Siempre disfruté cada día en el cual Miles entró por mi ventana, en el que compartíamos una noche llena de banales conversaciones y risas silenciosas. Mirábamos al otro como si el mundo entero dependiera de ello, como si nuestros ojos jamás fueran a cansarse, como si no fueran a cerrarse.
Junto a él podría decir que he vivido los días más increíbles de mi vida, y que tuve la oportunidad de escuchar las cosas más maravillosas jamás dichas salir de sus labios. Amaba que pudiéramos compartir el mismo aire, los mismos lugares, los mismos momentos. Cada vez él sabía con qué cosas sorprenderme, qué recursos utilizar para llenarme un poco más de amor. Sabía incluso cómo torturarme siempre que yo le hacía alguna broma, tenía los más graciosos comentarios para situaciones tristes o tensas. Él sacaba de la melancolía a cualquier alma desolada.
Siempre me pregunté si él tenía algún super poder, si es que acaso él vino hasta mí con algún propósito concreto. ¿Existiría el destino? Y de ser así... ¿Su presencia cerca de mí tiene que ver con eso? Nacían muchas dudas dentro de mi cabeza, cuando veía sus ojos tan perfectos en los cuales fui tan ciega de no fijarme antes, cada vez que su sonrisa impedía que se formara una tormenta y hacía que el sol resplandeciera sobre todos nosotros.
Por esa y muchas razones detesté verlo triste, las pocas veces que alcancé a verlo en ese estado. Si él se derrumbaba, el mundo entero lo hacía, la lluvia caía sobre quienes necesitaban de su luz para continuar.
Él me había obligado a cumplir con la parte del trato que yo no había hecho, finalmente llegó esta mañana a mi casa con globos en forma de corazón, unas flores demasiado hermosas y coloridas como para darle un poco de azúcar a un amargo día. Después de desearme un "Feliz San Valentín" y dejar un presente también para mi madre, me llevó consigo.
Había conducido un largo rato en círculos con la finalidad de confundirme y hacer que me enfadara por momentos, su manera de mantener el misterio de las cosas siempre ha sido la más cruel. Siempre riendo ante el desconocimiento de los demás y dejando que la intriga mate a cualquiera.
Pero al final descubrí mi castigo, el enorme complejo tan bien conocido se había alzado frente a mis ojos, el mismo hombre tan amistoso con ambos volvió a recibirnos y nos permitió la entrada. De nuevo subimos a un ascensor donde la espera angustiante no me dejaba siquiera respirar. ¿Por qué él insistía tanto en llevarme a aquel lugar al que tanto le temía? ¿Por qué hacía que un momento así resultara incluso gracioso para ambos?
¿Cómo es que él provocaba que yo olvidara al menos por un momento la altura a la que nos encontrábamos? El recorrido había cesado, las puertas metálicas fueron abiertas y su mano estaba guiándome a aquel lugar que tanto pavor me provocaba.
Cuando estuvimos allí me pidió que nos sentáramos, al menos lo hicimos lejos del precipicio, donde fácilmente yo podía ver toda la ciudad y sentir el vértigo que toda mi vida me ha atormentado. Cuando estuvimos uno junto al otro, sin decir una sola palabra me extendió uno de sus papeles de colores, esos que siempre llevaban los más bellos mensajes.
"Si dejara algún día de amarte, sería porque mis pulmones dejaron de necesitar oxígeno, porque ya no podría sentirte, porque mi corazón ya no latiría. Aunque, de existir el más allá, desde allí seguiría adorándote.
Spencer Miles (O solo Miles)"
Levanté la mirada de aquel pequeño papel, lo miré a los ojos y sonreí para él.
—Me gusta Spencer, —Digo. —incluso podría llamarte Harry. Tienes tantos nombres que te quedan bien. —Él ríe. —Me gustaría que el más allá existiera.

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Obsesión
Genç KurguÉl termina con su vida, saltando de un precipicio frente a Alex. El mismo chico que la amó y le dejó profundas notas de amor en su casillero, decidió lanzarse y dejarla sola. Pero...¿Por qué lo hizo?, ¿por qué frente a ella? Y la pregunta más impo...