Post charla

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Luego de asistir a la charla que realizó Belle, mi ánimo disminuyó considerablemente, por lo tanto decidí ausentarme a las clases siguientes haciendo uso del permiso que aún está vigente.

Invité a los chicos a tomar un café, pero la única que quedó libre después de la charla fue Belle. Y aunque se negó a acompañarme en un principio, logré convencerla después de varias súplicas y chantajes.

─Chocolate caliente para ti, capuchino para mí─ digo acomodando los vasos para luego sentarme frente a ella.

─¿Y nada para comer? ─ hace un puchero con su labio─ Cuando los nervios se me pasan me da mucha hambre─ comienza a buscar algo en su bolso. Me extiende un par de billetes─ Quiero donas y algo con chocolate, por favor─.

Divertido, niego con la cabeza.

─Jamás me arrepentiré de haberte dado una oportunidad─ golpeo su nariz y me pongo de pie─ Iré por su comida, reina Belle─.

Hago nuevamente la fila y pido una docena de donas y una caja de bombones artesanales de distintos sabores. Vuelvo a la mesa.

─No puedes pagar todo tú, David─ reclama.

Chasqueo la lengua.

─Es mi ofrenda de paz─ en una servilleta pongo una dona glaseada y la acerco a la mano de Belle.

─¿Por qué? ─ frunce el ceño y toma la dona. Le da un gran mordisco que me hace sonreír.

Juro que todas las chicas con las que he comido alguna vez, comen como pajaritos y jamás se terminan todo lo que piden.

─Por lo de año nuevo─ siento un peso menos sobre mí.

─¿Qué sucedió en año nuevo? ─ dice al tragar lo que tenía en la boca.

─Luego de terminar la llamada estabas llorando y puedo asegurar que fue por mi culpa─ doy un sorbo a mi café.

─Violeta exageraba─ se encoge de hombros como restándole importancia.

─¿Estabas llorando? ─ insisto. Veo la duda en su rostro, pero luego asiente con su cabeza─ ¿Por mi culpa? ─.

─No─ dice segura─ Te prometo que no fue nada que dijiste, es...algo que no te puedo explicar, pero de verdad no eres el culpable─ su voz sigue siendo segura y sé que no me está mintiendo. Ella siempre es sincera.

─Es también por lo que le dije a Violeta─ digo avergonzado─ Y porque me sentí enojado contigo durante la charla─ otras tantas toneladas de culpa me abandonan. Con Belle siento pesar, pero también tranquilidad.

─¿Enojado? ─ sus ojos están en los míos.

Pero hoy eres un adulto con la capacidad de decidir si quieres seguir viviendo de la misma manera en que has vivido hasta hoy, o bien, decidir si quieres cambiar tu forma de vivir.

Sus palabras vienen a mi memoria. Y aunque siento miedo, decido hacer algo diferente.

─Hablaste de los cambios que produjo la terapia psicológica en niños que recibieron malos tratos por parte de sus padres─ introduzco el tema y ella asiente─ Yo recibí ayuda psicológica y psiquiátrica y nada funcionó, incluso me atrevería a decir que lo empeoró todo─ una risa desganada se escapa de mis labios.

─Yo hablé de psicoterapias eficaces, David─ corrige─ Dije que existían niños felices con su vida a pesar de la falta de los padres, porque hubo alguien, psicólogo o psiquiatra, que realmente descubrió y se preocupó de la necesidad que en ellos existía. Dudo mucho que la ayuda que tú recibiste se enfocara en tu necesidad─.

─Desde los seis hasta los quince años, que fue cuando me negué a seguir yendo, pasé por varios psiquiatras─ una sonrisa irónica se me escapa─ Durante muchos años mi etiqueta fue de trastorno oposicionista desafiante acompañado de un trastorno del control de impulsos─ mi estómago se contrae─ Era horrible Belle, porque todos tenían miedo de mí, los niños, profesores, todos, y yo lo único que quería era que alguien me abrazara y me dijera que me quería. Yo quería que mis padres me lo dijeran─ digo con pesar─ Todas esas etiquetas no me importaban, nada de lo que dijeran los psiquiatras me importaba, me volví inmune a sus consejos por causa de un tipo que se hacía llamar psicólogo. Era nauseabundo Belle, realmente me hizo mucho daño─ susurro.

─¿Sabes que no debes contarme sobre eso si no quieres, verdad? ─ su voz es suave y su sonrisa es tierna.

─Quiero hacerlo Belle, lo necesito─ tomo su mano que descansa sobre la mesa. Sus mejillas se sonrojan, pero no retira la mano y yo tampoco.

Suspiro.

─Mi primer y único psicólogo fue él. Todo en él decía a gritos que me alejara y jamás entendí por qué es que mis padres confiaron en él. En fin, desde el primer día comenzó a decirme que mi conducta era la de una niña, que debía comportarme como un hombre, que no debía llorar porque eso era de niñas y que si lloraba, nadie me querría. Siempre sus palabras me hicieron sentir como una basura que no merecía el cariño de nadie...Un día le confesé que me aterraba la soledad, el que no me tomaran en cuenta, y para ayudarme a superar mi miedo, me encerró a solas en un cuarto oscuro durante toda la sesión─ miro a Belle y su rostro se contrae en dolor─ Fueron nueve años que estuve en terapia con él porque mis padres notaron cambios en mi comportamiento, ¡y cómo no! ─ digo con enojo─ Si me aterraba abrir la boca pensando que mis padres harían lo mismo que ese sujeto. Tenía una doble vida, Belle, con mis padres y aquel sujeto era el chico sumiso que obedecía en todo, pero con mis amigos me desquitaba, hacíamos cosas horribles. Luego cumplí quince y me negué a seguir yendo al psicólogo, mis padres lo permitieron porque yo me comportaba bien. Pasaron unos meses y al ver que mis padres seguían siendo los mismos de siempre, no seguí molestándome en ocultar mi mal comportamiento. Arremetí contra todo y todos, me volví insolente, fiestero, mujeriego y todo lo que se te pueda ocurrir─ hago una pausa y la miro. Miro nuestras manos unidas y la suelto─ Me convertí en la bestia que hoy soy─.

─Lo que yo siento David, no es una bestia─ me mira con dulzura─ Siento a un hombre profundamente dañado que pide a gritos ser amado, y si tú me dejaras, si tu dejaras que la gente que te rodea te ame, todo podría cambiar en tu vida─.

Una sonrisa se curva en mis labios.

─¿Estás diciendo que me amas? ─ digo con arrogancia. Belle se sonroja.

─Como amo a Matt─ se encoge de hombros.

─Lo siento, pero compartir con mi amigo no es lo mejor─ suspiro. No quiero recordar aquello en este minuto.

─Eres un pesado─ dice ofendida─ Yo no me refiero a eso, yo me refiero a que los amo como amigos, pero si tú no quieres...─.

─Ya no te puedes arrepentir─ gruño.

Ella suelta una risita.

Ay, Belle. ¿Qué es lo que tienes?

Sólo Siente [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora