Leonor yacía en mis brazos, algo me desgarraba el pecho de una manera que nunca antes había experimentado. Unas lágrimas tímidas acariciaron mis mejillas. Martín estaba enfrente de mí exigiendo que alguien la ayudase, pero nadie se movía. La llevamos hasta su habitación lo más rápida y delicadamente que pudimos. Cuando Leonor descansaba tranquilamente en su cama Martín empezó a relajarse. Me preocupaba que su sobreesfuerzo la hubiese dañado tanto que no volviera a despertar, pero sabía que era fuerte y que no se rendiría ante el dolor. Daba vueltas por la habitación mientras Martín permanecía sentado al lado de Leonor.
— Ha consumido mucha energía muy rápido y su cuerpo no está acostumbrado —dijo tranquilamente.
— ¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?! —pregunté casi gritando mientras aceleraba mi paso.
— ¿Crees que ayudarás a Leonor si estás nervioso? —preguntó levantándose— ¿Crees que ella querrá verte preocupado cuando despierte o prefiere que le sonrías y sentir que sus esfuerzos no han sido en vano? Deberías ser tú y no yo quién estuviera sentado a su lado dándole ánimos y fuerzas para que abra los ojos —hizo una pequeña pausa y bajó el tono de voz—. Sé que es duro, yo también la quiero mucho, pero con ella aprendí que hay que tener paciencia y no intentar acelerar las cosas, porque si no las consecuencias serán peores. Ven aquí y siéntate a su lado, le gustará verte cuando se despierte.
— Lo siento es solo que... —dije al sentarme al lado de Leonor.
— Sientes que no has hecho suficiente, sientes que esto es tu culpa —asentí—. Yo me siento de la misma forma, pero al igual que tú usé todas mis fuerzas para ayudarla y ahora haré lo mismo —hizo una breve pausa—. Ella te necesita.
— Nos necesita —le corregí—. Por mucho que me quiera, ella te necesita, incluso más que a mí. Tú fuiste el único amigo que tuvo, eres lo único familiar que conserva- miré a Leonor y luego volví mi vista a Martín—. Os necesitáis como dos gemelos.
Ambos necesitábamos a Leonor, más de lo que ella nos necesitaba a nosotros. Teníamos a ella en común, eso fue lo que hizo que dejáramos nuestras rivalidades a un lado. Poco a poco aprendimos que al final no éramos tan distintos como pensábamos.
— ¿Sabes por qué soy tan hostil contigo? —me preguntó Martín, yo negué— Quería apartarte de ella porque no quería que le hicieses daño, o eso creía. En realidad era porque no quería que se apartara de mí.
— Me gustaría saber cómo os conocisteis —dije sin mostrar exigencia en mi voz—. ¿Por qué sois tan inseparables?
Me contó cómo hablaron por primera vez, todos los días que pasaron juntos, cómo ella había descubierto que Martín era un hechicero y cómo le enseñó a usar la magia. Incluso me contó cómo una niña de no más de cinco años le había amenazado y cómo me habían descubierto. Hablar hizo que nuestras diferencias desaparecieran.
— Antes me preocupaba por cosas sin importancia, pero ahora... ahora nada es igual que antes, todo ha cambiado, para bien y para mal —dijo Martín.
— Es una historia preciosa, vuestra unión me envidia —dije sonriendo sin malicia.
— Sí, es muy importante para los dos —pareció aliviado—. De todas formas no tienes por qué envidiarnos. Se nota que Leonor corresponde a tu amor.
Me sonrojé inevitablemente, sentía mis mejillas calientes. ¿Amor? Qué raro suena en voz alta. No me lo había planteado de esa manera, no conscientemente. Era extrañamente dulce.
— ¿Mi amor...? —dije en voz alta sin querer.
— Venga ya. ¿No me digas que lo dudas? Se te nota en los ojos y ella está muy interesada en ti. Aunque hayas estado con Leonor poco tiempo ella te conoce mejor de lo que te imaginas, a mí ya me conocía mucho antes de que yo supiera de su existencia. Consigue mucha información a través de pequeños detalles, es mucho más inteligente y bondadosa de lo que puedas imaginar, por eso si intentas hacerle daño te mataré.
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Lucha entre las Sombras
FantasyLa oscuridad acecha en todas partes. A veces nos consume y nos transforma en unos extraños, robándonos nuestros recuerdos. A Leonor la oscuridad le robó su pasado y ahora tendrá que recomponer las piezas esparcidas de la memoria. Mientras tanto libr...