Obsesión

Capítulo 62

Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había reído de la manera en que lo estaba haciendo. Tenía a mis amigas al fin conmigo, Sarah parecía mejorar progresivamente, ya que, Bianca se encargaba de decir cosas ingeniosas en su presencia para hacerla reír. La llenaba de mimos y lindas palabras que sin duda podían alegrarla.

Yo me encontraba ayudando a mamá en la cocina. Horneábamos un bizcocho que, si no recuerdo mal, a nosotras nos queda excelente. Colocamos algunas pasas y lo rellenamos con chocolate. Sólo con percibir ese aroma a mi mente llegaban dulces momentos, amenas conversaciones, risas a mas no poder. Mamá en cada instante se preocupaba por recordarme absolutamente todo, había pasado tanto tiempo desde que no horneábamos uno, que mi mente había quedado en blanco a la hora de tratar de recordar la receta.

Una vez que la comida estuvo lista, nos reunimos todos en la mesa. Mamá invitó a Daniel, quien había llegado junto con su prometida. Además de que nos acompañaba también la señora Brown, o solo Liza, como ella nos pidió que la llamáramos. Sarah, Melanie y Bianca se reían entre ellas, seguramente del delantal con estampados de sandías que yo estaba usando. Puse mis brazos en jarras justo después de colocar la charola con empanadas en la mesa, mi madre traía consigo el bizcocho.

—¿De qué se ríen? —Hablé quitándome el antes mencionado delantal.

Las tres fingieron mirar hacia otro lugar, como si yo no les hubiera preguntado nada. Me senté junto a ellas y le di una palmada en el hombro a Sarah, ella me miró al instante y me sacó la lengua.

Lo que logramos, no se consiguió con otra cosa que no fuera esfuerzo y amor. Habíamos logrado unirnos, no solo nosotras. Ahora nos acompañaban personas que jamás hubiéramos imaginado, aun aquellos que no podían estar allí con nosotros compartiendo la mesa, yo estaba segura de que lo hacían desde donde quiera estuvieran.

Al fin podía mirar a mí alrededor y encontrar paz, personas sonriendo y hablando de cualquiera de sus vivencias. Podía al fin mirar a Sarah a los ojos y que éstos me mostraran atardeceres completos, sus lágrimas ya no se derramaban durante noches y días enteros. Ahora que todos comprendimos mejor las cosas, supimos que Miles no debía ser recordado por sus equivocaciones, que no prestaríamos atención jamás a aquello que decía la prensa aun sobre él. Nosotros sabíamos perfectamente quién era él, estábamos conscientes de que su corazón conservaba algo de su pureza en el mismo instante en que dejó a Lena con vida. Le dio a ella la oportunidad que él ya no tenía.

Nadie sabe qué pasaba por su cabeza en aquellos momentos de oscuridad, en los que descargó su furia contra quienes le hicieron daño. Pero de lo que yo sí estaba segura, era que él se convirtió en la persona más importante en mi vida. Me dio el cariño que no sabía que necesitaba, así como fue conmigo el ser más puro que alguien pudo haber conocido nunca. Por desgracia, no pude protegerlo del odio y rencor que crecía dentro de él.

—Las empanadas saben increíble. —Habló Liza. —No puedo esperar para probar el bizcocho, seguro está muy bueno.

—Completamente cierto. —Dijo Daniel mirando a su prometida, quien asentía constantemente.

Mamá se sentó junto a ella, se había tomado el tiempo de dejar impecable su cocina. Aunque yo la ayudara, decía que nadie la limpiaba tan bien como ella. Bueno, el único que sí lo hacía era Miles.

—Después si quieres puedo darte la receta. Mi madre siempre las hacía, mis hermanas y yo no dejábamos rastro de esas delicias. —Le comentó mamá.

Al parecer todos estábamos interesados en aquella conversación, el silencio fue absoluto. Nada más se escuchaban las pláticas de mamá sobre su infancia y todas las cosas que hacía con mis tías, así como la madre de Sarah se unió a aquella plática. Ella habló de lo mal que se le daba la cocina, hasta que sus hijos nacieron y tuvo que aprender. También expuso divertida todas esas veces en que se desesperó al no saber cómo empezar a cambiar los pañales de sus pequeños, además de todas las veces en que Sarah se había enfermado con las papillas terriblemente mal hechas por su madre.