Escucho a Rosie decirle a una de las chicas que me presentó Belle aquella que vez que vine a este lugar, que el médico se tardará un poco en llegar, así que deben estar pendientes de Isidora, aquella pequeña que se durmió en mi regazo.
Una sonrisa se me escapa al recordar el día.
─Disculpe─ me acerco a las dos mujeres─ ¿Isidora está enferma? ─.
─Se ve bien, pero no ha querido comer desde ayer en la mañana─ dice Rosie con preocupación.
─¿Y no le han avisado a Belle? ─ frunzo el ceño. Ella puede hacer que coma, me lo dijo aquella vez que vinimos.
─Cariño, Belle tiene su vida, no podemos molestarla cada vez que sucede algo con Isidora─ me sonríe─ Además, algún día Belle formará su propia familia y tendrá que cuidar de sus propios hijos, no podemos retenerla en este lugar─ acaricia mi brazo en un gesto maternal.
Es fácil imaginarse a Belle con una familia.
─¿Están seguros que no ha comido nada? ─ han pasado veinticuatro horas, si es que no más, desde que Isidora ingirió su última comida. Ningún niño podría verse bien ante eso.
─Estamos seguros─ afirma la chica.
─¿Puedo pasar a verla? ─ tengo la ligera sospecha de que la pequeña sí está comiendo.
─Claro que sí─ dice con entusiasmo la mujer mayor─ Ve a avisar lo del médico, yo llevaré a David con Isidora─.
Sigo a Rosie por las escaleras color caoba que se encuentran al centro de una sala de estar, frente a la puerta de entrada. El segundo piso es enorme, y con aspecto antiguo, pero es todo tan reluciente y familiar que es imposible sentir soledad, a pesar de lo vacío que está el pasillo. Caminamos por el piso de madera que tiene la misma tonalidad de la escalera. Nuestros pasos repiquetean y algunas cabezas curiosas se asoman por las puertas de las habitaciones.
Nos detenemos frente a la habitación veintiséis.
─Quedas como en casa─ me sonríe─ Yo bajaré a ver si tengo nuevas noticias del médico─ abre la puerta de la habitación para que yo entre. En cuanto pongo ambos pies en la habitación, la puerta se cierra tras de mí.
La habitación no es muy grande, pero tiene todo lo necesario. Cama, ropero, mesa de noche, escritorio. Hay algunas muñecas sobre uno de los muebles y otros juguetes sobre otro. En una de las paredes hay varios dibujos pegados. Las paredes están pintadas de color rosa chicle y el piso está alfombrado.
─¿Isidora? ─ mi voz no es muy alta para no espantarla más de lo que ya está. Veo dos coletas asomarse a los pies de la cama. Me quito el blazer y me siento en la cama─ ¿Crees que quieras saludarme? ─ poco a poco me muevo hacia el final de la cama. Ahí está ella sentada, entre la pared y la cama, aferrada al suelo. Está chupando su dedo pulgar de la mano izquierda, con su otra mano sostiene un peluche de conejo.
"─Es mi conejo favorito─ me sonríe. Puedo ver el hueco entre sus dientes─ Pero quiero que lo tengas para que me recuerdes─ extiende sus brazos para dármelo. Mi sonrisa se ensancha y yo la abrazo."
De pronto alza la mirada y me ve. Una risita se escapa de sus labios y sale de su escondite. Se lanza sobre mí en un abrazo.
Mi estómago se contrae.
─Hola pequeña─ la acomodo en mi regazo y beso su frente. Ella se acurruca en mi pecho. Acaricio una de sus coletas doradas; es suave, así como el de la morena─ Me han contado que no estás comiendo─ no dice nada y tampoco se mueve. La vuelvo a acomodar, esta vez para que pueda ver su rostro─ Aunque yo creo que sí has comido algo─ achico mis ojos al mirarla. Ella suelta una risita─ ¿Será que tienes dulces escondidos por ahí? ─ muevo mis dedos por sus costillas, haciéndole cosquillas. Ella suelta una carcajada que deja a la vista sus pequeños dientes. Me uno a su risa.

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Sólo Siente [#1]
JugendliteraturReprimir lo que sientes para sobrellevar el mundo puede convertirse en un martirio si te enfrentas a algodón de azúcar y chocolate caliente, porque te obliga a experimentar las mil y una sensaciones que puede producir, incluso, puede contactarte con...