Sólo Siente [#1]

Arcoíris

Miro detenidamente el lugar.

He estado aquí otras veces.

Hay muchos colores rodeando la casa. Una pequeña casa de color blanco.

Es un sitio grande rodeado de muchas flores. Demasiadas.

Los colores me marean.

Intento dar un paso, pero me tambaleo. Doy otro paso y otro, hasta que logro encontrar el equilibrio para caminar y llegar hasta la puerta.

Con una mano me sostengo del umbral de la puerta y con la otra golpeo tres veces la dura madera.

Siento sus pasos acercarse. Mientras más cerca, más rápido va mi corazón.

─Violeta, ¿eres tú? ─ dice suavemente sin abrir la puerta.

Mi espalda se yergue y miro hacia el frente. La puerta sigue cerrada y yo no entiendo de dónde viene la voz.

─Soy yo─ arrastro las palabras. El silencio se instala.

Una imagen de ella frunciendo el ceño viene a mi mente. Sonrío.

La puerta se abre levemente.

Inclino mi cabeza para mirarla. Su ceño está fruncido, como la imaginé.

─¿David? ─ sus labios se mueven lentamente al pronunciar mi nombre─ ¿Qué haces aquí? ¿Te encuentras bien? ─ su rostro se tiñe de preocupación.

Ella por completo me derrite.

En un movimiento rápido, que no logro entender cómo lo llevo a cabo, abro completamente la puerta y la tomo por sus mejillas. La miro, intentando encontrar algo que me haga alejarme realmente de ella, pero como siempre, no lo logro.

Con frustración y desesperación apego mi frente a la de ella.

─Te necesito─ susurro en sus labios y apego mi cuerpo al de ella.

Pone sus manos en mi pecho ejerciendo presión para mantener distancia.

─David, por favor, suéltame─ su voz es temblorosa.

Me alejo y la miro. Las lágrimas amenazan con salir de sus ojos.

La dejo ir abruptamente, se tambalea y cae al suelo.

Soy un imbécil. Me arrodillo frente a ella rápidamente.

─Belle, yo...─ me acerco. Quiero abrazarla y no soltarla más.

Pero su cuerpo se encoge como cuando discutí con Matt. Me teme.

La sensación que me produce el que ella me tenga miedo es inexplicable.

─No te voy a hacer daño─ susurro en un intento desesperado porque ella me mire y vuelva a confiar en mí.

Tengo tanto miedo de hablar más fuerte. Temo asustarla más de lo que ya está y que se aleje completamente de mí.

Asiente con su cabeza. Todo mi ser se despierta ante su respuesta.

Con cuidado de no tocar mucho su cuerpo, la ayudo a ponerse de pie. Ambos nos tambaleamos.

─¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? ─ pregunto con preocupación.

─Sí─ murmura. Tomo sus manos sin poder evitarlo y la miro suplicante.

─Perdóname, por favor─ susurro─ Soy un cavernícola, un imbécil que solo piensa en sí mismo─.

Alza su rostro y sus ojos se anclan a los míos. Un escalofrío me recorre.