Iván
Te echo de menos, lucecita.
No dejes de recordar lo mucho que te quiero, nena. Te quiero más que a nadie.
Tomo aire, mirando la pantalla de mi celular.
Esos, son los dos mensajes de textos que le había enviado a Carolina hace aproximadamente media hora, de los cuales, curiosamente, no he recibido ninguna respuesta de su parte.
¿Estoy enojado? No, ansioso.
No me enoja que no me haya contestado, porque no quiero comportarme como un hombre celoso y controlador. No quiero agobiarla por más ganas que tenga de estar todo el tiempo cerca y sabiendo de ella a cada segundo del día. No. Carolina me dijo que iría al cementerio a visitar la tumba de su difunto padre y después iría a pasar unas lindas horas con su familia, y aunque yo la quisiera tener solo para mí la mayor parte de su tiempo, en vista de lo difícil que es para mí estar lejos y en consecuencia, no poder perderme en esos ojos azules, no besar esos labios deliciosos que no me canso de besar y cada vez que los besos son sensaciones y sensaciones extraordinarias que me hacen querer más... mucho más, y tener ese cuerpecito pequeño y delicado entre mis brazos, no tengo otro remedio que entender que Carolina tiene su propia vida y tengo que respetar que la viva, ¿no?
Lo primero que Carolina me dejó claro hace unos días cuando empezamos nuestra relación, es que el hecho de estar juntos como pareja y querernos como nos queremos no nos hace a ninguno dueño de la vida y las decisiones del otro, estoy cien por ciento de acuerdo. Es por ello que aunque sí, no voy a mentir, me muero de celos sabiéndola «amiguita» de Novak y que el tipo se le nota que aún se le cae la baba por mi chica debo respetar su derecho de ser amiga de quién sea y confiar en ella, ¿cierto?
Lo bueno del hecho es que hoy por hoy, si de algo estoy completamente seguro es que esa rubia hermosa me quiere solo a mí, y me extraña tal cual yo a ella cuando estamos lejos el uno del otro. Ese brillito en sus ojos cuando me ve, el anhelo, la pasión, el brío, el fervor y la necesidad con la cual me devuelve los besos que le doy cada vez que estamos juntos me confirman a diario cuán importante soy para ella. Luego están esas mejillas como amapolas, y ese temblor que nunca desaparece de su cuerpo cuando esta entre mis brazos, no me dejan dudas de que esa mujer es solo mía, que no tiene ojos para nadie más que no sea yo, y es algo que hace latir fuerte mi corazón, tan fuerte que duele.
Es solo mía y yo que nunca creí que algo así saliera de mis labios algún día, puedo decir que me considero solo suyo, es el único corazón que me interesa sea mío.
Mis segundos, minutos, horas... semanas con Carolina han sido estupendos, Pura magia. Han habido besos apasionados, inocentes, tiernos, sexuales... Besos que dicen más que miles de palabras. Caricias, abrazos, charlas tontas y no tan tontas... risas y unas que otras peleíllas tontas, ¿por qué no? Solo puedo decir que todo ha sido tan mágico que siento que, de una forma u otra, estamos tratando de recuperar todo el tiempo que perdimos lejos el uno del otro, más que nada, gracias a mis estúpidos miedos al amor.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.