Omega débil

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Habían pasado las 8 de la noche y YoonGi estaba a punto de irse a casa. Su remplazo, de hecho, ya debería haber llegado. La gente estaba ya empezando a bajar a cenar al comedor. La alarma de su móvil sonó. No dudó en su significado. Abrió su mochila, sacó el pastillero y tragó uno de los anticonceptivos como hacía diariamente. Fue en ese instante cuando el teléfono de la recepción sonó. Maldijo a su compañero por no haberse presentado a la hora. Una llamada a esa hora podía ser cualquiera cosa impredecible.

- Aquí la recepción. ¿Qué necesita? - Dijo al teléfono rogando porque no hubiera ningún problema importante que le llevara demasiado tiempo solucionar.

- Buenas noches. - Habló un hombre de voz grave. - Lamento molestarle a la hora de la cena. ¿Sería posible que nos subieran un par de toallas más, por favor? - Pidió el hombre amablemente. - Mi mujer se ha dejado el grifo abierto y, sin querer ha empapado todo el baño. Hemos recogido el desastre. - Anunció entre avergonzado y jocoso. - Pero ahora no tenemos toallas para ducharnos. - Acabó narrando. YoonGi escuchó con paciencia. Esas cosas ocurrían más a menudo de lo que parecía.

- Por supuesto, señor. Enseguida iré para cambiar las toallas. - Aseguró cordial. - Sólo dígame la habitación.

- Es la 503. - Afirmó. - Muchísimas gracias lamento las molestias.

Resopló al colgar el teléfono. No era para tanto. Seguro que cuando bajar de nuevo a su puesto su compañero ya le estaría esperando y podría irse a casa. Ya podía sentir la libertad que le daba ir montado en su moto. Un poco más y podría apoltronarse en su cama.

Sacó dos toallas del armario de la lavandería y subió en el ascensor. Llamó a la puerta de la habitación 503 y un hombre beta bastante grande le abrió. Le recordaba muy levemente, pero no recordaba haber tenido ninguna conversación con él. Igualmente eso le pasaba a diario, cientos de personas entraban y salían del hotel y él era incapaz de acordarse de todos. Se inclinó antes de hablar.

- Señor, debería haber llamado al servicio de limpieza para que ellos se encargaran en vez de solucionarlo ustedes. - Comentó. El hombre le miró sin decir nada. YoonGi permaneció firme y confundido. - Si me permite pasar, dejaré estas toallas en el baño y me llevaré las sucias. - Continuó sin decir una palabra, pero se apartó para dejarle pasar. Sin comprender nada, YoonGi se limitó a cumplir con su trabajo y entró en la estancia. Estaba casi completamente a oscuras, sólo la lampara de la mesilla de noche estaba encendida. Una silueta al fondo de la habitación, entre las sombras, le observaba.

- No es la cama de la suite, pero nos servirá igual. - Pronunció la sombra. YoonGi la reconoció al instante, sólo una cantante podía tener una voz tan melodiosa. Sin embargo, algo en ella sonó repulsiva.

- Esperaré fuera, mi señora. - Dijo el hombre que se había quedado en la puerta y que ahora la cerraba por fuera, dejándoles solos en la habitación, con un sonoro portazo.

- No podía llamarte desde mi suite. Lo entiendes, ¿verdad? - Hablaba como si ese fuera el verdadero problema.

- Señorita, Ailee. He de volver...

- Shhh. - Hizo un gesto de negación con un dedo. - No vas a ir a ningún lado, lindo. - YoonGi dejó las toallas sobre un escritorio mientras ella se acercaba a él. YoonGi no retrocedió a pesar de que ella era un alfa. - Me encanta. - Aseguró con su más radiante, sincera y perversa sonrisa. - Esa mirada desafiante tuya. Jamás. Jamás había visto ese descaro en un frágil omega. Mucho menos en uno tan lindo con semejante olor dulce.

- ¿Qué le hace pensar que soy frágil? - Preguntó él.

- Todos los omegas lo sois. - Afirmó. Ni siquiera era una pregunta.

Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora