Pizza

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Cinco de la tarde de un día sábado. Muero del aburrimiento mientras veo una tonta película de amor en Netflix.

No sé cómo es que llegué a esto.

Necesito salir de esta pocilga en la que se ha convertido mi habitación. Es un desastre y no tengo ánimos de arreglarla. He estado como muerto desde la visita al hogar. No puedo dejar de pensar en la pequeña Isi y en sus ojitos desconfiados.

Busco mi celular entre la enredadera de sábanas y le marco a Matt.

─McQueen─ contesta alegre. Todo mi cuerpo se tensa y la sangre me abandona. ¿Hace cuánto tiempo que no me llama así? ¿Se ha olvidado de lo que le hice? ¿Qué ha sucedido para que me llame de esa manera?

"─Mate, por favor─ le suplico.

─¡No me llames así! ─ grita y me empuja─ Mi nombre es Matthew─.

─¿De qué hablas? Tú eres Mate y yo el Rayo McQueen, el dúo inseparable, los mejores amigos─ digo con desesperación tratando de encontrar su mirada.

─Eso era cuando yo confiaba en ti─ dice entre dientes."

─¿Sigues ahí? ─ habla Matt.

─Sí, yo...─ suspiro─ ¿Quieres salir? Necesito distraerme─.

─De hecho, voy saliendo─.

─¿Y no pensabas invitarme? ─ digo ofendido.

─Puedo invitarte si quieres─ escucho una puerta abrirse, creo que es la de su auto─ Iré a comer pizza con las chicas─.

─¿Chicas? ─ frunzo el ceño─ ¿Qué chicas? ─ mis puños se cierran.

─Con las Miller─ puedo sentir la sonrisa que se ha formado en sus labios. Si no fuera tan vergonzoso, él babearía por ellas.

─Hermano, ¿estás seguro? ─ alboroto mi cabello y camino de un lado a otro─ Pensarán que es una cita, yo no quiero citas─.

Él suelta una carcajada.

─Supéralo, David─ continúa riendo─ No es una cita, ellas tampoco quieren citas─ suspira─ Ya te lo dije antes, deberías permitirte conocerlas, son geniales─.

─No lo sé, me parece raro─ me paro frente al espejo. Soy un desastre andante. Tengo ojeras, mi cabello es un remolino y la camiseta que llevo tiene manchas por todas partes. ¿En qué momento me convertí en esto?

─Raro es que tú veas citas donde no las hay─ vuelve a suspirar─ Mira David, las chicas son simpáticas, tienen un humor increíble que hacen que mi ánimo mejore cada vez que estoy con ellas, me han ayudado un montón a...─ un silencio largo e incómodo. Miro la pantalla creyendo que la llamada se ha cortado, pero no, los segundos siguen corriendo─ Me han ayudado, son buenas amigas, de verdad te lo digo, dales una oportunidad antes de que te arrepientas cuando yo te abandone y las prefiera a ellas─.

─No me puedes abandonar, Matt─ gruño. Él ríe.

─No lo haré, pero me gusta pasar tiempo con ellas y no voy a dejar de hacerlo sólo porque tú me lo pides, ya lo decidí─ sentencia.

─De acuerdo─ suspiro con resignación.

─Si quieres venir, estaremos en el lugar donde trabajan los padres de la chicas─ concluye la llamada.

¿Ir o no ir? ¿Me permito conocerlas? ¿Tendrá razón mi amigo? ¿Estoy preparado para tener amigas? ¿Podré con eso?

...

La campanita emite su sonido en cuanto abro la puerta.

Barro con mi mirada el lugar. Hay varias familias disfrutando de las distintas comidas que el lugar ofrece.

Veo a mi amigo y a las chicas en el mismo lugar que nos sentamos aquella vez cuando desprecié los lugares como este.

Suspiro negando con mi cabeza al darme cuenta de lo tonto que fui. Nunca antes me había comportado así. Siempre he pensado que el trabajo y el salario no definen a una persona. Ese día, como todos los días, mi cerebro sólo pensaba en lastimar a las personas que me rodean para alejarlas de la furia que suelo lanzar en determinados momentos.

Los tres están riendo fuertemente. Quizás debería irme y dejar que se diviertan, después de todo, siempre arruino sus conversaciones.

Matt me hace una seña desde su lugar. Ya no puedo huir. O quizás podría decirles que me equivoqué de lugar y marcharme. Quedaría como un estúpido, pero siempre lo he sido, así que es lo de menos.

Me acerco hasta ellos.

─Así que David es mi cita─ sonríe la morena─ Debí imaginarlo─ se corre hacia el rincón para que yo tome asiento a su lado. Mi rostro se contrae. Sabía que esto era una cita. Mi cuerpo no reacciona.

─Está bromeando David─ ríe Matt. Miro a Belle que me dedica una sonrisa que muestra todos sus dientes. Me recompongo y me siento a su lado.

─Tienes que seguir soñando, morena─ le doy un pequeño empujoncito.

─O quizás tú deberías soñar menos, galán─ me devuelve el gesto.

¿Me dijo galán? ¿Belle me ha puesto un apodo? Un escalofrío recorre mi cuerpo, y mis párpados se abren y cierran rápidamente.

─No te olvides de respirar─ bufa la rubia. Le dedico una sonrisa, de esas que a las chicas les encanta. Ella rueda los ojos.

La pizza llega. Espero no sea con piña.

El sujeto del otro día la deja en el centro.

─¿Quieres que te ayude Belle? ─ la mira. Belle busca la fuente de ruido y una vez que la localiza sonríe.

─Yo la ayudaré, no te preocupes─ responde Matt. El sujeto asiente con desconfianza y se marcha.

─Agh, me fastidia que sea así─ habla una enojada Violeta.

─¿Podríamos no darle tanta importancia, por favor? ─ dice Belle─ Él sólo estaba siendo amable─.

─Ja─ suelta la rubia con sarcasmo─ Amable su abuela─ se cruza de brazos. Yo me rio─ No te rías─ me apunta la rubia con su dedo índice y sus ojos oceánicos me miran amenazantes.

Alzo mis palmas.

─Ahí tienes, Belle─ avisa mi amigo depositando un trozo de pizza en el plato frente a la morena. Ella le sonríe con calidez.

─Gracias Matt─ con ambas manos sostiene el plato.

Mi amigo saca otro trozo, luego Violeta y por último yo.

Doy una mordida. Mmm, esto sabe fenomenal.

─Esto está delicioso─ digo tragando─ ¿Tus padres la cocinaron? ─ le pregunto a la rubia que está frente a mí.

Ella asiente.

─Sí─ responde la morena.

─Le preguntaba a Violeta─ digo.

─Perdón, soy ciega y también son mis padres─ se encoge de hombros y sigue comiendo.

Dale una oportunidad, me digo.

─Debí especificar, lo siento─ me disculpo. Ella vuelve a encogerse de hombros.

─Tus padres cocinan como los dioses, Belle─ le habla Matt.

─Les encanta cocinar─ sonríe Belle.

─Siempre están haciendo recetas nuevas─ comenta la rubia luego de dar un sorbo a su bebida─ Es un milagro que no rodemos por la vida─ dice divertida.

─Apuesto a que seguirías siendo igual de guapa─ le guiño un ojo.

─Apuesto a que no me importa─ me mira con cara de pocos amigos.

─Apuesto a que no pueden dejar de pelear─ ríe Belle.

─Apuesto a que no puedes dejar de ser tan adorable─ se une Matt. Belle se sonroja.

Apuesto a que estos chicos terminarán juntos. Una sonrisa se forma en mis labios.

Sólo Siente [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora