Capítulo 60

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El cuerpo de Isaac se encontraba ya sumergido, Miles se ocupó de cerrar la llave y mirarlo a los ojos. Era cierto, totalmente cierto. Alex no merecía estar con alguien como él, por sus actos ya no era digno de su amor ni del de nadie. Pero de algo sí estaba completamente seguro. aunque él tuviera que pasar el resto de sus días en una oscura celda, no permitiría que Isaac volviera a hacerle daño a ella ni a nadie más. Después de todo, ya había perdido su vida entera en una sola noche.

Se levantó lentamente del suelo sin dejar de mirarlo a los ojos, subió las mangas de su suéter hasta los codos y posó una de sus manos sobre el rubio cabello, descargó toda su furia en él. Terminaría de una vez por todas con aquello que ahora tanto le estaba pesando.

—Esto es por mis amigos. —Dijo Miles, sumergiéndolo completamente en el agua.

Lo vio retorcerse como un gusano, lo mantuvo allí varios segundos antes de soltarlo y devolver su cabeza a la superficie.

—Esto es por mi hermana.

De nuevo hundió su cabeza, esta vez esperó un poco más de tiempo antes de liberarlo. Parecía que Isaac perdía cada vez más sus fuerzas, ya no luchaba con la misma intensidad que al principio. Una última vez sacó su cabeza a la superficie y le permitió tomar algo de aire.

—Nos encontraremos en el infierno. —Habló apenas, con un hilo de voz. Aquello estaba por terminar.

—Púdrete. —Logró decir Isaac.

—Esto... Esto es por Alex.

Su cabeza fue sumergida una última vez, a partir de allí Isaac ya no salió de aquella tina. El tiempo que Miles esperó fue eterno, así como sus ganas de terminar aquel acto iban en descenso. Sintió una fuerte opresión en el pecho a medida que las fuerzas de Isaac abandonaban su cuerpo, hasta que se fueron por completo.

Sacó sus manos del agua y se recostó un segundo en la pared, parecía haber perdido sus fuerzas él también. Después de mucho tiempo se permitió a sí mismo llorar, descargar todo su dolor en forma de lágrimas. Observó junto a él la rebosante bañera, no fue capaz de asomarse una vez más para ver el resultado de sus malas acciones. El resultado de aquello que lo había convertido en un monstruo.

Lloraba como un niño asustado, esperaba a que llegara alguien a socorrerlo. Alguna persona que lo salvara de su propia maldad. Hubiera deseado que le dieran la posibilidad de cambiar completamente su pasado, quizá si las cosas sucedían de otra manera él no habría sido orillado a ensuciarse las manos. Ahora, que lo pensaba detenidamente, sentía que sus seres amados no lo volverían a ver de la misma manera. No ahora que era un asesino. Pero, ¿qué otra solución le dieron? Tenía que cortar de raíz todo lo que lo atormentó, todo lo que produjo en Alex un profundo dolor.

Escuchó unos fuertes golpes en la puerta de la entrada. Se incorporó de inmediato, estaba asustado, parecía un pequeño niño después de haber hecho una travesura. Miró todo el desastre que lo rodeaba, sus tenis se habían empapado con el agua que rebosó de la bañera. Había ensuciado sus manos con la sangre que brotaba de la herida de Isaac, las mangas de su chaqueta tenían manchas del mismo color y textura. Eso le recordaba que Isaac no había sido su única víctima esa noche.

Siguió escuchando fuertes golpes en la puerta principal. Supo que debía apresurarse, así que lavó sus manos e hizo lo que pudo con su chaqueta ya de por sí sucia, desde antes de cualquier crimen. Llevó ambas manos hasta su cabeza y miró hacia todos lados. En el suelo, junto a la tina, se encontraba el arma que planeaba usar, pero que al final no le sirvió de nada. Tuvo que cobrar venganza con sus propias manos. La tomó con temblorosos movimientos, sentía que ese objeto ahora le pesaba más de lo normal. Una vez que estuvo limpio dentro de lo que cabía, salió del baño, sin mirar atrás siquiera. Apagó la luz y cerró la puerta detrás de sí.

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