CAPITULO 28 UN REY SIN REDENCION

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Si me preguntan si creo en la redención, lo creo, pero no para mi, yo no tengo ni merezco la redención, porque redimirme es expiar mi vida de culpas y no puedo hacerlo, porque hice mucho daño y eso no se cambia solo con un lo siento.

Alessandro habia visto la noticia del asesinato de Isbela Cerati y fue de inmediato a la casa de Ramses, porque aunque el lo habia desechado como amigo, en estos momentos lo necesitaba y debía estar alli para apoyarlo.

Entro en la casa cunado la mucama lo dejo entrar con confianza porque sabia la amistad que lo unia a su jefe.

— ¿Dónde esta?-pregunto muy preocupado.

— Se ha encerrado en el ginmasio desde hace tres horas, no ha comido nada y se niega a ser molestado- informo con preocupación la mujer mayor y antigua nana de Ramses

Cuando iba por el pasillo largo del tercer piso donde el acceso era restringido paso por una habitación denominada el cuarto oscuro y era aquella habitación donde Ramses no permitía a nadie entrar, donde sus peores demonios eran liberados y donde buscaba expiar las culpas de una manera muy peligrosa para su integridad física.

El que no estuviera alli, por lo menos, le hizo sentir cierto alivio y continúo

Algo estaba muy mal y aunque el sabia de ese lugar donde tampoco le era permitido entrar, no dudo en exigir las llaves y abrir.

La habitación estaba ligeramente alumbrada, y equipada con todo lo necesario para un ginmasio; steps, maquinas de ejercicios, caminadora, poleas, sogas y un saco de boxeo que cuelga del techo y el cual ahora Ramses golpea furiosamente.

Esta de espaldas, con su cuerpo semidesnudo, gotas de sudor perlan su espalda y rostro, se detiene en aquellas cicatrices y siente empatía por su dolor, su mirada es muy oscura y esta tan metido en su mundo de horror que no se percata de la presencia de su amigo y sigue dándole al costal con energía, sin importar cuan dañada tienes las manos, el ha adquirido un grado de dolor que le ha vuelto insensible a el, el castigo físico que se infrige es su medio de escape.

Ramses y su oscuridad.

Una oscuridad a la que pudo adentrarse, para darse cuenta del horror que habia sido su vida, por eso seguía siendo su amigo, porque el conocía sus mas oscuros secretos y como aquel Rey bondadoso del que hablaba Bella, el jamás dejaría a su amigo solo, no dejaría que se destruyera, que destruyera a otros.

Se detiene, su respiración es agitada pero a los segundos termina acompasándose, se quita los guantes y muestras las vendas blancas que las cubre teñidas de rojo, ¿Cuándo tiempo tiene golpeando? Un día no parara y las consecuencaias serán lamentables, pero eso es lo que el busca, juega con la muerte y un dia podría cumplirse aquello que ha deseado inconscientemente.

— Que haces aquí Alessandro- increpa al intruso sin siquiera voltearse.

— Aunque no quieras, sigo siendo tu amigo y por eso estoy aquí.

Ramses respira profundamente y se vuelve

— Imagino que vienes por lo de Isbela Cerati

— ¿fuiste a verla anoche?

— Es una manera sutil de preguntar si yo tuve que ver con su muerte- desdeño con furia contenida.

— No se que tu no fuiste-aseguro.

— Pero me acusaste de tener que ver con la muerte de Irina Stiva, suelo asumir mis culpas, la modelo rusa con la que dormi, que tuvo una sobredosis que ella provoco y apareció muerta en mi cama y que tu me ayudaste a encubrirlo-le recordó con rencor- reconozco todas mi s culpas, pero ese no fue el caso, no provoque su muerte.

ANASTASIA II PELIGROSA OBSESIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora