Dentro de mi cuerpo

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- YoonGi... - Empezó a decir JungKook cuando llegaban a su mesa. Era un comedor enorme con mesas redondas con manteles blancos y con un pequeño escenario al fondo con un micrófono en el centro.

- Lo siento. No pude evitar decir algo. - Se disculpó el omega. Él había decidido oír y callar ante los comentarios de otros alfas, pero no pudo detenerse. De hecho, se había contenido bastante porque de ser por él les habría dicho muchas cosas más.

- Iba a decir que siento que hayas tenido que oír esas cosas. Y pensar que yo las he dicho tantas veces. - Suspiró pesadamente. - No sabía el mal que podían hacer mis palabras hasta ahora. Me ha resultado todo tan... autoritario. Ni siquiera se dirgían a ti, ¿lo has visto? Como si fueras invisible. - Se quejó. Cuántas veces él había ignorado a los omegas de otros. ¿Se habrían sentido igual de mal que YoonGi en ese momento o simplemente estaban acostumbrados y resignados? O incluso pensaban que eso era lo correcto porque era la manera en la que los alfas mantenían las distancias con los omegas de otros. JungKook conocía las costumbres, sabía mejor que nadie los motivos, y de repente todo parecía estúpido y antinatural. Él mantenía conversaciones adultas con YoonGi constantemente, ¿por qué se empeñaban en tratar a los omegas como a niños o como a idiotas? E incluso si se ponía celoso, ¿por qué no iba a dejar que la gente hablara con YoonGi? Era todo culpa de la maldita obsesión por la posesión. JungKook amaba a YoonGi. Le quería sólo para él. Pero eso no quería decir que fuera su dueño y señor. No lo había entendido del hasta ese momento en el que él mismo tuvo que defenderse por sus acciones. Cogió la mano de YoonGi y la besó. - Lo siento. - YoonGi al ver las cavilaciones en la cabeza de JungKook, le habló.

- Pareces sorprendido de lo que has escuchado. - Pronunció. - Yo no lo estoy. Sólo un poco furioso.

- Soy tozudo, lo sé. - Reconoció. - Aprendo despacio, pero aprendo. - Aseguró el alfa.

- Aprendemos, cariño. Juntos. - Apretó su mano con fuerza. ¿Cómo habían podido tener tanta suerte de encontrarse? Cuando llegaron a la mesa, por instinto y costumbre, apartó la silla de YoonGi para que él se sentara. Podían no gustarle algunas tradiciones, pero ¿quién no agradece que sean caballerosos con uno? En cuanto se sentó sintió las bolas chinas clavarse más profundamente dentro de él. Dio un respingo, soltó un leve jadeo y volvió a sentarse con más cuidado. JungKook se acercó a su oído para burlarse, claramente.

- ¿Las habías olvidado por un momento, cariño? - Pronunció en un susurro. - Que las disfrutes. - Y movió su silla para ayudarle a sentarse correctamente en la mesa. YoonGi clavó sus uñas en la tabla de esta y le maldijo por dentro mientras el alfa se sentaba a su lado con una sonrisa. Vale, una vez quieto no se notaban demasiado. La clave era no moverse mucho.

Tuvo que ahogar una risa cuando vio que al omega que se sentó en frente le pasó exáctamente lo mismo. Él también llevaba las dichosas bolas de oro dentro de su culo, estaba claro. Su alfa no pudo esconder su sonrisa cuando se sentó al lado de su pareja.

Cuando ya todo el mundo había tomado asiento, in hombre subió al escenario.

- ¿Quién es? - Le susurró YoonGi a JungKook.

- Es el director del CIMETEL en Seúl.

- Señores, señoras, omegas. - YoonGi casi muere de risa y de rabia al mismo tiempo por esa presentación. Especialmente al ver que JungKook se daba un golpe en la frente por la vergüenza ajena. ¿Se podía ser más patético? No podía creer la de veces que había oído esas mismas palabras y no había sentido nada más que naturalidad. Y ahora estaba sintiéndose absurdo. Claro que, reírse, aunque fuera disimuladamente, le pasó factura. Al hacer vibrar su cuerpo, las bolas chinas vibraron en su interior. Se mordió el labio con fuerza.

Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora