27. Jay

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Meg respira con lentitud en mi pecho. Tiene puesta una de mis camisas y la parte de abajo de su ropa interior. Lo único que me protege son mis pantalones deportivos porque ya se apoderó de toda la sábana acurrucándose entre mi cuerpo y la pared. La lluvia cae afuera haciendo un relajante sonido para mis pensamientos. Ensayé las palabras que le diría a Meg mientras se duchaba, pero terminó completamente distinto a como pensaba que iba a ser.

Las cosas están yendo bastante rápido. No tengo miedo. No mentí cuando le dije que no podría volver a encontrar lo que siento cuando me besa. He estado enamorado pero ya pasó hace bastante tiempo, si cuenta mandarle una carta de amor a una chica de un grado mayor que tú. Cuando mi papá murió lo que menos pensaba era tener novia como el resto de mis amigos. El tiempo se me pasó en otras cosas, como pintar, pensar en cómo pagaría mis clases de arte y en cuidar de mi familia. No es que no quisiera, nunca lo pensé. Hasta ahora.

Recuerdo todavía la forma en que mi papá miraba a mi mamá. Como si fuera lo más puro y perfecto que existe en la tierra. Como preparaba su café en la mañana, cuando llegaba del trabajo le daba un beso. No le daba vergüenza mostrar cuando la amaba en frente de nosotros o de la gente. Tomaba su mano y se la presentaba a sus compañeros de trabajo, a quién sea como esposa y señora orgullosamente.

También tuvieron momentos duros, pero lograron salir adelante porque eso quisieron. Querían estar juntos.

Y la pregunta que ahora me hago es...  ¿Meg quiere estar conmigo?

Ella es tan firme creyente de que las relaciones no funcionan que me hace dudar. Siente algo por mi. Nos entregamos mutuamente. Pero no creo que desee estar conmigo formalmente. Debo preguntárselo, no podemos ir en la vida actuando como más que amigos sin serlo totalmente, no podría soportarlo. Meg no es mía ni de nadie, pero me gustaría saber que soy el único que puede sostenerla en las noches y preparar su café con una exagerada cantidad de azúcar por la mañana.

No he podido dormir en este transcurso pensando en eso.

He notado que Meg duerme más y más rápido. Su cara está relajada, como si no se hubiese forzado a dormir. Tiene sus labios y nariz cubiertos con la tela de la sábana, puedo jurar que está sonrojada por el frío. Me pego más a su cuerpo para hacerla sentir cálida. Cierro los ojos aspirando su aroma.

Estoy siendo bastante feliz ahora. Todo está saliendo bien y mejor de lo que esperaba. Nuestro trabajo está bien, Bridge es fantástico, Meg es maravillosa, todo me parece increíble y difícil creer que no vivo dentro de un sueño.

Extraño a mi madre y a mis hermanos, hablamos a diario y es otro detalle que hace que todo sea un tono más oscuro. No le he dicho nada a mamá sobre Meg y yo. Todos los días me da un consejo y me cuenta cosas que hacen Alissa y Aaron. Rose también me saluda, me insiste que sigue sirviendo dos platos de más sin darse cuenta, para mi y para Meg.

No sé qué pueda llegar a pensar sobre que me gusta la chica con la que he crecido desde que tenemos nueve y diez. Sospecho que siempre lo supo, antes que yo. Yo no lo notaba pero sabía que algo era raro en mi. Me gustaba que se quedara unos segundos más abrazándome y me ponía algo nervioso de vez en cuando con su cercanía. Me gustaba verla caminar mientras daba pasos saltarines para llegar, algo que sigue haciendo, y estar tan pérdida en la música que ni siquiera podía recordar su nombre en esos momentos.

Suspiro.

No es difícil. No tiene porqué serlo. Pero con Meg, las cosas se vuelven inciertas y algo complicadas.

—¿Qué piensas?—pregunta somnolienta. Me mira desde abajo con un ojo abierto.

—No me di cuenta que ya habías despertado.

Malas Costumbres©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora