Capítulo 38

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Mi madre esperaba a que Miles llegara a recogerme, desde que se enteró de que somos pareja ha estado más al pendiente de lo normal. Aunque, la he visto sonreír de vez en cuando, siempre que ve a Miles acercarse a mí y mostrarme de alguna manera su cariño. Aun cuando ella intente ocultarlo, sé que está fascinada con la relación, sé que le encanta la idea de que él y yo estemos juntos. Solo espero que pronto deje de evaluarnos tanto todo el tiempo, que nos de nuestro espacio y no trate de hacernos saber que nos tiene en la mira.

El auto de los mellizos había llegado, el claxon tan bien conocido para mí sonó. Mamá salió junto a mí hasta el umbral de la puerta, una vez en las escaleras de la entrada lo vio. Miles como siempre mostraba su característica sonrisa, esa que lo hacía ver tan dulce.

—Hola señora Wayson. —Dijeron los mellizos al unísono.

Bianca y Scott también la saludaron con timidez. Mi madre podía ser intimidante si se lo proponía.

—¿Cuándo es y a qué hora terminará esa fiesta? —Preguntó mamá lo suficientemente alto como para que sus palabras llegaran a los oídos de Miles.

—El sábado, seguramente termine en la madrugada. Pero la traeré hasta aquí y se la entregaré personalmente. —Respondió él.

—No se preocupe, Alex está en buenas manos. —Interfirió Sarah, hizo una señal de "amor y paz" con los dedos después. —Esta tarde compraremos los disfraces.

Al final mi madre aceptó, yo subí al auto y saludé a todos. Podría decir que ya estábamos más tranquilos, aunque el día en que Miles no estuvo fue el mismísimo infierno para mí. Al menos utilicé ese tiempo para estar con Scott y hacer de algún modo que, se sintiera mejor e intentara aceptarse a sí mismo. Le había hablado de lo valioso que era y que no tenía por qué ocultar su romance, él merecía estar con quien deseara. Bianca y Sarah también dejaron de preocuparse por lo que dijera el resto, se sentían más libres de tomarse de las manos dentro del instituto y darse algún beso de vez en cuando.

Aun cuando todos hemos recibido críticas negativas de los demás, unas peores que otras, estábamos juntos. Nos apoyaríamos siempre.

Y es que no entiendo como alguien puede odiar a dos personas que se aman, como si ellos jamás se hubieran enamorado, indistintamente del género de sus parejas. Sebastián, Scott, Bianca, Sarah... Son personas completamente normales, tienen virtudes y defectos, son humanos al igual que todos. Y aunque esto no le importe al resto, los tres últimos mencionados, son los encargados de hacer mis días más felices. Eran las personas más puras que había conocido jamás.

Habíamos llegado ya al instituto, cumplimos con la rutina diaria. Bajar del auto y adentrarnos en ese lugar, recorrer los interminables pasillos y escuchar burlas del resto. Escuchar comentarios absurdos sobre la orientación sexual de Scott, gente juzgando a Miles por haber golpeado a Isaac, entre otras cosas más.

Aun con todo esto sucediera a nuestro alrededor, nuestras manos no se soltaron, no dejaríamos de sonreír para que así ninguno se sintiera mal, para que nadie perdiera el control. Miles decidió que no pelearía más, no volvería a usar la violencia que, a fin de cuentas, no lo llevó a nada bueno. Solo los ignoraríamos a todos.

—No sabía que lo homosexual se contagiaba. —Habla Lena. Junto a ella Isaac nos mira con desprecio.

—Sí, parece que ahora tenemos un par de lesbianas. —Habló él, su nariz aún se veía terrible gracias al golpe que le di. —¿Alguien más quiere pertenecer a este grupo? ¿Algún marica afeminado o alguna chica que se crea hombre?

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora