Capítulo 41

1.2K 196 55
                                    

A pesar de la oscuridad casi absoluta, podía distinguir su rostro. Me perdía en sus labios, me hipnotizaron sus infinitas pecas y miré de cerca sus largas pestañas. Acaricié su cabello y estuve atenta a su tranquila respiración tanto como pude. Sus ojos estaban cerrados, los párpados escondían de mí ese celestial cielo nocturno, que era capaz de mostrarme constelaciones enteras.

Con cuidado de no perturbar su profundo sueño, lo rodeé con mis brazos. Dejé delicados besos sobre su frente y posé mi cabeza sobre su pecho. Quería estar cada vez más cerca, para así escuchar los latidos de su corazón. Mis intentos de no despertarlo fueron en vano, sus ojos se abrieron y me cautivaron una vez más. Se tardó unos minutos en asimilar el lugar en el cual se encontraba, con quién se encontraba.

—Hola linda... —Dijo con una suave sonrisa en su rostro.

—¿Por qué Spencer? ¿No podías haber escrito una M? —Solté de pronto.

Entrecerró los ojos, confundido me miró y pensó durante un momento para procesar lo que yo había dicho.

—¿Qué? —Aun parecía estar más dormido que despierto.

—Las notas, Miles. ¿Por qué no firmabas con una M?

—Ah... Eso. Pues, quería hacerte las cosas más complicadas, además de que sentía que no podría enamorarte si me descubrías a la primera.

—Me habrías enamorado de todos modos. —Dije levantando la mirada, vi incredulidad en su rostro. —De verdad.

Negó con la cabeza.

—No opino lo mismo, hadita. —Suspiró. —Si no te enamoraba antes con palabras, te habrías decepcionado al instante. —Sonrió con tristeza. —Sólo mírame, no te llego a los talones. Me habrías rechazado.

Me dolía que él tuviera una percepción tan mala de sí mismo, que no viera lo maravilloso que era. En un rápido movimiento, hice algo que me habría avergonzado antes, pero ahora, era una forma desesperada de demostrarle que a mí él me encantaba. Me subí sobre su regazo.

—Miles, eres el chico más hermoso que he conocido. No necesitas ser un saco de músculos o tener facciones perfectas. Es que... Para mí ya eres perfecto.

—Alex, esto me pone un poco incómodo. —Sujetó mis caderas y me apartó con suavidad de aquella zona en la cual me había posicionado.

Quizá desde el momento en que me encontré con este chico tan tímido, perdí todo el pudor que poseía. Empecé a disfrutar del placer que sus sonrojos me provocaban.

—Creo que en lugar de ponerte incómodo te pones de otra manera. —Solté de pronto, lo que dije me sorprendió incluso a mí misma.

Aun así, no le permitiría ver que yo también estaba nerviosa, que al igual que él, la timidez me atacaba aún más en su presencia. Miles se sentó de inmediato, me miró con asombro, su boca se había abierto en sorpresa. Aunque, finalmente optó por dedicarme una traviesa mirada.

—¿Desde cuándo eres tan osada? —Dijo cuando el rubor de sus mejillas fue menor.

—Desde que descubrí que me gusta que cambies de color. —Junté nuestras narices y fue ahí cuando traté de descubrir qué pensaba a través de sus ojos.

Me encantaba que todo le sorprendiera, que pareciera un niño inocente que tenía miedo de hablar con alguna chica, que a veces me diera la impresión de que quería salir corriendo y esconderse por el resto de su vida de aquello que lo pone nervioso. Sin embargo, no lo haría, aunque probablemente sintiera ese deseo de escapar, más grandes eran sus ganas de quedarse conmigo. Siempre estaría allí para regalarme un poco de luz en esa inmensa oscuridad que la noche acarreaba.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora