(62) Ian

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El discurso de Leonor nos inspiró, nos dio fuerzas para seguir. Lucharíamos porque todos pudiéramos ser libres, fuéramos humanos, camaleones, hechiceros e incluso híbridos. Aunque los primeros no tuvieran ni idea de que lucharíamos por ellos, por no saber no sabían ni de nuestra existencia y casi era mejor así.

Nada más Leonor bajó del escenario fui a su busca. Cuando llegué estaba hablando con Jannik.

— Felicidades por el discurso —dijo él—, parece que estás acostumbrada a darlos.

— Gracias, cuando crees en algo no es difícil transmitirlo.

— Sí, desde luego, te entiendo perfectamente —Jannik vio que me acercaba—. Puedes contar conmigo siempre que lo necesites, estoy a tu disposición —dijo agarrándola de la mano.

Me acerqué y la rodeé con un brazo. Ella soltó su mano rápidamente y me miró agradecida. Parecía incomodada, cualquiera se daría cuenta.

— Lo tendré en cuenta, no te preocupes.

— Felicidades por el discurso, fue muy emotivo —dije y acto seguido le di un rápido beso.

Pude notar el odio de Jannik y el asco que me dirigía. Quería que entendiera de una vez por todas que Leonor me había elegido y nos queríamos. Sentía que él la molestaba y no dejaría que le hiciera sentir así.

— Muchas gracias —dijo ella sonriendo—, lo hice lo mejor que pude.

— Yo no lo hubiera hecho mejor —dije sinceramente—. Por cierto tu discurso también estuvo genial —le dije a Jannik tratando de ser amable y dejar la hostilidad mutua a un lado.

— Gracias, solo dije la verdad.

Notaba como si en lo que había dicho a mí me considerara parte de los que les hirieron y utilizaron. No quise insistir más, no era yo el que debía cambiar, eso lo tenía claro, yo ya había aprendido, aunque aún me quedaba camino por recorrer y lo sabía. Entendía su rencor, pero no su afán de aferrarse a él, como si se sintiera orgulloso de repudiarnos. De todas formas esa era una batalla que debería luchar solo.

— ¿Vamos con los chicos? —preguntó Leonor, a lo que yo asentí— Un placer Jannik, nos vemos en otra.

— Qué orgulloso estoy de ti, gracias por incluirnos a Tais y a mí. Espero que les haga reflexionar —dije una vez nos hubimos alejado.

— Ya, yo también lo espero —hizo una breve pausa tratando de mostrarse seria—. Cuanto antes te digo que no lo pregones... —dijo tratando de aparentar que estaba molesta.

— Si quieres dejo que Jannik te tome de la mano durante media hora mirándote con esos ojos de corderillo —ambos reímos de mi ridícula escenificación—. Solo te besé porque parecías incómoda y porque si no en cualquier momento lo haría él.

— Ya, la verdad es que poco le faltó.

— Lo cierto es que no le puedo culpar, es imposible resistirse.

— Serás empalagoso —dijo ella riendo—. Bueno, creo que ahora solo falta que se entere Martín.

— Sí, deberías decírselo tú, al fin y al cabo sois como hermanos.

Ella me dio a razón. Nos acercamos a Martín y Tais que estaban acompañados por la sonriente Nimia. No conocía su historia, pero me parecía increíble que aún conservara la alegría intacta, se merecía mi respeto solo por eso.

— Hola chicos —dijo ella—, bueno, yo ya me voy que tengo que preparar algunas cosas. Nos vemos —nos despedimos de ella.

— Martín tengo que contarte algo —empezó Leonor.

Lucha entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora