Él termina con su vida, saltando de un precipicio frente a Alex.
El mismo chico que la amó y le dejó profundas notas de amor en su casillero, decidió lanzarse y dejarla sola.
Pero...¿Por qué lo hizo?, ¿por qué frente a ella?
Y la pregunta más impo...
Era un tanto extraño sentirme como un niño que da sus primeros pasos, que apenas está conociendo el mundo que lo rodea y que a pesar de ser tan pequeño tiene ganas de explorar cada rincón. Esa era exactamente la sensación que me provocaba caminar por las calles que conocía, pero parecía no haberlas visto en años, en compañía de Melanie y Bianca. Quienes, de vez en cuando me dedicaban miradas para verificar que todo estuviera bien conmigo.
Sinceramente sentía que mis delgadas piernas pesaban toneladas, mi cuerpo ya no estaba tan acostumbrado al exterior, mis párpados estaban extremadamente cansados y en pocas palabras me costaba el simple hecho de vivir. Pero ahí estaba, haciendo el acto de valentía más grande en mucho tiempo. Dejar atrás esas sábanas que han secado mis lágrimas cada tormentosa noche y que me brindaron el calor que ningún ser humano podía darme.
—Verás cómo te va a encantar todo. —Mencionó Bianca mirándome con ternura, como mi madre suele mirarme.
—Te vas a divertir mucho, seguro. —Intervino Melanie acariciando mi delgado brazo.
Pensé por un momento que cualquiera que me viera pensaría que solo soy una pobre chica más que se acompleja tanto por su aspecto que cae irremediablemente en la bulimia o la anorexia, yo siento eso cada vez que se me queda viendo alguien. Sé que dentro de sus cabezas no dejarán de pensar en la lástima que les causa mi estado físico actual. Pero nadie sabe absolutamente nada y a final de cuentas, no tienen por qué saberlo. He decidido obviar esas curiosas miradas, tengo el presentimiento de que eso seguirá así hasta que mi aspecto cambie y vuelva a ser como antes (Si eso llegara a ser posible).
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Esperé ansiosa que la mañana al fin llegara, comí tan rápido que pude haberme atragantado, me vestí tan apresuradamente que me puse ambos calcetines de colores distintos. Cuando llegué al instituto traté de evadir a todos con el único fin de llegar a mi casillero sin que nadie se interponga en mi camino.
Para mí desgracias, Isaac se encontraba ahí temprano dispuesto a ir seguramente a alguno de sus entrenamientos.Cuando me vio corriendo por el pasillo me atrapó con una sola mano y tiró de mí hacia él, al estar frente a su rostro me sonrió de esa manera que yo tanto detestaba, con suficiencia. Creyendo que todo debe girar a su alrededor. Detesté siempre esa forma tan cambiante de su ser, a veces era la persona más humilde que pudo haber pisado la tierra, y, en otras ocasiones, se limitaba a mirar a todos como si no le llegaran siquiera a los talones.
—¿Por qué tanta prisa, preciosa? —Pregunta sin ponerme real atención.
—Tengo que entregar un trabajo importante antes de las ocho. —Respondí de inmediato.
Levantó una ceja y luego guio sus labios hasta mi descubierto cuello, cuando sentí el contacto un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo haciéndome saltar lejos de él.
—Nos velos luego. —Finalicé y salí corriendo.
A mi paso varias de esas personas que se autodenominan populares me veían y me sonreían con hipocresía, como si pudieran ganar algo de mí al intentar ser "amables" conmigo. Vi al equipo de fútbol caminar hacia el lugar en donde se encontraba Isaac, dispuestos a ir a su amado entrenamiento en lugar de sentarse en una de las bancas escolares.