Capítulo 21

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Llevo ya asistiendo un mes al consultorio del nuevo psiquiatra, su nombre es Daniel, tiene un gran sentido del humor y es bastante joven. A comparación de los anteriores tiene un aire más jovial, por alguna razón lo encuentro más interesado en mis problemas que los demás. En este corto tiempo ha logrado ganarse parte de mi confianza, cosa que ningún otro ha conseguido en todos estos meses. Probablemente sea Daniel quien me ayude, quizá y ésta si sea la persona indicada que me ayudará a sanar.

La terapia que he estado recibiendo con él ha logrado que me sienta más confiada, he conseguido salir al mundo exterior yo sola, aunque no he ido muy lejos. Aun así, siento que he logrado uno de mis mayores objetivos, es algo que me hace sentir bien, me anima aún más que al caminar por las calles de mi vecindario las personas que solía ver antes en la zona me saluden animadas y de alguna manera me hagan sentir reconfortada.

Algunas de las vecinas que solían ser amigas de mi madre, se han detenido en sus quehaceres solo para preguntar si me he sentido mejor, si seguiré saliendo, así como lo estoy haciendo ahora. Les he dicho que sí, definitivamente no quiero volver a perderme entre las frías sábanas de mi cama, no quiero seguir llorando cada día. Lo he conseguido, los ataques de tristeza y ansiedad son cada vez menos recurrentes. Los temblores de mis manos ya casi no se presentan, podría decirse que estoy renaciendo. Me siento feliz de haber estado de acuerdo con buscar otras salidas.

Lo que no he hecho es volver al grupo de apoyo, es algo que se me ha dificultado. No es tan fácil como simplemente llegar y hablar de todos mis problemas. Me gustaría decir que se trata solo de eso. La verdad es que, cuando lo intento las palabras no salen de mi garganta, todavía la tristeza y la desesperación llegan cada vez que recuerdo. 

Por esa razón es que no he tenido más ataques de pánico, precisamente porque he intentado enfocarme en otras cosas. En olvidar el pasado, aunque no es como si lograra mantener mi mente ocupada todo el tiempo. Todavía por las noches llegan mis tormentos y esa sensación de estar encerrada en un lugar del cual no podré salir jamás. Por más que lo intente no es algo que sucederá nunca, lo que pasó es algo que marcó para siempre mi vida.

 Por más que lo intente no es algo que sucederá nunca, lo que pasó es algo que marcó para siempre mi vida

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Por último, me quedaba abrir la ventana. Cuando lo hice miré hacia abajo y sentí un vértigo terrible. Era demasiado alto, temía que Anónimo pudiera llegar a caerse. El sentimiento que esa altura me provocaba era de horror. No podía estar mucho tiempo ahí, sentía un escalofrío en la espalda y una sensación de pánico cada vez que me encontraba a una altura mayor a dos metros.

Ya solo me quedaba buscar la venda que Anónimo me había pedido que usara, me dirigí a la cama y me abrí paso entre las cobijas. Miré mi pijama rosa con unicornios por doquier y deje salir una carcajada, seguramente él pensará que soy una pobre chica que no tuvo una buena infancia.

Busqué dentro de los cajones de mi mesita de noche el perfume de cerezas que normalmente usaba para ir al instituto, ese que a Isaac le gusta también y me pide que me lo ponga cada vez que me lleva a una fiesta.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora