(31) Martín

17 1 4
                                    

Después de desayunar Ian nos enseñó nuestros horarios, entrenaríamos toda la mañana con instructores más experimentados que nosotros. Todas las clases serían individuales.

Mi primera clase era en una sala dedicada al entrenamiento contra agua, allí me esperaba una mujer aparentemente normal. Ella sería la que me supervisaría y la que me ayudaría a mejorar.

— Hola Martín, me llamo Alina. Hoy practicarás ataques de hielo en el agua, tendrás que intentar inmovilizarme. Intentaré no ser muy dura, ya que me han dicho que tu nivel no es muy alto —me miró con superioridad, como si fuera una veterana de la magia y no tuviera nada más que aprender, sin embargo no debía ser mucho mayor que yo.

— No te preocupes por mí, aprendo rápido —dije con una pícara sonrisa.

Era verdad que mi nivel de magia no era especialmente avanzado, pero tenía facilidad para aprender hechizos y para crear estrategias. Me iba a esforzar al máximo para no quedarme atrás.

Mi instructora dio unos pasos hacia atrás y me lanzó un gran chorro de agua que intercepté creando una pared de hielo, pero no tuve en cuenta la posible temperatura del agua y el hielo se empezó a derretir. Nada más darme cuenta de mi error traté de reforzar el hielo, pero era demasiado tarde, su hechizo traspasó el mío. Antes de que el agua pudiera rozarme provocando graves quemaduras en mi piel ella la desvió. Entonces fue Alina quién sonrío, pero ella lo hizo con malicia. Se estaba riendo de mí y yo no lo consentiría, me esforzaría más y no pararía hasta vencerla.

— ¿Esto es lo único que sabes hacer? —preguntó pensando que yo no respondería.

— Solo estaba calentando —dije devolviéndole la sonrisa.

Volvió a atacarme con el mismo movimiento, pero esta vez no iba a fallar. Cree una pared de hielo más gruesa y fría, además esta vez la hice curva para que el agua volviera a ella. Se sorprendió ante mi contraataque, pero reaccionó redirigiendo el agua hacia mí otra vez. Debía aprender a hacerme rápido, cree una pared de hielo que me protegía, pero ella siguió creando agua hasta inundar la sala. El agua ya no estaba caliente, pero mis movimientos serían más lentos e imprecisos. No veía solución a mí problema y ella sonreía ante su cercano triunfo, pero se me ocurrió un ataque que la inmovilizaría garantizándome la victoria.

Me sumergí y buceé hasta el fondo de la habitación congelando todo el suelo que se encontraba a los pies de Alina y antes de quedarme sin oxígeno volví a la superficie. Ella me miró sin comprender por qué había hecho aquello, pero para su sorpresa yo simplemente mostré una gran sonrisa.

— Jaque mate —dijo Alina confiada.

— No cantes victoria tan pronto —dije advirtiéndole de que iba a ser ella la que perdiera.

A partir de ese momento me dediqué a evitar sus ataques hasta que un par de minutos después pude ver el hielo a menos de medio metro de sus pies, entonces ayudé a que la atrapara más rápido bajando la temperatura del agua. El hielo creció y la atrapó antes de que le diera tiempo a reaccionar, así fue cómo la inmovilicé.

— Jaque mate —dije imitándola.

Su expresión de sorpresa se hizo presente. No lograba entender que había hecho para ganarla.

— ¿Cómo me has..? —dijo sin poder terminar la pregunta.

— Muy sencillo —dije mientras deshacía el hielo y ella hacía desaparecer todo el agua—, el calor tiende a subir, el hielo del suelo lo que hizo fue bajar la temperatura del agua haciéndose más grande y así fue cómo conseguí atraparte.

— He de admitir que me has sorprendido, pero la próxima vez no te lo pondré tan fácil.

— No perderé —respondí convencido.

Ambos sonreímos y nos dimos un apretón de manos. Nos despedimos porque era la hora de la siguiente clase, sabía que cada vez sería más difícil, pero no me iba a rendir. Entre entrenamientos pasó la mañana, algunos más duros que otros, pero en todos aprendía algo nuevo. Era reconfortante notar que avanzaba.

Me preguntaba cómo le habría ido la mañana a Leonor. Llegó la hora de comer y los tres nos reunimos en la misma mesa. Ni Ian ni Leonor hablaron o trataron de comenzar una conversación y yo estaba agotado, así que permanecimos en silencio. Cuando ya me había cansado del silencio decidí empezar a hablar. Comencé preguntando algo que quería saber de una vez por todas.

— ¿Cómo os deshicisteis de todas las Sombras en una sola noche? —pregunté dirigiéndome a Ian.

— Un grupo de usuarios de magia experimentados fueron allí y con un par de hechizos especiales mataron a todas la Sombras sin mayor complicación —dijo Ian con su clásico tono monótono.

— Hechizos de exterminación —susurró Leonor en un volumen casi inaudible.

— ¿Qué has dicho? —preguntó Ian, pero no obtuvo respuesta.

Leonor permaneció en silencio el resto del día, analizaba cada uno de nuestros movimientos. Me preocupaba, no quería que su propia curiosidad la dañara, aunque sabía que medía todos y cada uno de sus movimientos para evitar tener cualquier percance. Conociéndola estaría tratando de averiguar qué ocultaban, para qué nos necesitaban y quienes eran todas esas personas. Quería ayudarla, pero no sabía cómo hacerlo. Me sentía tan impotente.

Lucha entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora