(29) Ian

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La misión había sido ejecutada con éxito oficialmente, pero en realidad resultó un estrepitoso fracaso. Me habían engañado y yo ni tan siquiera lo había visto venir. Me resultaba vergonzoso. Leonor había conseguido engañarme y yo ni lo sospechaba. De todas formas no me iba a dejar vencer tan fácilmente, no dejaría que viera mi decepción. Sin embargo me transmitía curiosidad, tenía ganas de saber quién y cómo era de verdad.

Martín era inteligente y al principio inseguro, pero cuando me presenté en persona se volvió arisco y se puso a la defensiva, como si tratara de defender a Leonor aún sabiendo que ella no le necesitaba. Su relación me parecía muy especial, pero no la entendía. Es difícil tratar de entender algo que nunca has vivido o sentido. No sabía lo que era el amor de un amigo o de tu familia, pero tanto Leonor como Martín lo sabían y parecían disfrutar de ello.

Cuando Leonor y yo nos enfrentamos y me ganó, lo único que sentí fue impotencia y rabia. No soporto que me ganen y Leonor lo había conseguido fácilmente. No sabía de dónde había salido esa chica, pero nada de lo que me hacía sentir era normal. Quería vencerla, derrotarla, dejarla en evidencia, pero a al vez quería ayudarla con su plan, quería saber más cosas sobre ella, sobre su pasado. Todo me resultaba contradictorio.

En el momento en el que Martín me había comparado con Leonor diciendo yo no era más que una marioneta, me ofendió. Aquellas palabras habían conseguido enfadarme, porque sabía que era ciderto, pero necesitaba demostrar que era más fuerte que eso. Al enseñarles dónde iban a vivir y qué habitaciones ocuparían pude notar su creciente desconfianza hacia todo lo que les rodeaba. Para mí aquel siempre había sido mi hogar, nunca había conocido otro.

Cuando Leonor dijo que no la molestáramos porque iba a descansar, no la creí. Sabía que si la descubrían husmeando por ahí las consecuencias serían muy duras, pero decidí no intervenir. En ese momento aún no estaba seguro de lo que quería hacer, solo sabía que no la estorbaría en su misión, pero tampoco la ayudaría.

Después de escuchar la amenaza de Martín me fui a mi habitación. Sentía que algo no cuadraba en esa historia. No se tenían datos de la existencia de una chica de mi edad llamada Leonor que pudiese controlar la magia, sin embargo de Martín sí se tenían datos. Era casi imposible que siendo poseedor de magia no se supiera de esa persona, nunca se había dado un caso similar. Mis dudas aumentaban cada vez que pensaba en ello. Todo se distorsionaba. "¿Quién es ella?", me preguntaba constantemente.

No podía permitir que mi mente se nublara, necesitaba centrarme, algo grande se acercaba y debía estar preparado para ello. Salí de mi habitación y me fui a entrenar. Fui a la sala de fuego para entrenar ataques defensivos y ofensivos de agua. Debería practicar otro tipo de hechizo, pero el agua es mi fuerte y era el elemento con el que mejor me concentraba, lo que necesitaba en realidad en ese momento era no pensar.

Llegó la noche cubriéndonos con su manto de estrellas. Me fui a mi habitación y allí me encontré con una sorpresa. Martín me estaba esperando.

— Os dije que podíais llamarme si queríais algo, pero no que podías invadir mi privacidad —dije molesto.

— Me da igual lo que digas, he venido a hablar contigo —respondió Martín amenazante.

— Tranquilo, no le haré daño a Leonor, no me acercaré a ella. No la heriré —dije tratando de que se fuera de mi habitación— ¿Era eso lo que querías?

— No, Leonor no necesita que nadie la proteja, mucho menos tú o yo. Solo quería advertirte de que no debes jugar con ella por varias razones, y una de ellas es que saldrás mal parado si lo intentas —dijo advirtiéndome del poder que tenía Leonor—. No te conviene infravalorarla —se levantó y fue hacia la puerta, pero se paró antes de cruzarla—. Una cosa más, si veo que tienes alguna intención de engañarla no te librarás de mí nunca.

Por unos minutos estuve pensando en las palabras de Martín, cada vez sentía más curiosidad hacia esa chica. No entendía el porqué de mi interés. Poco a poco el cansancio se fue apoderando de mí y me quedé profundamente dormido.

Nunca había sabido lo que era soñar, pero esa noche tuve un sueño donde aparecía ella. Estábamos peleando, pero yo no quería seguir luchando así que paramos. Estábamos en la cumbre de una montaña, nos sentamos en el borde de un precipicio. Leonor observaba el horizonte y yo no podía parar de mirarla, necesitaba saber qué ocultaba. Sabía que arrastraba más dolor del que me podría imaginar, pero no pude adivinar qué o quién lo provocaba.

Al día siguiente me desperté y fui a levantar a Leonor y a Martín, no me apetecía ver a Leonor después de haber tenido ese sueño, así que antes desperté a Martín que estaba profundamente dormido.

— Levanta —le dije mostrando desprecio hacia él.

— Me podrías haber despertado de otra forma y con otro tono, ¿no te parece? O con un simple despertador, es más agradable que tú—dijo molesto Martín.

— Sí, pero si no no te podría haber molestado, esa es la gracia — su expresión de odio se hizo presente.

Me fui a la habitación de Leonor y llamé a la puerta. Al abrirla me encontré con Leonor mirando por una de las ventanas creada con una variante de la magia de invisibilidad.

— Un hechizo de invisibilidad. Me gusta, es original— dijo sin dejar de apartar la mirada del horizonte.

—¿Tú nunca duermes? —pregunté intentando sorprenderla.

— ¿A dónde tenemos que ir? —preguntó ignorándome.

— ¿Siempre evitas así todas las preguntas que te hacen? —traté de hacerla reaccionar.

— ¿En serio no te imaginas por qué puede ser? —el tono de voz que había usado indicaba decepción— Pensaba que eras más listo. ¿Ahora me vas a decir a dónde tenemos que ir?

Le hice una señal para que me siguiera, salimos de su habitación y pasamos por la de Martín para que nos acompañara. Me siguieron hasta el comedor y desayunamos, era una comedor bastante grande porque allí coincidía mucha gente a la vez así que tenía que ser espacioso. Después les enseñé las salas de entrenamiento y las clases que tomarían, todas ella serían individuales para poder avanzar más rápido y obtener unos resultados mejores. Serían clases intensivas y duras para alguien normal, pero ellos no lo eran.

Había algo en ellos que me animaba a conocerlos, pero a la vez algo me lo impedía. Siempre he sido obediente, he sido el ejemplo para todos, pero nunca he vivido mi propia aventura o he descubierto algo por mí mismo. Necesitaba aprender que no necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer para hacer lo correcto.

Lucha entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora