Carolina.
No me puedo creer que hace horas atrás habíamos estado tan bien, mientras tanto, y gracias a los celos enfermizos de Iván unas horas después estemos así, peleados. Suelto un suspiro, adolorida, hasta triste.
Ni siquiera parece justo.
La noche anterior nos besamos hasta que dolieron nuestros labios, susurrándonos palabras que solo nosotros podíamos entender a través de nuestros besos y los latidos acelerados de nuestros corazones. No faltaron las risas, los abrazos, los suspiros entrecortados. Las miradas dulces, las charlas estúpidas y los muchos «te quieros», viviendo nuestro momento juntos como si en ese instante el universo fuere solo nuestro y lo tuviéramos en la palma de nuestras manos, sabiendo que lo que alguna vez creímos imposible se había hecho posible. Que después de tanto extrañarnos finalmente estábamos juntos. Estar así se sintió hermoso, nos besamos tantas veces como nos fue posible, como si buscáramos compensar todos los besos que nos debemos de hace mucho tiempo.
Fuimos él y yo por horas y horas, tantas que perdimos la noción del tiempo y cuando nos percatamos de la hora que era eran las tres de la madrugada, en ese momento fue que pudimos despedirnos.
—Te veré en unas horas, Lucecita. Pero te extrañaré como si fueran mil años sin ti.
—Yo también. Ahora vete y maneja con cuidado. Te quiero.
—Te quiero —y con eso se despidió de mí, yo me fui a dormir las pocas horas que quedaron para que durmiera y mejor noche no pude tener.
No quiero estar peleada con Iván y menos por unos celos que son estúpidos. Lo quiero a él y si lo tengo no me interesa ningún otro hombre. Ojalá lo entendiera. Por otro lado si quiero una relación con él, antes que nada la quiero basada en el respeto, entendiendo que ni yo soy dueña de su vida ni él de la mía.
Suelto varias inspiraciones profundas ante la puerta de la oficina de León Novak. Estoy ahí después de haber tomado unas horas para calmarme luego de la acalorada discusión con Iván porque siento que necesito hablar con él. No porque le debiera una explicación; soy libre de elegir con quien quiero estar y fui sincera con él al terminar nuestra relación porque mi corazón le pertenecía a otro hombre, aunque me imagino el shock que fue para él saber que se trataba de uno de los jefes. Creo que lo que más deseo es aclararle que no dejaré de ser su amiga por más que el celoso de Iván se oponga.
Entro a la oficina de León cuando al otro lado escuché un adelante, empujo la puerta hacia adentro y lo encuentro detrás de su escritorio con la vista fija en el computador tecleando algo, pero al verme se detiene clavando su vista en mí por lo que me parece una eternidad.
No dice nada, yo soy la que moviéndome con pasos sigilosos y cautelosos me acerco más a donde está.
—¿León, puedo hablar contigo? —inquiero.
Lo escucho soltar un hondo suspiro, fingiendo más tarde que mira su ordenador y no mi cara.
—No veo de que tengamos hablar, Carolina —me dice, su voz no suena realmente muy dura, pero tampoco particularmente dulce como acostumbra al tratarse de mí—. Tu nuevo novio me ha dejado muy claro que no debo acercarme a ti. No le tengo miedo de todos modos, pero soy de los que les gusta evitar los problemas y más si es con uno de los jefes.
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Tú, Eternamente tú© ✓✓
RomanceLIBRO 3 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» «Era tan bella que mirarla dolía. Y otras veces, su belleza la hacía lucir tan frágil». Iván Forter.