Capítulo 32

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Una semana entera había pasado y yo no vi a Miles por ningún lado. Sé que ha estado asistiendo, ya que, Sarah me lo ha dicho, incluso Bianca lo ha visto. Todos lo han visto menos yo. 

Si está huyendo de mí, si evita verme por el qué diré. No me parece una idea demasiado descabellada. Pero se sentía mal, terriblemente mal estar a la espera de una conversación que ya había decidido tener. Me sentía tremendamente desanimada, aunque sé que él también debe sentirse igual. Incluso peor.

Sarah ha intentado comportarse normal, cada día está más cerca de nosotras, ha empezado a acompañarnos en cada receso. Lo cual me parece extraño en exceso, si se supone que Miles está asistiendo, ella debería estar con él como de costumbre. Me imagino al pobre, solo todo el tiempo. Trato de pensar en cómo se debe sentir con la idea de que, probablemente yo esté pensando lo peor de él. Lo cierto es que a mí me preocupa más que no me sienta asustada en lo más mínimo.

Sé que otros, después de unas confesiones tan difíciles de digerir como las que me hizo Miles, deberían estar bloqueando las puertas y ventanas de su casa. Yo sólo deseaba hablar con él, con el chico que se metió dentro de mi habitación sin el consentimiento de nadie. Eso sí que no se lo había mencionado a ninguna persona, sentía que sería juzgada si lo hacía, por el simple hecho de no hacer nada al respecto. Y es que no quería hacer nada en contra de Miles, no porque tuviera miedo, sino porque trataba de entender sus razones.

"Nadie tiene razones suficientes para hacer eso, Alex" Me repetía mi subconsciente.

Yo no quería escucharme ni a mí misma, quizá estaba mal de la cabeza, pero no tenía ganas de razonar en este preciso momento.

—Las busco después. —Habló Sarah alejándose de Bianca y de mí. No sin antes despedirse con un beso en la mejilla de cada una.

Cuando Bianca y yo nos quedamos solas, quise meterme de nuevo dentro de mis pensamientos, seguir cuestionándome cosas. Pero Bianca reclamó mi atención.

—Alex, estás rara. —Me dijo haciendo un puchero. —¿Es por Miles?

Sentía que mi corazón se estrujaba cada vez que alguien mencionaba su nombre, cada vez que abría mi locker y no había alguna carta dentro, cada vez que sentía la necesidad de hablar con él y no podía. Podría mentir y decir que algo así no me afecta, me hubiera gustado más que Anónimo fuera algún desconocido, así no sufriría el doble.

—No, tranquila... Solo estoy cansada. —Le dedico una fingida sonrisa.

Bianca levanta una ceja, se cruza de brazos y deja de caminar repentinamente.

—Miles es un idiota, debería estar aquí justo ahora.

Debería, pero no lo está. ¿Y si lo estuviera? ¿Qué sucedería? ¿Acaso algo cambiaría entre los dos? Me gustaría saber si él y yo tendríamos algo después de todo lo que hemos vivido, después de que prácticamente lo he mantenido en la zona del amigo todos estos años.

—Lo sé. —Me limité a decir.

Era extremadamente difícil pronunciar palabra cuando se trataba de él, no es como si para mí fuera fácil hablar del tema.

—Debo ir a clase. —Dije, esta vez ambas tomaríamos distintos caminos, Bianca no podría acompañarme ni yo a ella. Y de cierto modo lo agradecía.

Nos despedimos, ella aún con tristeza en su rostro me miró, pero no dijo nada más. Ella siempre sabría el momento exacto en el cual yo necesitaba mi espacio. Necesitaba reservarme todo lo que estaba sintiendo para mí sola. Bianca siempre estaría para escucharme cuando quisiera hablar y para cuando no, incluso ella es buena para no decir nada si yo lo necesito.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora