Capítulo 7

1.9K 243 12
                                    


Estoy completa y absolutamente segura de que para cada persona en el mundo hay un lugar perfecto, donde no existen las preocupaciones ni los problemas, donde se puede ser quizá enteramente feliz. ¿El problema?

Qué difícil resultaría encontrar ese perfecto lugar.

En todo este tiempo no he dejado de pensar en ese chico del pasillo, ¿se tratará de Anónimo? ¡Cómo me encantaría saberlo de una vez!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En todo este tiempo no he dejado de pensar en ese chico del pasillo, ¿se tratará de Anónimo? ¡Cómo me encantaría saberlo de una vez!

Últimamente me he sentido muy sola, demasiado sumergida en cosas que no me hacen para nada feliz como; los estudios, mis amigas poco comprensivas, en mi novio ausente la mayoría del tiempo, y en Anónimo, que nunca dejará de estar dentro de mis pensamientos. No he encontrado nada en mi casillero que pudiera interesarme desde hace tantos días, las mañanas han sido demasiado tristes desde que faltan esos coloridos papeles. Pero hoy al fin logré encontrar dentro de ese cubículo metálico lo único que me logra dar felicidad cada día.

Las clases han sido igual de tediosas que siempre, me duele todo el cuerpo porque el profesor Robinson se ha pasado de nuevo con los ejercicios diarios. No puedo recordar la cantidad de vueltas que corrí alrededor de la cancha o el número de sentadillas que tuve que hacer, sin duda la clase de educación física se me hizo demasiado larga, parecía que jamás terminaría y, por lo tanto, tampoco terminaría mi sufrimiento.

Después de eso tuve que ir a clase de filosofía, en donde la profesora Clarke nos envió a resolver las preguntas de varias páginas, preguntas complicadas que no bastaba con solo pensar y filosofar un momento para encontrar la respuesta. Me parecieron verdaderamente complicadas, sobre todo porque normalmente quiero dar las mejores respuestas, aunque las preguntas sean relativamente fáciles, aún más cuando son complicadas. Jamás he sido de las personas que se conforman con responder con lo primero que se le venga a la mente, quizá es por eso que tardo tanto en realizar los trabajos que nos deja cada profesor.

Steve se acercó a mí varias veces para que lo ayudara con su trabajo, no sé por qué este chico en cada clase de química o filosofía se acerca a preguntarme cosas que cualquiera sabría. Llegué a pensar que probablemente sea algo lento, pero en realidad tiene excelentes calificaciones. Incluso calificaciones que superan las mías.

Luego me vi obligada a lidiar con el mismo profesor de literatura, con las mismas escasas ganas de dar su clase, una clase en dónde cualquiera desearía dormir antes que escuchar todas las cosas aburridas que este pesimista hombre tiene que decir. No es como si la materia fuera la peor del mundo, al contrario, pero en varios casos quienes hacen de las materias las peores son aquellos que no tienen siquiera los ánimos de enseñar.

Yo por otro lado, busqué el momento perfecto para sacar el papel, esta vez de color verde que había esta mañana en mi locker. Al fin, hoy pude llevarme la grata sorpresa de que al fin había un mensaje para mí. Empecé a preocuparme, incluso a pensar que quizá alguien solo quiso jugarme una pesada broma haciéndome creer que habría alguien que se interesara verdaderamente en mí, de no haber recibido este pequeño y colorido papel hoy, seguramente la desilusión que mucho tiempo antes me rodeaba habría vuelto para quedarse definitivamente.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora