(26) Leonor

15 1 2
                                    

El plan salió según lo previsto, no hubo complicaciones y obtuvimos la información que buscábamos. Sabía que me lo revelaría a mí primero porque era yo la que más conocimientos de magia tenía. Sabía que Martín había adivinado la razón por la que le había pedido que me evitara, quería seguir jugando con Ian.

Tenía muchas ganas de ver qué cara pondría cuando le dijese que sabíamos todo sobre su plan y que éramos nosotros los que los íbamos un paso por delante. Sabiendo que su forma de actuar era semejante a la mía, la probabilidad de que su reacción fuera exagerada era nula, el simple hecho de que reaccionara por poco que fuese era más que improbable, pero sería divertido de igual forma.

Llegó el día en el que Ian me contaría la verdad. Al salir de clase Martín y yo ni siquiera nos despedimos, me fui rápidamente al orfanato. Allí me esperaba Lili que quería enseñarme a hacer la voltereta lateral para que yo le enseñara a saltar muy alto. Pensé que sería buena idea, me podría ayudar para hacerme más ágil. Me enseñó lo mejor que supo y un rato después ya sabía cómo hacerlo, he de admitir que tuve una buena maestra.

Después de eso ella quiso que le enseñara a saltar, pero vino Melisa y dijo que ese día tenía revisión con el pediatra así que no le pude devolver el favor. Practiqué un poco más la voltereta hasta que fui capaz de hacerlo automáticamente, incluso con una sola mano. Me quedé sola, sentada bajo la sombra del gran árbol del jardín, oí unos pasos y me puse en pie.

— Hola Ian —dije sin mirarle.

En ese momento se paró sin que su expresión cambiara, pero yo sabía que le había sorprendido. Entonces fui yo la que me acerqué a él.

— Hola Leonor, ya veo que me conoces —dijo igual de inexpresivo que yo.

— Es difícil no conocer a alguien que te sigue durante dos días.

Pude notar cómo aparentaba no estar afectado por haber sido descubierto, exactamente la misma reacción que habría tenido yo. La única diferencia era que a mí nunca me habría pillado desprevenida y mucho menos descubierto.

— Como ya me conoces no hará falta que me presente —dijo mostrándose indiferente—. Tú y Martín tenéis que venir conmigo.

— ¿Por qué?

— Porque tengo órdenes de ello —dijo brevemente.

— ¿Quién te manda? ¿Qué queréis?

— Ven conmigo y lo descubrirás.

En ese momento llegué a pensar que no era tan listo como me imaginaba.

— ¿En serio crees que me voy a ir contigo tan fácilmente? —pregunté con mi particular inexpresividad.

— No, pero si no vendrás a la fuerza. Tú eliges, por las buenas o por las malas

— ¿Cómo sé que sois de fiar? —volví a preguntar ignorando su respuesta.

— No lo puedes saber, te conviene no oponer resistencia.

— ¿Por qué sino traerás refuerzos?

— Porque si tú y tu amigo queréis seguir ilesos es lo mejor que podréis hacer.

— ¿Por qué? ¿Porque no parece que tengamos mucho conocimiento sobre magia? —dije citando textualmente lo que le había dicho a la mujer.

Antes de que pudiera contestar vi a Martín asomarse por detrás de Ian, le saludé con la mano y él me devolvió el saludo.

— Hola Leonor, ¿qué tal vas? —dijo Martín consciente de lo que pasaba.

— Ian estaba a punto de contestarme a una pregunta —dije sin mostrar ningún cambio en mi voz.

— ¿Acaso pensáis que podéis hacer algo contra mí? —preguntó desafiante.

— Sí, mucho más de lo que crees —dije mientras Martín se ponía a mi lado.

— Yo os aconsejaría que no opusierais resistencia, por vuestro propio bien.

Cuando le oía hablar me oía a mí misma. Sonaba igual de insufrible que yo, pero a mí eso no me afectaba. Estuve a punto de sonreír, pero Ian no se merecía mi sonrisa.

— ¿Sabes? Nunca hago mucho caso de lo que me dicen —dije mientras encendía una pequeña llama en mi dedo índice.

Se colocó en posición de ataque y Martín se quedó a mi lado, le dije que solo actuara si era estrictamente necesario.

— Lo sé, por eso he creado una cúpula de invisibilidad que... —dijo Ian.

— Sé lo que es una cúpula de invisibilidad, no soy tonta.

Ese hechizo servía para que nadie pudiera vernos. Él estaba delante de mí, a punto de lanzarme un hechizo y yo solo jugaba distraída con la pequeña llama que tenía en la yema de mi dedo. Se movió, sus brazos estaban estirados en mi dirección, entonces me lanzó un gran y potente hechizo de agua.

— Pequeño iluso —dije lo suficientemente fuerte para que Ian me pudiese oír.

Me defendí con una enorme llama de fuego que evaporó el agua que había creado, me tocaba a mí contraatacar. Hice que una nube de polvo le cegase y me acerqué para asestarle un fuerte golpe, pero desvió la nube sin problema.

Estábamos a menos de dos metros de distancia pude oír su respiración. Quise demostrarle que sabía hacer hechizos combinados, así que lo hice. Combiné un hechizo de fuego y otro de invisibilidad, lo hice para que Ian no se pudiera proteger de él, lo lancé e Ian empezó a sentirlo, el calor que emanaba mi hechizo le impedía reaccionar. Martín creó una pared de hielo que nos separaba a Ian y a mí, en realidad el hechizo no había tocado a Ian, pero no hace falta que el fuego te toque para que te queme. Paré el hechizo y me acerqué a Ian, estaba temblando, era normal nadie resistiría esa temperatura por muy fuerte que sea.

— Siéntate —le ordené, sabía que yo no seguiría atacándole y tratar de aguantar en pie sería una estupidez.

— Te has pasado con ese último hechizo —dijo Martín enfadado.

— Lo sé —dije sin mostrar arrepentimiento—. Lo siento "hermano mayor" —dije esto último en un tono burlesco.

— Solo intento que no te conviertas en una súper villana, aunque sé que no podrías serlo ni queriendo —su voz pasó a hablarme con dulzura—. Llevas toda tu vida protegiendo a la gente sin pedir nada a cambio, no está en tu naturaleza herir.

Tuve ganas de abrazarle, para mí era mi hermano, ni mayor ni menor, solo mi hermano, sabía que siempre podría contar con él. Aunque no era el momento de ponerse tiernos. Me hizo entrar en razón y decidí apiadarme de Ian.

— ¿Estás bien Ian? —pregunté intentando mantenerme distante.

— ¿Cómo has...? —preguntó confuso.

— Nunca la subestimes, te lo digo por experiencia —dijo Martín antes de que yo pudiera responder—. ¿Tienes alguna quemadura?

— Nada grave — respondió Ian.

Martín se giró hacia mí y me miró incrédulo. Pensaba que me había dejado llevar y que el hechizo que le había lanzado podría haber sido mortal, pero yo nunca cometo un error tan grave.

— El fuego que usé era básicamente calor, aunque le hubiera tocado no le habría provocado ninguna herida grave. Cuando ese tipo de fuego te toca sientes que te está quemando, pero en realidad no lo hace —dije mirando a Ian.

— ¿Cómo sabes tanto de magia si no tienes mentor ni nada dónde apoyarte? —preguntó Ian mientras se recuperaba.

— La respuesta a esa pregunta tiene dos partes, pero no incumbe —dije tajante.

Esperamos unos minutos a que se recuperase. Aquel chico me había llamado la atención, sentía curiosidad por saber más sobre cómo era y sobre su historia, aunque sabía que su presencia no era buena señal. Estábamos a punto de involucrarnos en algo muy grande y aún no lo sabíamos.

Lucha entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora