Capítulo 43

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Dentro de mi casa no había orden alguno, mamá corría de un lado al otro con la tía Sasha, quienes se movían como un remolino dentro de la cocina e intentaban al mismo tiempo controlar a Chris y Ray, que no se quedaban quietos ni por un segundo.

Escuchaba risas en la sala, seguramente mamá habrá dicho algo gracioso para aligerar el ambiente. Mi tía se ve aún más estresada, aunque no es para menos, tener que cuidar de dos pequeños torbellinos seguro que no es cosa fácil.

—Señora Wayson, ya está listo el pavo. —Habla Miles desde la cocina.

Mamá levanta la vista de la mesa, donde se encuentra limpiándola a la perfección, le dedica una sonrisa y se propone responderle, pero la tía Sasha se le adelanta.

—Cariño, sácalo por nosotras. —Dice. —No olvides usar los guantes, no vayas a quemarte.

Yo por mi parte, dejo de lado la escoba con la cual estaba arreglando el desastre de la sala que habían dejado los gemelos, me apresuro en llegar al lugar donde Miles se encuentra. Cuando crucé la puerta de la cocina, el pavo ya se encontraba sobre la encimera, el horno había sido apagado y Miles estaba ileso.

—No te preocupes, soy buen cocinero. —Dice con una sonrisa antes de que yo pudiera hablar siquiera.

—Eso me alegra, cuando no esté mi madre ya sabré a quién acudir entonces.

Miles sacaba de la alacena la cantidad necesaria de platos que se utilizarían esa noche. Lo vi cooperar con nosotros tantas veces, fue parte de tantas cenas importantes y en familia. Pero nunca antes fui capaz de ver la manera maravillosa con la cual se desenvolvía, con sutiles movimientos ponía todo a su alrededor bajo control.

—Puedes acudir a tu chef personal cuando desees, hadita.

Pasó junto a mí, esta vez con varios cubiertos en las manos, dejó un casto beso sobre mis labios y sonrió.

—Pues qué cariñoso chef. —Le devolví el gesto.

Escuché el timbre sonar, mamá corrió a abrir, cuando la puerta no fue más un obstáculo para visualizar a quien estaba tras ella, de inmediato la cara enrojecida de la tía Nicole apareció, seguida por John, los dos con vestimentas oportunas para el frío que hacía afuera. Ambos sonrientes como todas las veces que los vi cruzar esa misma puerta, corrieron a abrazar a cada uno de los integrantes de la familia, dejaron besos sobre las frentes de los niños y la tía Nicole buscó un abrazo reconfortante entre hermanas. Mientras que John esperaba paciente a que sus tías fueran libres al fin para poder saludarlas.

Parece que ninguno de ellos había notado mi presencia, ni la de Miles. Decidí salir en su búsqueda. Abracé fuertemente a mi primo, luego me uní a ese trío de mujeres que acababan de verse después de mucho tiempo.

—Alex, cada vez estás más hermosa. ¿Cómo estarás la próxima vez que te vea? —Mencionó ella poniendo toda su atención en mí. —Te encontraré como una modelo de revista.

Miles estaba expectante desde un rincón, solo sonriendo gracias al agradable reencuentro que estaba dándose frente a sus ojos. Poco después su presencia dejó de ser invisible para los recién llegados, el rostro de mi tía se iluminó al verlo.

—Miles... Qué gusto verte muchacho. —Dijo dirigiéndose a él. —De no ser por esos característicos rizos no te habría reconocido.

—Un gusto verla, Nicole. —Respondió él con una amplia sonrisa que no hacía más que demostrar inocencia.

Mi tía fingió haberse asustado, llevó una de sus manos al pecho y suspiró.

—¿Qué le pasó a esa voz chillona? —Le dio un abrazo. —El niño fue suplantado por un hombre.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora