Esto no es una subasta

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El salón principal es enorme y está perfectamente decorado por una exigente Violeta que estuvo dándonos órdenes alrededor de dos horas. Con mi amigo terminamos exhaustos porque todo el trabajo lo llevamos a cabo entre los dos, ella sólo nos indicaba qué hacer y cómo hacerlo, desde la comodidad de su asiento. De vez en cuando se paraba para pasarnos algún artefacto que necesitábamos.

Matt ocultaba su risa cada vez que la rubia me retaba porque yo había hecho algo mal o por las caras de fastidio que le dedicaba cada vez que ella no me estaba mirando.

Lo confieso, fue divertido.

En cinco minutos empezará la subasta y han llegado alrededor de cuarenta personas, cuando en realidad deberían haber alrededor de cien personas, ya que según lo que Belle me comentó, la invitación fue extendida a quienes asisten a la iglesia que fundó el hogar y a ésta va esa cantidad de personas, si es que no más.

Es tan baja la asistencia que el salón no ha llenado ni su cuarta parte.

Es realmente desmotivador y decepcionante.

─¿Por qué hay tan poca gente? ─ intento ocultar mi molestia, pero no lo logro del todo.

─Siempre nos sucede lo mismo─ suspira la morena─ La iglesia no está realmente comprometida con esto, con la visión de asistir al necesitado, es algo que el pastor siempre transmite a la congregación, pero es como si nadie escuchara en realidad─ vuelve a suspirar─ Olvídalo, no te aburriré con el discurso sobre la visión que portamos como ministerio─ hace un gesto con su mano como si intentara difuminar una nube entre nosotros.

No digo nada, cuando en realidad quiero hacer miles de preguntas.

Camino hacia la cocina para ver en qué puedo ayudar. Necesito calmarme y creo que fumar no es la opción, al menos no en este lugar.

─Hola, señora Miller─ saludo a la madre de Belle que está concentrada preparando hamburguesas. Da un pequeño salto en su lugar.

─Me has asustado─ ríe.

─Lo siento, no fue mi intención─ digo avergonzado.

─No te preocupes, cariño─ sonríe con calidez─ ¿Y qué es eso de señora Miller, eh? ─ me mira con reproche.

─Lo siento─ vuelvo a disculparme.

─Dime, ¿qué te trae por aquí? ─ continúa con su trabajo.

─Venía a ver si necesita ayuda─ digo con timidez.

─No necesitamos más manos─ responde una voz a mis espaldas. Mi cuerpo se tensa.

No necesito mirar para saber a quién corresponde la voz, porque en cuestión de segundos entra a la cocina y se dispone a ayudar a la madre de las Miller.

La señora Miller parece no notar la tensión porque sonríe en mi dirección.

─Prefiero que vayas a disfrutar de la subasta, es la primera vez que estás aquí, además, pronto cantará Belle y apuesto a que nunca la has escuchado─ me apunta con su dedo lleno de salsa verde.

─¿Puedo ir a verla? ─ pregunta el sujeto, creo que su nombre era Dill.

─Te acabo de dar un descanso, Bill─ responde la señora Miller. Oh, su nombre era Bill.─ Y las hamburguesas no se preparan solas─ me guiña un ojo. Yo sonrío y me retiro.

Al parecer sí notó la tensión.

...

Esto no es una subasta, pienso por enésima vez.

Sólo Siente [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora