Todo lo que soy

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- No me lo puedo creer. - JungKook la miró confuso, Lisa parecía molesta. - Dime que no lo has hecho. - Le preguntó con un tono cada vez más fuerte y molesto. JungKook no entendía nada. Ella se giró y le observó indignada. Entre sus dedos índice y pulgar, con mucho cuidado, sostenía un guante de látex. JungKook lo cogió y lo volvió a tirar a la papelera rápidamente.

- ¿Qué haces, Lis? - Se giró para lavarse las manos. - Eso es una guarrería. - Volvió a dirigirse a la joven alfa. - ¿No te han enseñado que no se deben coger cosas de la papelera? - Un golpe secó retumbó por los azulejos. No dolió demasiado, pero aquella bofetada fue lo suficiente como para dejar a JungKook desconcertado.

- ¿Por qué les tratas así? - Quiso saber.

- No sé de que me hablas. - Pronunció  ignorando su furia por haber sido golpeado. Quiso salir del baño pero el se lo impidió. - Lisa, tengo que vestirme. Déjame salir.

- ¿Te lo tiras y luego usas un guante para tocarle? - Preguntó ella indignada. - Eso es despreciable. - Opinó.

- ¿Qué? Le hice daño, nunca se había acoplado a un alfa. - Le explicó. - Tenía que ponerle crema anestésica. Si lo hacía sin guantes la crema me habría dormido la mano. - Dijo con obviedad.

- Pudiste lavártelas luego y ya esta, como acabas de hacer ahora. - Propuso ella.

- ¿Qué más da eso? ¿Qué importa? - Aquella discusión le parecía estúpida.

- ¿De verdad no lo entiendes? - Preguntó anonadada. - ¿No piensas en cómo se habrá sentido? ¿Acaso no tienes ni una pizca de empatía?

- Claro que tengo empatía, sino habría dejado que su celo le consumiera, que lo llevaran al hospital, aun cuando me pidió que no lo hiciera, o peor... - Hablaba con calma. - Podría haber dejado que otro alfa se hubiera aprovechado de él.

- Al menos no habría tenido que sufrir tus humillaciones. - Pronunció ella. - ¿Por qué eres tan frío? - De nuevo esa palabra. Frío. Él, que había hecho las cosas siempre tal y como le habían pedido. Él, que era fruto de lo que le habían enseñado. Ahora le juzgaban porque su conducta no era lo suficientemente buena. Le habían enseñado a ser amable, respetuoso, cuidadoso, responsable. Pero nunca nadie le había enseñado a ser cálido. ¿Cómo se aprendía eso ahora, si nadie había sido cálido con él?

- Estaba lastimado. Hice lo que tenía que hacer para cuidar de su cuerpo. - Aseguró. - Seguí cada una de las indicaciones y enseñanzas del CIMETEL. - Le recriminó a su compañera. Ella se acercó a él, eliminando toda la furia e indignación, con delicadeza, con cariño. Le acarició la mejilla.

- Ese es tu problema, Kookie. - Le murmuró. - A veces hay que guiarse un poco por el instinto. Más por el corazón y menos por la cabeza. - Su voz era suave y dulce. JungKook no pudo hacer otra cosa que rendirse ante su gesto sedante. - Las normas no lo son todo. - JungKook tomó su muñeca y la apartó despacio.

- Lo son para mí, Lis. - Aseguró sintiéndose desarmado. - Son todo lo que tengo, todo lo que soy. - Ella le miró con tristeza. Lalisa Manoban era un alfa de 2° generación, igual que él. Había estudiado en el CIMETEL, igual que él. Conocía las normas y hacía lo que debía hacer, igual que él. Trabajaba igual de duro. Pero ella siempre había tenido una estrategia distinta hacia la vida. Las personas, especialmente las personas que tienen vidas tan exigentes como las suyas, necesitan desconectar. Necesitan pensar, de vez en cuando, que lo que hacen es una estupidez y que no deben tomarse la vida demasiado en serio. JungKook se tomaba la vida muy en serio y tenía una razón. No había sido cuestión sólo del CIMETEL. Los padres de Lisa eran estrictos, pero se rendían ante una hija rebelde y un poco descarada, que les divertía y de la que se sentían orgullosos. Los padres de JungKook eran distintos, ellos no entendían lo que era sentir orgullo. Daban por hecho que su hijo tenía que obedecer y hacer las cosas tal y como decían las normas. JungKook había luchado desesperadamente porque ser digno de ellos. Él no entendía que hiciera lo que hiciera, nunca estarían satisfechos. No porque no le quisieran, sino porque tenían una idea distinta de ver el mundo, y eso impedía que JungKook desconectara y viera la fragilidad y la inutilidad de seguir constantemente las normas. Eso hacía que su cabeza doliese y que su presión fuera mayor que la de cualquier otro alumno del CIMETEL. Lo que le había hecho ser también el más brillante, el más recto y, para su desgracia, sin que pudiera evitarlo ni darse cuenta, el más frío. JungKook no había sido el mejor alumno de su promoción por ser el más inteligente, sino por ser el más regio. Por cumplir y entender el mundo tal y como el CIMETEL quería. JungKook, como todo niño, no había sido más que arcilla informe, una vez. Las personas que le habían rodeado toda su vida, habían moldeado esa arcilla creando al actual alfa, perfecto para el CIMETEL y para sus padres. JungKook sólo había querido agradar a aquellos que le amaban, sin saber que eso estaba consumiendo su alma. ¿Podía culparle por ello? Quizá un poco, porque JungKook ya era un adulto y debía haber aprendido a escoger su propio camino. Quizá ya lo había hecho, y ese era su camino. Lisa se negaba a pensar aquello. Quería a JungKook. Era un buen chico. Era su amigo. Sólo debía comprender que la vida era más que agradar a tus padres y seguir ordenes creadas a partir viejas tradiciones, normalmente estúpidas. Quizá... Quizá... Quizá ese omega era lo que salvaría la mente de JungKook, cada vez más frágil. Quizá, simplemente, debía aprender a amar. No a un amigo, o a sus padres. Amar de verdad. Quizá ese omega, más rebelde de lo que aparentaba, que parecía que se saltaba las normas de la misma naturaleza, era lo que JungKook necesitaba.


Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora