-¿Si o no?-insistió
-Pues no lo sé. A lo mejor tu si estás bien, pero yo no. No estoy bien Malú. ¿Por qué iba a estarlo si te vas otra vez?
-Sabes que voy a volver, es imposible que me quede ahora Alex...
-No te digo que no, y tampoco te impido que te vayas. 'Si quieres a alguien déjalo ir'.- pronuncié apartando la mirada. Tenía verdaderas ganas de llorar, aunque tampoco entendía por qué.
-Lo siento, de verdad.
-No lo hagas... Vete a tu casa. Cuando vuelvas comeremos en algún sitio y luego te llevo al aeropuerto.
-¿Estás segura de que no quieres venir conmigo?
-Lo estoy.
-Vale.- se acercó a besarme, pero por alguna extraña razón giré la cara, obligándola a besar mi mejilla.
Cogió las llaves de mi coche y salió del apartamento. Intenté convencerme de que no pasaba nada, solo serían unos meses más y la tendría otra vez a mi lado, o eso quería creer. Sin duda lo que más me preocupaba no era que se fuera, sino una vez más, que allí encontrara a alguien que pudiera hacerla más feliz que yo.
A partir de ahora os mentiré. Os mentiré con cada palabra que diga, con cada cosa que diga pensar. No la quiero, no la echaré de menos, y en menos de unas semanas me volveré a enamorar. Vosotros haced como que me creéis y todos contentos.
Lo mejor que podía hacer en estos momentos era despejarme. Hacer todo lo posible para quitármela de la cabeza cuanto más tiempo mejor. Se iba esta misma tarde, y después de ese adiós tendría que fingir la mayor de las enterezas. Sin duda me iba a convertir en una gran actriz. No sé a vosotros, pero desde luego a mi se me está dando bien lo de mentir. Me refiero a que, se me da bien eso de aparentar estar genial, reírme hasta de la mínima tontería y decir que todo va bien, cuando en realidad todo se me viene abajo, y de lo único que tengo ganas es de hartarme a llorar hasta quedar completamente seca. Pero eso es lo de menos. Lo esencial es sonreír, tragarse las lágrimas de cara a la gente y cuando pregunten decir que estoy bien.
El primer paso para aparentar normalidad era, sin duda, trabajar. Solo en el escenario podía llorar como una magdalena (expresión que sigo sin entender a mis treinta pasados años, ya que las magdalenas no lloran, o eso quiero creer...), sin que me hicieran pregunta alguna. Era la tapadera perfecta. ¿Quien te va a negar que una canción te llega al alma y hace que se te salten las lágrimas? Nadie. Tampoco van a pedir explicaciones, darán por echo que son canciones especiales y nada más, y ahí está la clave.
Llamé a Pedro y mientras tardaba en contestar yo sonreía, intentando que mi voz sonara a la de una persona feliz o de psiquiatra, aún no lo tengo claro.
-¡Pedro! ¡Cuanto tiempo! Oye ¿puedes decirme cuando tengo el próximo concierto?
-¡Alex! Que raro tu tan animada... Pues mira, tienes dos el próximo fin de semana, el sábado y el domingo a las diez. ¿Te va bien?
-Si, claro. Gracias Pedro, un beso.- iba a colgar pero...
-¡Oye! ¡Alex!- gritó, como si quisiera dejarme sorda
-¿Y si pruebas a gritar más, que tal?- bromeé- Dime, venga.
-¿Qué es lo que te pasa?
-¿Por qué dices eso?
-Tanto entusiasmo en ti es malo... ¿Podemos vernos para comer?
-Lo siento... quedé ya Pedro, te veo en la boda de Sofi, adiós.- y colgué lo más rápido que pude.
Cogí mi agenda y apunté los conciertos. Me paré a mirar esta semana, y era una locura. Mañana tenía que acompañar a mi hermana a la peluquería y luego ir a comprarme no uno, sino tres vestidos. Uno para la cena de ensayo de mañana, y los otros dos para pasado mañana en la boda, uno para la ceremonia y el otro para bailar. Y como no, para acabar la semana de lujo, sábado y domingo concierto. La semana siguiente tendría que pasarme por la discográfica el lunes, el miércoles y el jueves, para distintas reuniones sobre otro posible disco y quien sabe si una mini gira. El resto de días de esa semana tenía nada más y nada menos que dos entrevistas en las que para entusiasmarme seguro me preguntarían sobre mi relación con Malú y una sesión de fotos solidaria. Todo eso repartido entre martes y viernes, sumando también un concierto en un hotel el sábado y también uno el domingo y el lunes ambos en fiestas de pueblo. Así que, si me preguntan mi opinión de todo esto... ¿Por qué se supone que tengo que echarme meses sin hacer nada y tener dos semanas colapsadas?
Realmente no recordaba que fuera así, es decir, cuando fui a grabar el primer disco tenía un montón de entrevistas, sesiones y miles de cosas, pero no recuerdo haber hecho tanto en tan poco tiempo y nada el resto del año.
Entre una cosa y otra se me pasó el tiempo volando. Tenía que darme mucha, muchísima prisa. Tenía que vestirme (que no solía llevarme poco tiempo), maquillarme y encontrar diferentes opciones de restaurante a los que pudiéramos ir. Pero tuve la suerte de que no solo yo soy impuntual, sino que mi chica lo de las horas no lo llevaba bien del todo aún, lo cual me dejó algo más de tiempo.
-¡ALEEEEX!- gritó, cual posesa
-¡VOOOOY!- imité. Le abrí la puerta y comprobé que en su casa aún le quedaba ropa y lo que se había puesto era impresionante.
-¿Estás lista?
-Si, vamos.
-¿En coche o andando?
-En coche, así que vete bajando. Pero ¡Malú!
-¿Que pasa?-dijo a mitad de la escalera
-Que conduzco yo.- sonreí y me devolvió la sonrisa
Mientras ella iba bajando me aseguré varias veces de que no me faltara nada y salí. Como ya imaginaba, cuando llegué al coche vi que estaba en el asiento del conductor y para convencerla de que bajara tuve que esperar un buen rato con mucha paciencia. Cuando por fin dio su brazo a torcer me subí al coche y empecé a conducir. Iba a llevarla a un restaurante relativamente nuevo que por las opiniones de la gente parecía estar muy bien. Ya no teníamos por qué ir a un bar de estos de los famosos, donde no nos viera nadie, pero si que quería un sitio tranquilo donde no tener que preocuparnos por ninguna otra cosa, no sé si me explico.
Llegamos y comprobé que a Malú le había gustado el sitio, por suerte. Nos sentamos en una sala ajena al comedor principal, al aire libre y con unas vistas preciosas.
Durante la comida hablamos sobre muchas cosas. Esquivé el tema de su ida a México unas quinientas mil veces, y se dio cuenta unas quinientas mil una. No le dije que no se fuera, no la intenté convencer para que se quedara conmigo ni tampoco quería retenerla aquí. Es decir, si yo no dejaba mi vida aquí para irme con ella ¿por qué tenía que pedirle yo que dejara su carrera allí para quedarse conmigo? No, desde luego no quería ser una egoísta, no con ella.
Como se dio cuenta de que no iba a insistirle más cambió de tema. Empezó a contarme todo lo que tenía que hacer en estos meses y yo le resumí en pocas palabras lo que tenía que hacer yo. No reímos como antes, como al principio. No teníamos nada que decir, pero llegamos a comentar hasta el tiempo para no tener silencios que nos incomodaran. Aquella comida sin duda fue la mejor desde hacía bastante tiempo, y supongo que esas cosas se notan.
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THE BIGGEST CHALLENGE OF LIFE IS TO LIVE
Roman d'amourHistoria totalmente ficticia entre Alex, cantautora pendiente de descubrimiento y Malú, famosa cantante española.