Prólogo - Uno entre cientos

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Uno de cada 100 personas nace con, lo que se ha llamado como, el gen del lobo. Apareció por primera vez hace más de mil años. No se sabe como, sólo se sabe que es una mutación aleatoria y no heredable. Puede ser de dos tipos, el gen  alfa y el gen omega. Crea dos humanos algo distintos al resto de humanos, a los que la sociedad llamó Betas. Aquellos que tienen el gen, tienen cualidades muy distintas al resto. La primera, una vez al mes, sufren, durante una horas, una alta ansiedad por aparearse. Lo llaman celo. Desprenden una gran cantidad de feromonas llamando a cualquier pareja reproductiva disponible y próxima. Para un alfa, la forma de aliviar esa necesidad es eyacular en el interior de un útero. Para un omega, por el contrario, la forma de aliviarse, es sentir el semen de una pareja en el interior de su matriz. La segunda cualidad singular reside en su doble conciencia. Durante esta etapa de celo, una conciencia interna a la que llaman "lobo interior" sale para reclamar la presencia de una pareja. Esta conciencia es menos reflexiva y más impulsiva en la mayoría de lo casos, pues se guía únicamente por sus instintos más básicos de reproducción. La tercera característica es "El lazo". Un mordisco de un alfa a un omega en el cuello, los une para siempre. 

Además, el gen, afecta de forma distinta a mujeres y a hombres.

Las mujeres alfa son hermosas y fuertes, con una figura perfecta. Son altivas y orgullosas. Además, son estériles, y por tanto, no tienen celo ni necesidad de aparearse. No pueden engendrar hijos, pero tampoco sienten el deseo de hacerlo. Sus hormonas, sencillamente, rechazan el instinto maternal. Suelen enfocar sus vidas en el progresos de sus carreras y vidas laborales, lo que las hace ser poderosas y adineradas, generalmente. 

Los hombres alfas, por su parte, también son atractivos y fuertes, incluso más que las mujeres alfas. A diferencia de ellas, no son estériles. Pueden embarazar a hembras beta y a omegas, ya sean mujeres u hombres. Debido a su carácter dominante, tienden a ser populares, atrayentes y convincentes. Como a las mujeres alfas, ese poderío, les ha conducido al éxito. Lo que hace también, que, por el afán de tener un linage de alfas al que delegar sus ganancias y posesiones, los alfas se hayan formado una comunidad cerrada y con tradiciones arcaicas y singulares que son transmitidas de generación en generación. Muchos betas y omegas matarían por probar una parte de esa comunidad elitista, aunque no sea más que como sirvientes o amantes.

Las mujeres omegas son delicadas y sumisas. Preciosas, delgadas y generalmente de piel pálida. Tratadas por todo el mundo, desde el momento de su presentación, como verdaderas princesas. Su objetivo en la vida, encontrar una pareja que la mime y las mantenga. A la que pueda consentir, obedecer y dar hijos. Toda loba omega interior preferiría una alfa, claro está, pero la mayoría, por estadística, acaban casándose y siendo felices con un beta. No aspiran a más, su vida de ama de casa, devota esposa y amorosa madre, es todo lo que desean.

Que la sociedad incluye a mil personas distintas, eso lo saben todos y la mayoría lo acepta sobradamente. Sin embargo, la sociedad no es de color de rosa para todo el mundo.

Las mujeres omegas no son más que mujeres betas normales, pero con tendencias sumisas y delicada. Eso no afecta a la opinión de la sociedad. Los hombres alfas, tampoco se diferencian en gran medida a los hombres betas. Son más fuertes, aguerridos y elitistas. Pero uno es consciente de que siempre habrá alguien mejor que tú, así que eso no es un problema de aceptación para los betas. Estos dos grupos, no tienen porque ser distintos a los betas a simple vista, excepto por el celo, por lo que no hay problemas de racismo graves para con ellos en la sociedad. Las alfas mujeres tampoco parecen muy distintas al resto de las mujeres beta, lo único en lo que los betas no se sientes identificados es en su infertilidad, lo cual no les afecta directamente, y en su dinero, lo cual envidian, como envidiarían a cualquier otro rico. Puesto que tienen ese aire innato encantador, pero tampoco hay nadie sensato capaz de meterse en problemas con ellas, tampoco sufren problemas de racismo.

Los omegas varones...sin embargo... son otro cantar. Para empezar, son varones capaces de quedarse embarazos de otros varones, ya sean alfas o betas. Lo cual es tremendamente distinto a los varones beta. Son delicados como muñecas de porcelana, sumisos y callados. Los hombres beta no se sienten identificados con esa actitud, ni los ven como parejas probables, normalmente. Además, por el hecho de que pueden quedarse embarazados por hombres, dan por hecho que todos son gays. Y no es del todo cierto, una persona puede tener todo tipo de gustos. Sin embargo, durante el celo, los omegas sólo se sienten atraídos por hombres, puesto que son con los que pueden aparearse para quedar embarazados. Eso crea situaciones incomodas, prejuicios y problemas entre los omegas varones y el resto de la sociedad. Además, debido a su innato carácter sumiso, no les es fácil defenderse. A estas alturas, se presupone que los omegas varones no lo van a tener fácil en la vida. Son acosados en el instituto desde que se presentan y no se lo ponen nada fácil a la hora de encontrar un trabajo. Se espera de ellos que encuentren una pareja que pueda mantenerlos y cuidarlos. Preferiblemente un hombre homosexual, puesto que no pueden dejar embarazadas a las mujeres beta, ni quedarse embarazados de ellas. Por desgracia, todas estas exigencias, no son siempre fáciles de cumplir para todos, por lo que, según un estudio realizado hace no mucho, el 75% de las personas que se suicidan, son omegas varones. Lo que hace que su población sea aún menor.

En conclusión, hay un omega varón por cada 400 habitantes. Y de entre todos esos, le tuvo que tocar a YoonGi. Claro que, YoonGi, pronto se negó a ser un omega normal. Puede que no fuera fuerte, pero eso no le impediría defenderse. Puede que su cuerpo fuera más delicado que el de los betas, pero eso no le impediría trabajar. Y puede que fuera sumiso... No, un momento. Puede que YoonGi fuera un omega, pero no era nada sumiso. A pesar de que, su lobo interno, Suga, hacía de las suyas durante el celo, hasta el momento en que YoonGi recuperaba el control sobre su propio cuerpo. Como fuera, YoonGi estaba muy lejos de que su objetivo final en la vida fuera emparejarse, vivir dependiente de esa persona y dedicarse exclusivamente a procrear y cuidar de su descendencia. Claro que, tampoco era como si descartara totalmente, la idea de tener hijos. O eso le decía a su padre cuando el hombre le decía que quería nietos. Él, simplemente, no pensaba demasiado en eso aún.



*HOLA!!!!!!!!!!!!!!!!! BIENVENIDOS A MI NUEVA OBRA. 

Espero que os guste mucho!!!                          No olvides COMENTAR Y VOTAR

 Nos leemos en el siguiente capítulo. Un capítulo (quizá dos, depende del humor que tenga XD) cada LUNES. Un besazo. MUAC!


Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora