(34) Leonor

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Antes de cenar decidí seguir investigando por fuera. La sensación de que alguien o algo me seguía no había cesado, pero al salir de mi habitación siendo invisible dejé de notar su continua compañía.

Cuando llegué al valle me encontré con algunas criaturas que practicaban magia de luz, no me inspiraban confianza, al igual que todo lo que me rodeaba. En ese grupo se encontraban todos los seres que había visto horas antes más otros desconocidos para mí, sin embargo aquella chica ya no les acompañaba, sospechaba que sería ella que me seguía.

Los extraños sonidos que expulsaban esas cosas empezaban a ser comprensibles. No logré descifrarlo todo, pero mi oído se agudizaba y comenzaba a entenderlos. Al principio solo identificaba palabras sueltas, poco a poco pude seguir la conversación.

— El momento ha llegado —dijo uno de ellos.

— Pero Sita, no sabemos hasta que punto ella es poderosa —dijo otro de esos seres refiriéndose al primero, su voz era más aguda—. Incluso ellos que la están estudiando no saben nada, puede ser un peligro.

— Kawy, ella no es el único riesgo, el chico que la acompaña también es peligroso —dijo un tercer participante—, muestran muchas similitudes.

— Lo sé —dijo Sita—, pero cuanto más tiempo esperemos más fuertes serán. Debemos aprovechar que no nos esperan para atacar, así nos resultará más sencillo.

No comprendía por qué razón les entendía, pero ahora sabía que debía estar preparada. Tendría que luchar, el problema era que no quería ayudar no a unos ni a otros, ninguno me transmitía seguridad. Empecé a sentir que alguien más estaba allí, conmigo. La sensación me resultaba familiar, era Ian, pero no podía apartar mi atención de la conversación.

— Nuestro único obstáculo son ellos, debemos matarlos —una sonrisa maligna se dibujó en la extraña cara de Sura, el tercer de los participantes de esa conversación—. No permitiremos que se hagan con el poder absoluto antes que nosotros —dijo con la ira más pura presente en su mirada—. Morirán.

Mis impulsos me pedían reaccionar y abalanzarme sobre ellos, pero me controlé. Algo me resultaba familiar, mis recuerdos perdidos afloraban y algo me impedía pensar con claridad.

— Sura, controla tus impulsos o no podrás participar en la batalla —dijo Sita—. Yo también quiero disfrutar de su dolor, pero tendremos que ser precavidos y silenciosos si queremos que el plan salga bien.

— ¿Tais la sigue observando? — preguntó intrigada Kawy.

— Sí, la sigue desde el medio día, pero volverá dentro de poco —dice Sita irritado—. Nadie descansará hasta que haya conseguido a los dos jefes, haré que nos supliquen clemencia. Su hijo será el primero en caer, hemos de conseguir que entrenen cólera y esa será la única manera.

— ¿Puedo quedarme con sus cabezas como trofeos? —preguntó Sura, aquellas palabras me resultaron repugnantes.

— No, por tres razones. La primera es que los necesitamos con vida, la segunda es que me repugna el olor a muerto y la tercera es que te mataré si lo intentas —ante las palabras de Sita vi cómo Sura se estremecía.

En ese momento me di cuenta de lo tarde que se había hecho. La hora de la cena ya había pasado y hacía rato que no notaba la presencia de Ian. Me fui rápidamente a mi habitación, debía trazar un plan. Al cruzar la puerta y deshacer los dos hechizos me di cuenta de que Martín me estaba observando, sentado en mi cama. No sabría describir su expresión, era una mezcla de varios sentimientos.

— Te mataría si no fuera porque te debo la vida —dijo Martín—. ¿Dónde estabas? Que tú seas inmortal no significa que yo lo sea, llegas a tardar más y...

Lucha entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora