(10) Martín

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Cada vez estoy más seguro de que hay algo que le impide sonreír, algo que le impide mostrar lo que siente. Cuando me dijo "gracias" mi corazón sonrió, una sensación de felicidad me abrazó. Quise decirle algo más que "de nada" pero no se me ocurrió nada apropiado, así que decidí no complicarlo.

Llegué a mi casa y me preparé la comida. Mis padres tenían un horario que les mantenía ocupados durante toda la tarde y parte de la noche. Trabajaban lejos de casa y casi no podía pasar tiempo con ellos porque siempre estaban cansados. Para tratar de evitar la soledad he intentado estar siempre en el grupo de los populares, a pesar de no compartir ni sus gustos ni sus opiniones acerca de nada.

Mis compañeros de clase me conocen por lo que quiero que sepan de mí. Para ellos solo soy el típico chico al que le encanta el fútbol y el baloncesto, que mola por tener una opinión superficial de prácticamente todo y porque su conversación es poco profunda y básicamente trivial. Sé que todos aquellos a los que llamaba amigos son solo gente con la que estaba para no sentirme solo. Poco a poco me he ido dando cuenta de mi error, en realidad con ellos me sentía más solo aún, pero el ruido que hacían parecía acallar mis pensamientos. He aprendido a desconfiar y a no confiar a nadie mis secretos.

Cuando terminé de comer fui a mi habitación y me tumbé observando todas las estanterías llenas de los libros con los que tanto me había divertido y que tan feliz me habían hecho. Siempre he querido formar parte de esas historias, vivir una aventura tras otra, acompañado de mis más fieles amigos.

Mis historias favoritas siempre fueron las de fantasía y aventuras, nunca he apreciado mucho las realistas o las románticas de las que todos disfrutan. Siempre utilicé lis libros como vía de escape de la realidad y los dramas de mis amigos. Es extraño que me gustaran las historias de fantasía, pero no creyera en la posibilidad de que existiera la magia o, más bien, no quería creer en ella.

Allí, tumbado en mi cama, observando las estanterías que definían mi habitación me quedé dormido entre recuerdos de historias aún vivas en las palabras plasmadas de las páginas de todos aquellos libros.

Me desperté por culpa de una pesadilla. Soñé que mi casa estaba en llamas y que mis padres estaban dentro, era de noche y estaban durmiendo. De repente oí el grito ahogado de mi madre tratando de despertar a mi padre que por culpa del humo había perdido la consciencia. El fuego se extendía rápido y yo no sabía que hacer. El humo, el calor y el miedo no me dejaban pensar. Entonces vi a mis padres desaparecer entre las llamas y me desperté. Al despertar noté que el colchón estaba frío, me levanté para verlo desde fuera y vi que había escarcha cubriéndolo, me froté los ojos, había desaparecido, toqué el colchón y no estaba húmedo, pero estaba seguro que la sensación de frío había sido real.

Lucha entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora