El omega

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YoonGi despertó en cama ajena. No se asustó, porque siempre recordaba lo que su lobo interno hacía con su cuerpo durante las horas que le duraba el celo.

- Joder, Suga. - Le dijo a su lobo mientras observaba al hombre beta que tenía durmiendo junto a él. - Cada vez los eliges más idiotas. ¿Intentas batir un récord o algo? - YoonGi lo recordaba siempre todo, menos el nombre de aquellos tipos. No por nada, sino porque le era una información totalmente inútil. Al mes siguiente, cuando su celo le llegara de nuevo, Suga se haría de nuevo con el control del cuerpo de YoonGi y elegiría a otro en algún lugar.

YoonGi tenía un celo fijo todos los meses. Nunca se adelantaba, nunca se atrasaba. Por lo que le era fácil estar preparado. Tomaba ese día libre en el trabajo. Su jefe tendía a ser bastante comprensivo con él. Y se metía en la aplicación de su móvil "OmegApp". Donde los omegas en celo pueden encontrarse y elegir a algún beta, bastante desesperado, con el que saciar sus necesidades. Por esa razón, YoonGi también llevaba muy a raja tabla su horarios de pastillas anticonceptivas. Lo último que quería era quedarse embarazado de alguno de esos idiotas.

Salió de la cama y recogió su ropa del suelo. Aquello era más rutina que otra cosa. Disfrutaba del sexo, claro. Pero tampoco era gran cosa. Sin sentimientos, sin verse una segunda vez. YoonGi estaba bien con eso. No había encontrado a nadie a quien querer ni que le quisiera lo suficiente como estar en una relación estable. También era cierto que YoonGi no era el omega que todo el mundo esperaba. No para todos era fácil de tratar. Ni sumiso, ni obediente, ni complaciente, sino todo lo contrario. A veces era arisco y gruñón. Siempre a la defensiva. ¿Y quién podía culparle? Se había pasado la vida intentando hacer que la gente comprendiera que él sólo quería ser tratado como cualquier otra persona.

- ¿A dónde vas tan deprisa, caramelito? - Dijo el beta adormilado y tirando de la camiseta que YoonGi ya se había colocado.

- Tengo que ir a trabajar. - Respondió sin más. Incluso si no hubiera sido verdad, hubiera puesto la misma excusa, pero sí era verdad.

- ¿No te apetece un rapidito mañanero? - Habló con un tono pícaro en la voz.

- La verdad no. - Aseguró. - Ha estado bien mientras estaba en celo, pero ya no lo estoy. - Su expresión fue impasible. Se levantó de la cama para colocarse su cazadora de cuero.

- ¡Qué frialdad! Anoche estabas mucho más cariñoso. - Señaló el beta.

- Ya... Mi lobo interno tiene mucho más encanto que yo. - Asumió. No es como si no lo supiera. Desesperado por el celo, Suga podía cariñoso, mimoso y sumiso, de una manera en la que YoonGi no podía. Era el omega que todos querían, pero no era él. Su lobo interno y él tenían personalidades distintas, como todos los lobos internos de alfas y omegas. Algunos eran capaces de controlar, de vez en cuando, sus dobles conciencias, pero la mayoría, como Suga sólo se manifestaba cuando a YoonGi le atacaba el celo.

Tras despedirse del beta con poca efusividad salió de aquella casa que no conocía y cogió un taxi. Como no sabía donde iba a acabar la noche, no conducía durante su celo. Llegó a casa a tiempo para darse una ducha rápida y coger su moto para ir al trabajo. Adoraba su moto. Cuando conducía se sentía libre. Con el casco puesto, nadie sabía quien era, ni que era un omega. Su aroma no atraía a nadie y su cuerpo no parecía tan delgado debido a su amada cazadora de cuero. YoonGi era más bien bajito, su cuerpo pequeño y sus músculos poco marcados, casi como si fueran inexistentes. En ocasiones ni siquiera alcanzaba los 60 kilos. Su piel blanca como la leche y su aroma... de todo lo que podía odiar YoonGi de su naturaleza como omega, su aroma era lo peor. Dulce. Terriblemente dulce. Olía a caramelo, a dulce de leche, a algodón de azúcar. No sólo los alfas, algunos betas también se sentían fuertemente atraídos, incluso cuando no estaba en celo.

Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora