Capítulo 18

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Isaac quiso ir a recogerme a mi casa, así como casi todas las mañanas lo hace. La verdad es que, he estado evadiéndolo durante todo este tiempo para no tener que lidiar con esa sensación irracional de no querer darle ni un beso. No sé cómo evitar que cuando se acerca a mí se encienda una alarma imaginaria dentro de mi cabeza, simplemente ya no puedo estar cerca de él como antes.

Ahora me encuentro fuera de casa de los Brown, pues, Sarah se ofreció a llevarme al instituto con ella. Dijo que no habría problema si quería irme con ellos toda la vida de ser necesario. Y sí, lo era en realidad. El auto de los mellizos estaba ahí estacionado y yo parada junto a él con los brazos cruzados, esperando a que Sarah termine de darle los últimos retoques a su maquillaje y a que Miles termine de enviar mensajes a quién sabe quién. Esos dos son igual de lentos, se nota a leguas que son hermanos.

Cuando salieron, Sarah me guiñó un ojo desde la distancia y Miles se limitó a brindarme una cortés sonrisa y entré en el auto. Sarah conduciría esta vez y Miles sería el acompañante. Yo me senté en los asientos de atrás.

El motivo por el cual no tenía una amistad normal con ellos dos es porque son extremadamente raros, sobre todo Sarah, quién ahora mismo me dedica fugaces miradas a través del retrovisor. Siempre se encuentra evaluándome y no le importa si me doy cuenta de ello. Miles por otro lado, no cruza más que las palabras necesarias conmigo, siempre está ocupado ayudando a mi madre con algo o en su móvil. En definitiva, yo no podría tener una relación más cercana con estos dos y creo firmemente que por esas razones es que no tienen tantos amigos. La mayoría del tiempo la pasan ellos dos solos.

Una vez llegamos a nuestro destino cada quien se despidió, Miles solo hizo un movimiento de mano y se alejó. Por otro lado, Sarah se acercó hasta mí y besó mi mejilla. En el proceso casi sentí como si me olfateara.

—De verdad me encanta como hueles. —Sonríe y se aleja.

Vaya, eso sí que es extraño...

Mientras me acerco a la puerta de entrada veo a Bianca parada junto a las escaleras, saludándome con la misma alegría de todos los días. A su lado Scott se limita a mirarme y nada más. Llego hasta ellos y el ambiente para mí se vuelve pesado al traer a mi mente aquella borrachera que no me dejó buenos recuerdos, desde ese día las cosas se ponen incómodas cuando Scott está cerca. No ayuda en nada el hecho de que siempre esté mirándome tan atentamente, no solo eso, sino que también es como si huyera de mí cada vez que me he acercado a saludar.

—¿Qué tal el final del libro? ¿Lo leíste ya? —Preguntó Bianca. —A mí me pareció hermoso...

—Sí, pienso lo mismo. —Suspiré al recordar que cuando leí el final, Anónimo se apoderó de cada uno de mis pensamientos. —Aunque no lo disfruté, ya sabes, por el largo ensayo que tuvimos que hacer.

Miré de reojo a Scott y éste se alarmó ante esto, tensó la mandíbula y en un instante ya se estaba despidiendo de Bianca.

—Bueno, creo que llegó la hora de que me vaya, —Dice mirándola solo a ella, de nuevo actuando como si yo no existiera. —ya no pierdas tus libros, Bianca.

Restándole importancia al hecho de que esté ignorándome como si fuera una pared más, opto por sacar mi móvil del bolsillo trasero de mi pantalón. Entonces un mensaje de hace varios minutos me sorprende.

Harry S: Ve a tu casillero.

Mi corazón latió tan fuerte que parecía se saldría de mi pecho. Mordí mi labio inferior y abracé el móvil contra mi pecho. Miré hacia la sección de los casilleros, luego a Bianca que seguía despidiéndose de Scott, como si con un simple adiós no les bastara.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora