Las voces se difuminaban, saludos, rumores, preguntas... no escuchaba qué decían, mi mente estaba revuelta. Mis pensamientos se enredaban como la lana de un ovillo viejo, se amontonaban y mezclaban mientras yo trataba de ponerles orden. Buscaba soluciones en un mar de problemas y preguntas sin respuestas. La impotencia se apoderaba de mí. Sentía que había perdido antes de empezar.
Me dirigía al tejado dónde hacía apenas una hora había estado compartiendo risas con Ian. Mis pies iban solos, inconscientemente, como si no los controlase. Solo cuando una suave brisa acarició mi piel todo cesó. El ruido, la marea de pensamientos, la sensación de impotencia... todo cesó.
Por fin podía volver a escuchar mis pensamientos uno por uno.
Seguía preocupada, demasiadas vidas perdidas, ¿debía aceptarlo sin más...? ¿Cómo? Después de tanto tiempo evitando muertes, después de tanto... tanto esforzarme y ahora ¿debía arriesgar tanto... a tantos?
Lo sé, eran enemigos, hicieron mucho daño y más daño harían si no hacíamos nada, pero... son personas y... todos merecen una segunda oportunidad... ¿no? O por lo menos casi todos. Muchos ni siquiera habían tenido la oportunidad de elegir, ¿acaso ellos no la merecían?
¿Por qué? ¿Por qué tanto odio? ¿Cuánto merece la pena arriesgar por... qué? ¿Por poder? ¿Por riqueza? ¿Por venganza? ¿Por qué?
Sabía que era la única opción, provocar la guerra... provocar... muertes para salvar vidas, pero haría todo lo que estuviera en mi mano para evitar tantas como pudiera. Todo, aunque tuviera que dar la mía.
Bajé a ayudar a hacer la cena, seguía descompuesta, preocupada, pero el mundo nunca se para, jamás lo hace y yo tampoco podía. Todo por pequeño que fuera contaba, incluso aquella cena.
— Hola —dijo la curiosa voz de Nimia—, ¿cómo estás? Te vi muy preocupada antes.
— No te preocupes, no pasa nada —no quería preocupar a nadie innecesariamente.
— Sé que lo de provocar la guerra no suena muy bien —dijo en tono bajo para que no nos oyeran los demás—, pero...
— Es la única opción —completé—, lo sé.
Dicho esto, pareció que Nimia se quedaba más tranquila y se limitó a ayudarme a cocinar. La gente me sonreía y saludaba continuamente. Mucho les debían haber hablado de mí y muy bien. Parecían admirarme, se sentía extraño, como si no fuera yo a la que miraran.
La mano de Tais sobre mi hombro me sacó de mis pensamientos. Ninguno de mis tres amigos quiso hablar del tema que sabían que tanto me atormentaba, lo agradecí.
Nos sentamos en la mesa central invitados por Jannik y accedimos. En ella se encontraban Sael y Noah, la primera acompañada por una chica que se llamaba Inawa y el segundo por un chico llamado Antoni. Ese día descubrimos que Noah, hechicero y Sael, camaleón estaban tan unidos porque se habían criado juntos y su relación era de hermanos, porque para ellos era lo que eran, convivían desde siempre y simplemente no podían verse de otra forma. Por eso, además, trabajaban tan bien juntos.
Estuve observando el comedor, no quedaba nada de la fiesta de anoche, a pesar de que un acto así en semejante situación puede parecer inadecuado, porque así lo creí yo también, he de decir que la organización y la seguridad nunca flaqueó. No duró más de un par de horas, la vigilancia se duplicó y absolutamente todo estaba controlado al milímetro. La organización que tenían era asombrosa y sabía que jugaría un papel importante a nuestro favor en el futuro, además todos los que allí se encontraban estaban entrenados para la causa, de forma voluntaria y totalmente libres para elegir. Si habían aguantado hasta entonces nada les haría flaquear, otro punto a favor.
ESTÁS LEYENDO
Lucha entre las Sombras
FantasyLa oscuridad acecha en todas partes. A veces nos consume y nos transforma en unos extraños, robándonos nuestros recuerdos. A Leonor la oscuridad le robó su pasado y ahora tendrá que recomponer las piezas esparcidas de la memoria. Mientras tanto libr...