Costumbres que negociar

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Aquella noche, HoSeok hizo todo lo posible por obedecer a su jefe y amigo. Empezó tomando una copa, sólo una, y encendió la televisión con la intención de verla hasta la noche para luego cenar e irse pronto a dormir. Las cosas se asimilan mejor después de consultarlas con la almohada, eso creía HoSeok o, al menos, es lo que creía un HoSeok en sus cabales. Pero la porquería de programas que emitían por televisión no le ayudaron lo suficiente. Después de acabar una película pésima no pudo evitar beber otra copa intentando relajar su mente y apartar sus pensamientos. Pero no funcionó tampoco, los recuerdos de JiMin sólo se hacían más claros en su mente cada vez y eso le torturaba. Cuando quiso darse cuenta, tenía que levantarse del sofá porque ya se había acabado toda la botella de whisky. Pero tampoco eso logró hacerlo porque en cuanto se levantó sintió todo el mareo de golpe y tuvo que apoyarse en la mesa para no caer al suelo de lo borracho que estaba. A gatas llegó hasta el minibar, el cual sólo limpiaba de vez en cuando y nunca usaba, y cogió la primera botella de alcohol que alcanzó. Sentado en el suelo y apoyado contra el mueble de bebidas alcohólicas, abrió la botella y tomó un largo y amargo sorbo sin vaso ni nada. Y, después de un rato así, decidió llegar hasta su dormitorio, botella aún en mano, para abrir sentarse en su cama, como pudo y abrir su portátil. Tenía que averiguar quien era el tipo con el que JiMin había contraído matrimonio. De seguro tenía que ser un alfa rico y posiblemente famoso así que no sería tan difícil encontrarlo. No fue consciente del tiempo que empleó haciéndolo, sólo sabía que no había dejado de beber durante todo él. Al fin lo encontró, cuando la segunda botella ya estaba vacía y él estaba demasiado alcoholizado como para ir a por una más. Por lo visto era un banquero tremendamente rico y... tremendamente viejo. Tenía 63 años y, aunque no era del todo desagradable a la vista en las fotos en las que siempre salía con traje y corbata, claro, debía estar muy lejos de que JiMin se sentiera atraído por él.

"Es mi esposo debo cumplir con él." "Quizá me deje embarazado pronto." Esas habían sido las palabras de JiMin. La mera idea de ese hombre besando, acariciando y tomando al que antaño había sido su omega, le producía nauseas. Recordó las excitadas expresiones que JiMin le regalaba cuando le hacía suyo. Imaginar ese rostro cuando era ese tipo de 63 años quien estaba sobre él en la cama le daba ganas de vomitar. Entre esa imagen y el alcohol, no pasó mucho hasta que se hizo realidad. Soltó el portátil y llegó al baño a trompicones para deshacerse de todo el alcohol que había ingerido y que le estaba matando por dentro de igual modo que JiMin le mataba también. Tras unas cuantas arcadas y espasmos, la garganta le empezó a arder por la bilis y el estómago dolía de estar contraído. Se quedó allí un buen rato, prácticamente tirado en el suelo del baño hasta que su cuerpo se relajó y pudo levantarse para llegar hasta la cama de nuevo. Su masoquismo se hizo aún más palpable cuando, en vez de apagar el portátil y dormir, continuó buscando información sobre el banquero que se había casado con JiMin. En una entrevista que le habían hecho hacía dos años, el hombre decía que estaba muy contento de haberse casado de nuevo. Él no se refería a JiMin como su concubino, sino como su esposo. Pero, aunque sonaba mejor, al fin y al cabo era lo mismo. El entrevistador le había preguntado si creía que era demasiado joven para él y él respondió que para sentirse joven había que rodearse de gente joven. Además, alegó que quería otro hijo y que JiMin era el indicado para ello.

- ¿Con 63 años? - Gruñó HoSeok en voz alta. - Viejo verde, a ver si te enteras que todos tus soldaditos deben estar muertos ya.

Para colmo, en la entrevista añadía que su omega estaba muy entusiasmado con esa idea. HoSeok apretó los puños con fuerza. Claro que JiMin querría ser padre, pero no con alguien como él que casi le triplicaba la edad.

Estuvo recopilando más información durante gran parte de la noche. Tuvo que reconocer, internamente, que JiMin había dicho la verdad en una cosa, no había tenido mala suerte dentro de lo que implicaba su mundo. Su esposo era un hombre respetable y, a pesar de su edad, tenía sólo tres esposos omegas, a parte de su esposa alfa, por supuesto. Y, aunque también había sido educado en el CIMETEL, parecía mucho más permisivo que la familia Jeon. Él incluso dejaba que sus omegas trabajaran en lo que ellos quisieran. No era lo ideal, ni muchísimo menos, pero podría haber sido mucho peor. JiMin habría soportado pasar su vida entera en una casa, pues era servicial y obediente, pero le habría terminado consumiendo. Un joven como él necesitaba otras cosas en las que ocupar su vida. Cuando las noticias que encontraba empezaron a repetirse y el sueño llamó insistentemente a su puerta, HoSeok apartó el portátil y se acomodó en su gran cama vacía. Apretó con fuerza el anillo que colgaba de su cuello y se quedó dormido a pesar del terrible mareo, dolor de cabeza y de estómago que tenía. Tenía que hacer algo con todo los sentimientos que tenía dentro de él.

Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora