Capítulo 48

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Me habría gustado poder decir que todo se mantuvo igual a partir de las cartas de Isaac, que no me ponían cada vez más intranquila. Me había deshecho ya de cada uno de esos insípidos papeles que no me traían más que sentimientos negativos, hice mi mejor esfuerzo por impedir que Miles lo sospechara siquiera. Él no debía meterse en más problemas. Lo único en lo que quería pensar era en que algún día todo esto terminaría, muy pronto Miles y yo podríamos escapar de todo y de todos para así poder cumplir nuestros sueños, que en su mayoría eran compartidos.

Pero seguía siendo difícil, más aún cuando me percataba de aquella presencia que tanto despreciaba cerca de mí, cuando me daba cuenta de que su mirada no se apartaba del lugar en el cual me encontraba. Detestaba sentir como un escalofrío recorría mi cuerpo cuando me mostraba su estúpida sonrisa.

Ya no solo lo veía en los pasillos y en el comedor del instituto. Faltaba a sus clases para verme en gimnasia, asistía a varios lugares que mi grupo de amigos y yo frecuentábamos. Y nadie se percataba, nadie notaba su presencia cerca de mí. Podría decir que por ese lado lo agradecía, un día se cansaría y seguro no tendrá más salida que desistir.

Me había dolido en el alma tener que cerrar ahora la ventana de mi habitación, obstaculizándole la entrada incluso a Miles por las noches. Desde aquella carta que apareció sobre mi cama me alarmé, decidí que tendría precaución desde ahora. Sea como sea, Isaac ha estado observando cada uno de los movimientos de Miles, incluso ha llegado a enterarse de la manera en la que sólo él me llama. Estaba averiguando cosas sobre nosotros y nuestra relación.

Quería olvidar por completo, no quise tener que pensar y llenar mi cabeza de cosas nocivas. Necesitaba un descanso, un respiro. Y sólo había una persona capaz de sacarme del agujero en el que me había metido, sólo momentos en su compañía podrían valer lo suficiente la pena como para dejar atrás todo lo demás.

Había pasado una larga semana sin haberlo visto por las noches, gracias a que sus padres decidieron quedarse en casa. Antes, cuando era niña, deseaba que el señor y la señora Brown pasaran más tiempo con sus hijos, pero ahora llegaba incluso a molestarme que tuvieran el descaro de llegar a hacerles la vida imposible a sus hijos. Además de que arruinaban los encuentros nocturnos entre él y yo.

Llegó el día de esperar frente a la ventana, con la esperanza de visualizar una oscura silueta que trepara hasta mi habitación, momento en el cual yo lo recibiría con todo el amor que estaba dándole incompleto durante el día. Y finalmente lo vi, pude ver durante una fracción de segundo su rostro, una sonrisa que iluminaba aún más que las farolas. Llevaba consigo esa conocida escalera que le hacía el trabajo más fácil para llegar a mí. Los segundos que esperé casi fueron eternos, mis rodillas se movían de forma involuntaria, el nerviosismo que él causaba en mí no había disminuido en intensidad ni por un instante. Mi corazón aún palpitaba a mil cuando él estaba presente.

El tiempo había llegado, ni siquiera esperé a que él mismo entrara, apenas su cabeza apareció lo tomé de la chaqueta y lo atraje hacia mí. No había tiempo para hablar, lo único que necesitábamos era el contacto de nuestros labios, esas caricias que iban más allá de la ternura y el cariño, aquellas que encendían mi piel y provocaban sensaciones ajenas a las de aquella reprimida e insegura persona que fui en el pasado. Ahora disfruto de su desnudez, de su suave y cálido tacto sobre mi piel, de besar y saborear cada parte de su cuerpo. Ya no solo sus besos me quitan el aire, Miles encontró mejores maneras de hacer que cada segundo sin él sea una tortura.

Me había deshecho ya de su chaqueta, la ventaba fue cerrada de manera apresurada. No esperé a que él pudiera decir nada, ya me encontraba arrastrándolo hacia mi cama. Dejé que se sentara para posteriormente, colocarme sobre su regazo. Nunca logré entender su secreto, a pesar de que se expusiera al frío de la noche, su cuerpo siempre sería mi fuente de calor preferida, su piel serían mi forma de encenderme tras dejar infinidades de besos en su pecho y abdomen, y su aroma siempre me transportaría a lugares inimaginables.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora