El profesor de literatura decidió que era el momento de que hiciéramos la exposición oral por grupos que estaba programada. Cuando dijo que lo haríamos por parejas pensé en los diversos métodos que podría haber usado para emparejarnos y cómo afectaría a cada uno de nosotros.
Al final, el profesor las había decidido dejando a todos conformes, pero, precisamente por eso, no entendí lo que vi escrito en la pizarra:
MARTÍN-LEONOR (literatura del renacimiento)
Antes de haber visto nuestros nombres en la pizarra me pregunté con quien emparejaría a Leonor, la chica de la que nadie sabía nada, para dejar conforme no solo a ella sino a aquel con el que tuviera que hacer el trabajo. También sentía gran curiosidad por saber cuál sería su reacción teniendo en cuenta que nunca la he visto mostrar ningún otro sentimiento que no fuera indiferencia, pero no hizo ningún amago de sorpresa o frustración ni siquiera se giró para mirarme y así localizarme, aunque ahora que lo pienso no le hacía falta.
El profesor nos dijo que empleáramos los últimos diez minutos para hablar con nuestro compañero del trabajo. Me senté en una silla delante de ella y cuando me disponía a entablar una conversación se me adelantó:
— ¿Te importaría que lo hiciésemos distribuyéndolo por partes y una vez las tuviéramos listas quedamos para ponerlas en común?
A mi no me gusta hacer así los trabajos, me gusta participar en los proyectos de los que formo parte, por eso le contesté:
— Preferiría que hiciéramos todo el trabajo juntos para que a la hora de exponerlo fuese todo más sencillo.
— Yo opino lo mismo, pero el problema es que mi horario es complicado. Durante dos semanas tengo que ocuparme de una anciana que se trasladará a una residencia pasado ese tiempo y tengo que ir todos los días porque no tiene familia.
— ¿No se puede encargar otra persona que no seas tú?
— Me temo que no, además me he comprometido y no puedo faltar a mi palabra- era imposible pensar que estuviera mintiendo, no por que la historia fuese o no convincente, sino porque su actitud no había variado lo más mínimo—, de todas formas, desde que salimos de clase hasta las cuatro y media suelo estar libre.
— De acuerdo, entonces lo haremos en esas horas que tenemos libres.
Ella aceptó, el profesor nos dio permiso para recoger nuestras cosas y cuando sonó el timbre me despedí de mis amigos y me fui pensando qué pudo provocar la aparente pasividad de Leonor.
ESTÁS LEYENDO
Lucha entre las Sombras
FantasiLa oscuridad acecha en todas partes. A veces nos consume y nos transforma en unos extraños, robándonos nuestros recuerdos. A Leonor la oscuridad le robó su pasado y ahora tendrá que recomponer las piezas esparcidas de la memoria. Mientras tanto libr...