(40) Leonor

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Me desperté por el frío de la mañana, me había transformado en humana mientras dormía, así que me volví a convertir en una loba. Estaba amaneciendo, decidí investigar la zona. Todo parecía estar en calma, pero un lobo negro captó mi atención. Lo seguí, estaba siguiendo un rastro, entonces los olí. Martín e Ian estaba cerca y ese lobo los buscaba, tenía hambre.

Avanzaba a unos metros de él cuando vi a Ian y a Martín paralizados ante la aparición de aquel lobo. Iba a abalanzarse sobre ellos, pero yo no permitiría que eso sucediera. Intercedí, mis sentidos se habían agudizado, podía olerlo y oírlo absolutamente todo. Mis amigos estaban asustados y eso era lo que había hecho que el lobo los eligiera como sus presas. Luché intentando bloquear al lobo, pensé en hechizos que podría usar para ganarle, pero tenía que emplear todas mis fuerzas en la batalla cuerpo a cuerpo. Nos mordíamos y gruñíamos, no me resultaba agradable, aunque gracias a la gruesa piel de los lobos las heridas solo resultaron superficiales.

Martín e Ian no supieron qué hacer hasta que se les ocurrió un hechizo que no nos dañaría, pero sí que le daría un escarmiento al otro lobo. Primero Ian lanzó un chorro de agua para llamar nuestra atención, después hicieron arder pequeñas ramas para hacerlas levitar a nuestro alrededor provocando un miedo instintivo en el lobo que me atacaba. Asustado por el fuego se fue, se alejó rápidamente.

Me giré con la intención de agradecerles su ayuda, pero de mí solo salió un gruñido. Estaban preocupados, no sabían qué debían hacer.

— ¿Leonor? —preguntó Martín.

Intenté decir que sí, pero solo aullé. Ian se acercó lentamente a mí y yo a él. Cuando estuvimos separados por menos de medio metro él se paró, pero yo no. Me acerqué a su pierna acariciándole con un suave movimiento de cabeza. Martín vino rápidamente a mi lado y se arrodilló para acariciarme en la espalda, Ian se agachó e hizo lo mismo.

— Menos mal —dijo Ian aliviado—, estás bien.

— Ni se te ocurra volverte a escapar así —me riñó Martín—. Casi nos da un ataque al corazón. ¿Te parecerá bonito?

— Estás herida, no es muy grave, pero es mejor limpiártelas.

Yo simplemente me tumbé y dejé que me limpiaran las heridas del cuello y el costado. Cuando terminaron me levanté e Ian abrió su mochila en busca de algo.

— Toma —dijo mientras me dejaba ropa en mi costado—, te esperamos aquí.

Me fui detrás de unos arbustos, me transformé y me vestí. Cuando volví pude oírlos hablando aliviados de haberme podido encontrar.

— Gracias —dije sonriendo.

— Nos olvidamos de traerte unos zapatos —se disculpó Martín.

— No os preocupéis, me gusta andar descalza.

— ¿Cuál es el próximo paso? —preguntó Ian.

— ¿Sabes qué es lo que hay en el edificio interior de la sección de documentos históricos? —pregunté para aclarar algunas dudas antes de seguir avanzando.

— Allí dentro esconden la realidad, lo que allí ocultan es la verdadera historia de hechiceros y cambia formas —dijo seriamente—. Hay muchos errores que han cometido y que quieren ocultar, además allí también ocultan estrategias y armas especiales altamente mortales.

—Bien —dije pensando en voz alta—, ahora necesitamos saber más sobre el otro bando, el de los cambia formas o metamórficos.

— Eso es muy peligroso —advirtió Martín.

— Es igual de peligroso que volver con los padres de Ian —le recordé.

— Primero tenemos que averiguar dónde se ocultan —dijo Ian—, pero tenemos un problema, si se ocultan bajo tierra será casi imposible encontrarlos, incluso si se ocultan de la misma manera que hacemos nosotros.

Lucha entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora