31.- POR TU SENCILLEZ, POR TU TIMIDEZ

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Un nuevo amanecer, como todos los que adoraba, a su lado. Eran las seis de la mañana, me había desvelado pero no me importaba. Me concentraba en admirar toda su belleza mientras dormía, que no era poca. 

Hoy me tocaba afrontar que tenía que irse, no me quedaban opciones. A lo mejor, lo más sensato era dejar que se marchara y acabara cuanto antes todos sus quehaceres en México, pero yo más bien necesitaba que se quedara. Al menos un día ¿era tanto pedir? Solo quería verla a mi lado, con un precioso vestido haciéndome sombra en la boda de mi hermana. Quería que me acompañara ella, para pasarme el tiempo pensando si algún día ella y yo llegaríamos a casarnos, imaginándome detalle a detalle como sería ese perfecto día. 

Observé durante un par de horas como dormía. Se me vino a la cabeza nuestra vida en un futuro, y me di cuenta de que lo quería absolutamente todo con ella. Curioso ¿eh? Como tan solo viendo a una persona eres capaz de querer una vida a su lado, de imaginarte todo lo que quieres, siempre y cuando la persona de tus sueños quiera lo mismo contigo. Supongo que pocas veces se consigue eso. Creo que más de la mitad de los matrimonios se basan en el conformismo. El aceptar que tal vez no encuentres a tu otra mitad, y aunque no consigas lo que deseas con tu pareja, al menos tienes a alguien a tu lado a quien abrazarte por las noches. Pero no, yo no era así. Yo había encontrado a mi mitad, a la mujer de mi vida. Y la verdad es que nada me parecía mejor que cumplir cada sueño a su lado, de su mano, porque estoy segura de que ella era la única persona capaz de hacerme realmente feliz y estaba dispuesta a todo para envejecer cogida de su mano. De lo que no estaba tan segura era de que ella quisiera lo mismo. Es decir, a lo mejor ella me quiere, pero no tanto. A lo mejor lleva tantos años aguantándome, que dentro de unos pocos decide que necesita encontrar a otra persona. Es algo que nadie sabe, algo que el destino deja para nosotros, siendo un completo hijo de puta o un gran aliado, nadie lo sabe. 

Se despertó al fin dibujando una gran sonrisa en su rostro, la cual provocó la mía como siempre había hecho. Besó mis labios y rodeó mi cintura con su brazo. 

-¿Llevas mucho despierta?

-Algunas horas, me desvelé sobre las seis.- sonreí

-¿Y por qué no me despertaste? 

-¿Por qué iba a hacer eso cuando lo que más me gusta es verte dormir? 

-Anda ¿y eso?

-Es que es el único momento en el que pareces buena...- bromeé y me reí. Intentó mantenerse seria pero no le salía muy bien.

-Idiota.- dijo, casi al borde de estallar a carcajadas. Se levantó y fue camino al baño.- A ver si me llevas a desayunar a algún sitio antes de que me vaya eh. 

-¿Eh? ¿De que te vayas a donde?- me hice la tonta, en verdad sabía perfectamente que se iba.

-A México Alex, ya lo sabes...

-Malú... 

-Dime cariño.

-Ven un momento.- se acercó a la cama y se sentó a mi lado. Cogí su mano y la miré a los ojos.

-A ver, vamos ¿qué pasa?

-Malú... ¿no puedes quedarte aunque sea unos días más?

-Sabes que no... Además ¿para qué quieres que me quede?

-Ya lo hablamos... Te vas a ir y esto va a dejar de ser lo que era. Quiero que aprovechemos al máximo, como tu dijiste, el tiempo que estés aquí. Además, se supone que eres mi acompañante de honor en la boda de mi hermana ¿en serio piensas dejarme tirada de esa manera? Cielo, por favor.- sonreí, muy cerca de su sonrisa, tan cerca que podía sentir su respiración a la perfección, pero nuestros labios no se juntaron esta vez.

-Lo siento... tengo que irme, de verdad. Al menos deja que me lo piense, que lo hable con el productor a ver que podemos hacer... Pero no te prometo nada. 

-Por supuesto... lo que tu quieras amor.- fingí como pude una sonrisa y salí de la habitación. 

Como no tenía ganas en absoluto de preparar nada, esperé a que se metiera al baño a ducharse para entrar a la habitación y coger un chándal. Ya vestida bajé a la cafetería. Tenía unos pelos de loca que no eran ni medio normales y mis pintas me delataban, se notaba que no era de mis días más felices. 

Esta vez ni siquiera pedí que me atendiera Sandra. Mi mentalidad fue tal cual una cría, 'si quiere ignorarme, que me ignore'. Total, ya me daba igual. Saludé al chico que estaba en la barra y le pedí dos cafés para llevar y unas cuantas palmeras de chocolate para mi junto con unos churros para Malú. 

-¿No piensas saludarme?- dijo apoyando la barbilla en mi hombro.

-No estaba en mis planes. Ahora si me perdonas tengo que irme.- cogí el pedido y salí del local, pero me retuvo antes de que pudiera cruzar la calle.

-No entiendo que te pasa. ¿Ya te doy igual?

-Anda, eso mismo pensaba yo ¿sabes? Pues si, me das igual porque pareces imbécil Sandra. De repente te pones como una gilipollas, me hablas seca y hasta no me hablas, me evitas. Durante un cierto tiempo quise saber lo que pasaba, si. Pero es problema tuyo, si quieres ponerte así, adelante, no seré yo quien te diga lo contrario.- crucé la calle y vino detrás de mi

-Déjame que desayune contigo al menos, y lo hablamos. Tampoco tienes por qué desayunar tu sola...- sonrió

-No estoy sola. Cuando se te pase la tontería me llamas ¿vale?

Subí a casa y entré sin pronunciar palabra. Malú estaba sentada en la encimera de la cocina y me miraba fijamente sin quitarme los ojos de encima. 

-Pensé que ya no volvías...

-Oye, no sería mala idea...- sonreí- Pero no, he pensado que era mejor traerte algo no vaya a ser que te mueras de hambre y luego tenga que ir yo a la cárcel por asesinato o una cosa así.- reímos. Le tendí el café y dejé aquellas bombas calóricas sobre la mesa. 

-¿Al final vas a sacarme de casa hoy o estoy de clausura?- no pude evitar reír, el tono en el que lo había dicho me resultaba tremendamente adorable

-¿No vas a pasar por tu casa?

-¡Claro! Mi casa será un buen sitio para pasar la tarde. ¿Un baño en la piscina tal vez?

-Tu sola Malú, yo no. 

-¿Por qué? 

-Porque no. Deberías saber que tu casa me trae demasiados recuerdos. 

-Lo sé pero...

-Pero nada. Ve si quieres, yo me quedo. 

-Alex...

-¿Qué?

-¿Estamos bien? 

-La verdad es que...- suspiré

THE BIGGEST CHALLENGE OF LIFE IS TO LIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora