Frente a tu puerta

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JungKook le abrazó por la cintura y se lo cargó en la cadera una vez más. De la cocina a su habitación no había más que unos pocos metros de pasillo. El alfa los anduvo sin trastabillar ni un paso y tenía intención de lanzar a MinGyu a la cama cuando la vio que estaba llena de trastos.

- Eres un desastre. - Le regañándole con cariño bajándole. Se inclinó para quitar las cosas de la cama y dejarlas en una silla. Era casi todo ropa.

- Déjalo. Lo hacemos en el sofá. - Le dijo.

- Sólo es un instante. No seas ansioso. - El omega se encaramó a él. - Cualquiera diría que eres tú el que está en celo. - Entonces MinGyu cogió todas las cosas que quedaban en la cama y las tiró al suelo poniéndose el mismo sobre la cama.

- Deja de ordenar trastos y ven aquí. - Le invitó dispuesto. JungKook sonrió.

- Tienes que entenderlo. - Susurró JungKook inclinándose sobre él muy poco a poco. - El sofá no era suficientemente amplio para lo que voy a hacerte. - Ni siquiera llegó a su boca. Desde su ombligo subió sus labios acariciando su suave piel hasta su cuello y volvió a bajar. Le quitó el pantalón más lentamente de lo que MinGyu habría esperado y recorrió también sus piernas. JungKook sintió el calor llenar su interior y, aún así, no tenía prisa. ¿Qué necesidad había? Dejó que el ardor que le recorría se transmitiera a MinGyu. Al final, toda la ropa de ambos se esfumó como caída por su propio peso y los dos cuerpos unidos se  empezaron a entender. Las manos de JungKook se atrevieron a tocar zonas prohibidas haciendo delirar al omega.

- Oh, dios. - Gimió. - Y todavía no has empezado. - Por supuesto, él ya sabía cómo se lo hacía JungKook, y no era rápido, sino delirante. Acarició su entrada e introdujo un poco dos dedos en él y le torturó de la forma más intensa. - Eres un alfa cruel. ¿Qué debe hacer este pobre omega para...? ¡Ah! - Jadeó. - JungKookie...

- ¿Un poco más profundo? - Se burló de él.

- Por favor. - Metió los dedos todo lo profundo que pudo y le tapó la boca a MinGyu con un fuerte beso tragándose sus gemidos.

Era curioso lo mucho que había cambiado JungKook también en lo que respectaba al sexo desde que había conocido a YoonGi. Lo único que no había cambiado era el tiempo que se tomaba para hacerlo. Antes, JungKook pasaba larguísimos minutos inútiles dedicándose con frialdad absoluta a dilatar a los omegas como si de un mal médico se tratase. Ahora, se tomaba su tiempo para consentirlos hasta llevarlos al más absoluto placer. No estaba convencido de que lo hubiera aprendido todo con YoonGi, pero si sabía que indudablemente todo había empezado por él. Aunque también tenía que reconocer que MinGyu, y algún otro omega que había conocido antes que a él ese año, le había ayudado a practicar bastante.

Después de los dos dedos, fueron tres. Y luego, después de mucho gemido descontrolado, su duro miembro terminó deslizándose dentro de la goteante intimidad del omega. Se meció dentro y fuera de él con sinuosidad. Las estocadas de JungKook eran certeras y profundas. Estaban a punto de alcanzar el orgasmo y ambos sabían lo que eso conllevaba. Estar entre los musculosos brazos del alfa, los cuales habían recuperado su fuerza de antaño, siempre se sentía bien. Pero no era lo mismo cuando JungKook daba paso a su lobo interior. Seagull no era cruel, jamás sería despiadado con un omega, pero no disimulaba el hecho de que sabía que no debía estar allí. Si bien JungKook era capaz de aparcar sus sentimientos por YoonGi por un momento y disfrutar de la compañía de MinGyu, incluso si continuaba amándole incondicionalmente, Seagull no era capaz de hacerlo. No se mostraba feliz de estar con el omega, aunque, al menos, ya no le hacía la vida imposible a JungKook como antes, torturándole incansablemente.

- Nos vemos en un momento, ¿vale? - Habló con suavidad dándole un dulce beso en la mejilla. El omega asintió sonriendo. Entonces JungKook cerró los ojos y se sostuvo en sus manos para no aplastar a MinGyu durante el cambio. Fue rápido. A pesar de todos los encontronazos que habían tenido JungKook y Seagull, ahora que el alfa estaba en paz consigo mismo, lobo y humano se entendían mejor que nunca. Sin embargo, mientras que para JungKook estar con MinGyu era un placer además de una necesidad, para Seagull, era un mal necesario, nada más. Hubo una intensa mirada entre MinGyu y Seagull. MinGyu, o más bien el omega que había dentro de él, se achantó un poco, pero sabía que no le haría ningún daño. Por supuesto que no, pero no por ello tenían que ser amigos. Seagull enterró el rostro en su cuello. Siempre hacía lo mismo. Era más fácil si no le miraba a los ojos. Y, aunque su aroma no era siquiera similar al de YoonGi, el olor de cualquier omega excitado ayudaría a un alfa en celo a ponerse a tono. Abrazó su cadera con posesividad enfermiza y MinGyu enredó las piernas en la cintura del alfa para darle un mejor acceso y aferrarse a su fornido y ardiente cuerpo. Unas cuantas penetraciones más, jadeos y gemidos deseperados por parte del excitado omega, los gruñidos guturales de un alfa en celo y, al final, Seagull, sintió su orgasmo crecer en su bajovientre y estallar dentro del omega. Acto seguido, Seagull le masturbó. No se olvidó de él. No iba a dejarle a medias a pesar de que no era su omega ideal. Y mientras su nudo se formaba y MinGyu sentía como su cuerpo entraba en el trance propio del acomplamiento, eyaculó con suaves espasmos refugiado contra el protector cuerpo de Seagull, quien lo abrazó y arropó a pesar de todo. Quizá el alfa seguía siendo distante y apático con cualquier omega que no fuera YoonGi, pero los trataba con igual cuidado. Las cosas también habían cambiado para él. Nadie más que ellos mismos tenían la culpa realmente, de que su amado Suga le hubiera sido arrebatado de entre sus brazos, así que no tenía motivo para lastimar a otros omegas. Y Suga tampoco hubiese querido que se estuviera torturando a sí mismo y a JungKook haciéndole caer enfermo por los supresores y la depresión. El proceso de recuperar su conciencia fue más lento.

Uno entre cientos [YoonKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora