Con las manos en los bolsillos de mi chaqueta, camino sin ningún rumbo. Ya es medio día, parece ser un día pacífico. No hay demasiadas personas en la calle, el sol está en lo más alto y hay una ligera brisa que mueve suavemente las copas de árboles.
Moviendo mis pies sin ninguna dirección, intento pensar en otra cosa que no sea el rostro de Meg sin consuelo. En su mano rodeando mi muñeca y una lágrima escapando, haciendo un camino hasta su barbilla.
Necesitaba salir de esa tensión que nos ahogaba. No sé si hice lo correcto, ya no sé qué es correcto con esto. Pero no mentí cuando dije que preferiría detenerme y contenerme, antes de perderla. ¿Pero entonces seré infeliz viendo a Meg estar con alguien más? No puedo obligarla a amarme, no quiero hacerlo. Quiero que sea ella quien me quiera, como la quiero yo.
No como una expresión de mis emociones, sino como una necesidad, necesito que esté junto a mi, la quiero. Meg es autodestructiva e impulsiva, a veces no tiene filtro, y siempre quiere tener la razón. Pero, Meg es brillante, inteligente. Cariñosa, con ansias de explorar el mundo que la rodea y llenarlo de colores y vida.
Y perder esa chispa de energía, de pasión, lo que la hace tan distinta a lo que soy yo, tolerarlo sería un suicidio. ¿Podría encontrar algo igual, o mejor, otra vez?
Marco un número en mi teléfono, teniendo una dirección en mente.
—Ey, hola.
—¡Hola! No esperaba tu llamada...—responde a través de la línea.
—¿Estás disponible?
—Sí, estoy en Timotie's.
Estiro mis labios en una sonrisa débil.
—Está bien. Pasaré por ti.
.
.Timotie's está igual que siempre a medio día, pocos clientes y la mayoría de empleados descansando del ajetreo del resto de las horas del día. Saludo a Robin, que lleva una bandeja con un pedido. Me pregunta por el estado de Meg, confundido le respondo que está bien. Sonríe y se despide con la bandeja sostenida entre su mano y hombro.
Britney sale de la cocina, vestida con un vestido negro sencillo y zapatos deportivos, sonrío cuando veo que se acerca a mi entrelazando sus manos frente de sí. Su cabello rubio está cruzado en una dirección y sus mejillas están ruborizadas con algo de maquillaje. Pero se ve encantadora.
—¿Mujer práctica?—le digo refiriéndome a sus zapatos, sonríe con seguridad mirándolos.
—Hay que estar preparada si un chico lindo te invita a pasear.
Me río subiendo los hombros.
Colin sale de la cocina, casi corriendo y con el rostro rojo, sosteniendo una patineta debajo de su brazo. Su pecho sube y baja en una respiración agitada, y tiene las trenzas de sus zapatos sueltos.
—¿Ya nos vamos?—dice.
Britney le reprende con la mirada, y se regresa a mi apenada.
—¿No te importa si lo llevamos?—río—. Hace demasiados desastres si no estoy.
Colin se encoje, con gesto travieso y culpable.
—Para nada—revuelvo el cabello rizado y rojizo de Colin.
Colin se nos adelanta con su patineta, Britney camina junto a mi dando algunos tumbos. Luce relajada, y se ve más joven con su vestido simple y zapatos. Con la guardia baja, sin darle órdenes a nadie —y sin tacones admirablemente altos— , se ve más baja, Meg le llevaría unos buenos centímetros.
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Malas Costumbres©
Teen FictionConforme creces, todo cambia. Todo es distinto y nada lo ves de la misma forma. No todos corremos con la suerte de tener lo que queremos, pero lo que tenemos no lo vemos. Sin embargo, siempre hay algo que sella lo que somos. Sin nuestro pasado no se...