No me decepciones

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Es sábado.

Un día perfecto para descansar, para no hacer nada. Para disfrutar de una buena película o una serie.

Pero no.

A Belle se le ocurrió la grandiosa-nótese el sarcasmo- idea de hacer el trabajo para la clase de debate, el día de hoy.

Mi descanso se fue por el desagüe. Y lo peor es que me citó a las doce del mediodía pudiendo haber dormido hasta esa hora.

Y mi humor tampoco me acompaña. Nunca lo hace luego de discutir con mis padres.

Fue una discusión intensa sobre las notificaciones que el director les ha estado enviando a mis padres sobre mi posible expulsión si no logro comportarme, además de mi huida de la oficina de mi padre aquel día en la tarde y mi posterior borrachera.

Sí, llegué en ese estado a casa.

Me detengo frente a una gran reja negra. Presiono el timbre y una voz a través del interfono me pregunta quién soy y a quién busco. En cuanto menciono a Belle, el portón se abre. Me adentro por el amplio camino que me lleva hasta una gran mansión. Es un lugar colorido producto de las flores que se encuentran por todo el jardín y a los pies de la casa.

Belle está de pie a la entrada de la mansión. ¿Ella vive aquí? No lo creo, porque hoy debíamos ir a un lugar donde se trabajara la profesión de ella para que yo pudiese conocer más de qué se trata.

Apago el motor. Me quito el casco y camino hacia donde ella se encuentra. Me dedica una amplia sonrisa.

─Pensé que no vendrías─ dice en cuanto comienzo a subir los cuatro escalones a la entrada.

─Me costó encontrar el lugar, por eso me demoré─ miento. La verdad es que no iba a venir.

─Me estás mintiendo─ me reprocha, pero la sonrisa no desaparece de sus labios.

─¿Eres bruja o qué? ─ me cruzo de brazos, de pronto, me siento como desnudo frente a ella.

─El tono en tu voz cambia cuando mientes, pierde esa seguridad que tanto te caracteriza─ alisa su vestido blanco con dibujos de enormes rosas rojas─ Es el mismo tono de voz que pones cuando hablas con Matt─ agrega. Mi estómago se aprieta.

─¿Aquí es donde vives? ─ me paro frente a ella, un escalón más abajo de donde ella está de pie. Nuestras cabezas quedan a la misma altura.

Ella ríe, una risa suave, aterciopelada. Una extraña sensación me recorre el cuerpo.

─Es un lugar muy grande para una familia tan pequeña, ¿no crees? ─ ladea su cabeza.

─Sí─ susurro, recordando mi casa, un poco más pequeña, pero que se siente el triple de grande en los momentos de soledad. Por esta razón es que todo el tiempo estoy fuera de casa, porque me recuerda cuando yo era un niño y pensaba que en cualquier momento los monstruos vendrían por mí porque nadie estaba para rescatarme.

─Tengo dos opciones de lo que podríamos hacer─ acomoda su pequeño morral─ La primera es conocer la casa, pero tendría que ser con una de las encargadas de aquí, ya sabes, no soy muy buena de guía turístico─ se encoge de hombros. Admiro la capacidad que tiene de bromear con su discapacidad─ La segunda opción es que vayamos de inmediato a ver el trabajo de un psicólogo. Puedes escoger una primero y luego la otra, o una sola, como quieras─ alza sus manos dejando toda toma de decisiones en mí.

─Preferiría ir directo a ver el trabajo del psicólogo, creo que tampoco soy buena compañía en cuanto al turismo─ me excuso. La verdad, es que quiero terminar luego e irme a casa.

Sólo Siente [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora