Discreto

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─No entiendo por qué nos esforzamos en llegar temprano─ dice Matt expulsando el humo de su cigarrillo.

─Porque queremos ser hombres responsables─ digo serio. Ambos nos miramos y soltamos una carcajada.

─Estuvo bueno─ palmea mi hombro aun riendo. Llevo el cigarrillo a mis labios y quedo mirando a mi amigo, sé que no debería preguntar nada, pero necesito saber si los desmayos de Belle tienen que ver con él.

─¿Está todo bien con las Miller? ─ quiero ser discreto para que no se cierre como una ostra.

─¿Te refieres a lo de ayer? ─ me mira frunciendo el ceño. Yo asiento─ Sí─ se encoge de hombros.

─Fue raro, sabes─ digo como si no fuese relevante─ Belle se desmayó de la nada, ¿no te parece raro? ─ lo miro de soslayo. Matt suspira. Maldiciones, por qué suspiró. Cuando la gente suspira, es porque hay algo muy jodido escondido.

─Hola chicos─ saluda Violeta. Ambos les devolvemos el saludo.

─Hola─ murmura Belle. Está seria y tampoco ha despegado su mirada del suelo.

─Hola Belle─ le sonríe mi amigo. Ella le devuelve el gesto y me pregunto cómo lo hace para descubrir los gestos que los otros hacen y corresponder.

─Deberíamos entrar a clases, quedan cinco minutos─ digo mirando mi reloj de pulsera.

En completo silencio nos dirigimos al interior de la universidad. Las Miller van hacia la derecha y nosotros hacia la izquierda. Las veo alejarse, pero de pronto se detienen. Violeta abraza a Belle y ésta asiente. Luego continúan su camino.

─¿No crees que Belle está rara? ─ le digo a mi amigo.

─¿No crees que estás muy preocupado de ella? ─ pone los ojos en blanco y sin esperarme continúa caminando. Apuro mis pasos para alcanzarlo y no abro mi boca en toda la clase.

Dije que sería discreto con él y con Belle.

...

¿Qué tengo que ver yo con el enojo que tiene Belle con mi amigo?

Estamos en el casino. Ella espera a que su hermana llegue con el almuerzo, yo ya lo he terminado. Bueno, el postre, porque la poción mágica-alias comida-estaba incomible. Y Matt se ha excusado con que uno de los profesores lo mandó a llamar.

¿Raro, no?

La morena está sentada frente a mí y no me ha dirigido la palabra ni la mirada. He intentado conversar con ella de cualquier estupidez que se me ocurre, pero sólo me responde con monosílabos. ¡Es frustrante!

─El otro día leí que la mayoría de los psicólogos terminan por volverse loco─ intento poner un tema de conversación por vez número mil.

─Quizás─ se encoge de hombros.

La discreción puede irse al mismísimo infierno.

─¿Te ocurre algo Belle? ─ la miro fijamente. Ella alza su mirada y frunce el ceño─ He intentado sacarte alguna palabra que no sea un sí, no, no sé, quizás, pero no lo he logrado, qué demonios te sucede─.

─¿Qué te sucede a ti? ─su expresión se acentúa aún más─ ¿Por qué de pronto quieres hablar conmigo y saber lo que me sucede? ─.

─Porque me preocupas─ digo serio. Ella rueda los ojos y se cruza de brazos.

─Te preocupo─ suspira negando con la cabeza─ ¿Adivina qué? ─ susurra inclinando su cuerpo para acercarse a mí por encima de la mesa, como si quisiera contarme un secreto.

Sólo Siente [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora