Capítulo 30

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Miles me había acompañado desde que bajamos del auto, Sarah por su lado aseguró que moría por ir al baño, aunque Miles dijo haberle sugerido ir antes de que salieran de su casa. Ella no le hizo caso. Apenas el auto se estacionó, Sarah salió corriendo y empujó a todo el que se le ponía en frente, así que, le pedí a Miles que me acompañara hasta mi casillero. Como siempre él accedió.

Pasamos cerca de Isaac, éste como se le ha vuelto costumbre, dice cosas estúpidas. Finge que habla de otras chicas mucho más maravillosas que yo en voz extremadamente alta. Solo sé que intenta llamar mi atención, sé que se muere de rabia cada vez que ve a Miles junto a mí.

—No sabes cuánto quisiera poder golpearlo de nuevo. —Dice él.

—Ni lo pienses, aún no te deshaces de ese yeso y ya quieres meterte de nuevo en problemas. —Lo digo en un tono casi materno, una burda imitación de mi madre.

—Está bien, mamá. —Se ríe. —O, mejor dicho, señora Wayson.

—Me leíste el pensamiento.

Le di una palmadita en el hombro fingiendo que lo felicitaba por ello, él no dejaba de reír y yo tampoco. Me agradaba, me hacía sentir bien tener un amigo como él. Le he dicho a Miles que acusara a Isaac, que lo que le ha hecho no está nada bien, él ha insistido en que no lo hará, seguro si expulsan a Isaac del instituto todos van a odiar a Miles. Quien sabe y le propinen otra paliza, y tenía sentido, conociendo a los salvajes jugadores y después de lo que ya le hicieron. No dudo que vayan a repetirlo.

A mitad del camino los brazos de Bianca rodearon mi cuello, su cabello lucía un gracioso peinado el día de hoy. Tenía puestos sus anteojos, los cuales casi nunca usa a menos que de verdad necesite distinguir algo en el pizarrón. Me ha dicho que, cuando se los pone se siente como una nerd completa, con brackets y todo.

Yo he insistido tantas veces en decirle que ella se ve bien como sea, y es cierto, Bianca tiene una belleza inigualable y completamente natural. Sin usar una pizca de maquillaje se ve fabulosa.

—¡Hola! ¿Qué tal todo? —Preguntó para ambos.

Miles y yo nos miramos, estoy segura de que a él Bianca le cae tan bien como a mí. Es que a ella todos la terminan amando.

—Bastante normal. —Responde él centrando su mirada en el frente.

—Bien. —Digo yo esta vez acariciando su cabeza, me encantaba su peinado de hoy.

Con su cabello había formado unas pequeñas orejitas en la coronilla de su cabeza, verla así, tan juguetona e inocente me recordó a un gato, solo le quedaría ronronear. Bien podría ser uno, es incluso igual de adorable.

—¡No traje el libro que pidió el maestro de literatura, Aleeeex! —Con un exagerado tono de sufrimiento en su voz pronunció eso último.

Yo también lo había olvidado, planeaba comprar uno, pero como es mi costumbre no lo hice a tiempo.

—Es probable que no lo revise hoy, —Intenté consolarla. —Por suerte yo tengo el libro que Miles me prestó, una vez más has resultado ser mi salvación.

Él vocalizó un "de nada" con fingida fanfarronería, puse los ojos en blanco y continué caminando. Bianca y Miles me siguieron el paso.

—¿Si lo trajiste? —Pregunta Bianca de nuevo rodeando mi cuello con sus pequeños brazos.

Intento recordar el lugar en el que había puesto el libro, definitivamente lo traje ayer y no lo saqué de la mochila en casa. A mí mente llegó el lugar exacto donde lo había dejado.

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora