le tenía. Ahora poseo un Mustang que compré con mis ahorros. No es la gran cosa, pues lo compré usado, pero no deja de estar en excelentes conducciones.
Y para agregar, hace nueve meses y medio me he independizado de vivir en casa de mis padres y pude alquilar mi propio piso. No es enorme, tan grande que te pierdes en él ni está ubicado en una zona de ricos y millonarios, pero tampoco está tan mal, pues vivo bien cómoda y lo mejor de todo es que puedo gritar en las noches sin dañar el sueño de nadie. Bueno, tal vez el de algún vecino, pero hasta ahora nadie ha venido a quejarse al respecto. Así que estoy bien con eso. No vivo legalmente sola, tengo a Musa—mi hermosa gatita blanca que ahora está plácidamente acomodada a mi lado en el sofá—. Hubiese querido un perro pero para mi mala suerte, soy alérgica a esos animales y me tuve que conformar con la gata para sí tener un poco de compañía en casa, igual amo a mi siete vidas.
Cuando decidí mudarme mi madre buscó por todos los medios que me quedara en casa y bajo su protección. Es mamá gallina sin duda, pero yo comprendí que necesitaba mi propio espacio, además de que la casa sin papá me asfixiaba.
No puedo evitar llenarme de tristeza al recordarlo.
Mi padre, Lorenzo Lander, murió hace un año y un mes gracias a un paro al corazón. Estaba bien, no había dado ninguna muestra de que estaba sufriendo del corazón, seguía dando clases y feliz con poder formar futuros profesionales, era un amante empedernido de la enseñanza y aunque en ocasiones me levantaba en las noches y lo encontraba sumergido en una montaña de pruebas que debía corregir y yo, hasta me ofrecía a ayudarlo dándole un mano porque lo veía un poco cansado— y me dejaba— siempre estaba con una gran sonrisa y sintiéndose orgulloso de su profesión de maestro, así no ganara bien y sus alumnos lo pusieran de los nervios, hasta que un buen día yo me encontraba sumergida en la preparación de un nuevo comercial para la empresa en la cual trabajo y de pronto, sonó mi móvil, era mi madre anunciándome que el hombre que más amaba en el mundo había caído muerto. Así, sin más, y no hubo nada que hacer. Aún lo lloro, lo lloramos todas, mamá, Ashley y yo lo lloramos como a nadie. Aurora porque era el hombre de su vida y mi hermana y yo por el padre ejemplar que solía ser. Nunca nos falló a ninguna de las tres. Siempre su familia fue lo primero para él.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.