De dominio público

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- Te lo voy a preguntar una última vez, JiMin. ¿Quién te envía estos ramos de flores?

- Temblando, sin poder razonar y a punto de llorar, se le ocurrió un última excusa.

- Yo mismo. - Dijo de pronto. Su esposo le miró confundido. - Tenía envidia de los otros compañeros. - Empezó a desarrollar su mentira. - Sus esposos y parejas siempre les enviaban regalos y cosas. Les compraban cosas bonitas y... como tú nunca me regalas cosas así pues... me inventé que me enviabas flores y... creo que se me fue un poco de las manos.

- ¿Y cómo pagas todo esto, JiMin? - Le preguntó con tono sombrío. Lo había olvidado. Estaba tan nervioso que había olvidado que su esposo tenía acceso a su cuenta bancaria. - Reviso el dinero que te gastas todas las semanas. - No sabía que fuera tan minucioso con el dinero que gastaba y que el propio JiMin ganaba.

- Bueno... yo...

- Basta de mentiras. Dime quien es. - Estaba claramente furioso y JiMin no podía decir que no tuviera buenos motivos para estarlo. Lo que JiMin había estado haciendo estaba mal.

- No es nadie. - Gimoteó el omega. Nadie... sólo el hombre al que amaba.

- Si no fuera nadie realmente importante ya me habrías dicho su nombre. - Gruñó. Le cogió con fuerza de la muñeca y, sin importarle lo que dijera la gente que les veía horrorizados, tiró de él haciéndole daño mientras JiMin se agitaba intentando soltarse.

- Me haces daño. Por favor. Suéltame. No voy a ir a ningún lado. - Aseguró.

- Por supuesto que no vas a ir a ningún lado. Nunca más. - Pronunció. - Olvídate del trabajo, de salir con YoonGi y de cualquier otra cosa que te haya permitido antes. Vas a permanecer encerrado en casa como debí hacer desde el principio. - Anunció. - Es lo que pasa por ser permisivo y condescendiente con los omegas. Son débiles en todos los sentidos. - Hablaba más para sí mismo que para JiMin.

- Me haces daño. - Gimoteó lloroso intentando seguirle el paso mientras sentía que los huesos de su muñeca iban a hacerse añicos. No le soltó hasta que le metió en el coche de mala manera. JiMin no paró de llorar en todo el trayecto, lo que poco le pareció importar al alfa, que antes siempre había sido débil frente a los pucheros de JiMin.

- De poco te servirán esas tretas ahora, mocoso desagradecido. - Le dijo a medio camino. Y Jimin intentó inútilmente parar de llorar.

Al llegar a la casa más de lo mismo. Su mano se aferraba al brazo de JiMin como esposas de hierro demasiado apretadas.

- ¿Qué ha pasado, esposo mío? - Le preguntó su primera esposa atónita por lo que veía. Su esposo nunca había tratado de esa forma a nadie y mucho menos a uno de sus omegas. Ni siquiera a uno de sus hijos cuando se habían portado mal siendo niños.

- ¡Silencio! - Exclamó al tiempo que estampaba a JiMin contra uno de los sillones haciendo que chocara con el apoyabrazos de mala manera. - Dame tu móvil. - Le dijo a JiMin. - ¡Los tres! - Les gritó a sus tres omegas. - ¡Dadme vuestros móviles ahora mismo! - Los dos primeros esposo no lo dudaron. Tampoco entendieron porque JiMin no parecía querer dárselo, pero no dijeron nada. Al fin y al cabo, sólo tenían el móvil para que su esposo los tuviera siempre localizados, aunque ellos no salían de casa, y para ver cosillas en internet como recetas de cocina y tiendas de ropa. No tenían más vida que esa. Tampoco entendieron porque JiMin temblaba terriblemente mientras se lo entregaba, pero tampoco dijeron nada. El alfa rebuscó en el móvil de JiMin mientras el omega bajaba la cabeza aterrorizado. No tardó mucho en encontrar los mensajes que le enviaba Jung HoSeok. No eran mensajes comprometidos, porque JiMin tenía miedo de que su esposo viera alguno por casualidad. Si lo veía, siempre podía decir que era el chofer de los Jeon para saber a que hora había quedado con YoonGi. Pero si veía toda la conversación, estaba claro que había demasiado mensajes como para ser sólo el chofer para JiMin. La bofetada que le propinó fue sin previo aviso y JiMin nunca creyó que le pegaría, pero tampoco podía decir que no se lo merecía.

Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora