43. Jay

224 36 6
                                    

No puedo dormir.

Siento de esta una noche pesada. Ya he tenido el mismo sueño dos veces. El volante, la sangre, el helicóptero.

El volante, la sangre, el helicóptero.

Mamá me llamó esta mañana. Desde que me fui, los gemelos se portan mejor. Alissa cuida demasiado de Aaron, le dice que ordene sus cosas y haga su tarea, se baña sin que nadie se lo diga y ella misma lleva a pasear a Sopa.

Pero Aaron ha estado enfermo. Mamá se quedó sin el auto porque tuvo que llevarlo al taller para reparar la falla, sé que si pasa algo, les será muy difícil salir de casa sin el auto. Le mandé algo de dinero. Mamá lo envió de vuelta. Eso me ha hecho culparme desde entonces.

Todavía me culpo de muchas cosas. Como el accidente.

Con una mano sobre mi abdomen, miro al techo. Buscando alguna respuesta, alguna señal de lo que debo hacer a continuación. Me he adaptado rápido a esta ciudad, pero tengo tan poco tiempo para estudiar, a veces hasta para comer o descansar. Todavía me duele la cabeza. Necesito comprar mis lentes, mamá no sabe que accidentalmente los rompí porque se preocuparía de más.

Evito sentirme asfixiado enfocándome en lo que he ganado. Pero no veo todavía resultados. Necesito más tiempo para estudiar y un trabajo que me permita ayudar a mi familia. Necesito algo de paz, respirar. Iré el próximo mes a casa para asegurarme de que estén bien.

Meg respira con tranquilidad junto a mi, boca abajo con una mano cerca del rostro. Entiendo porqué le cuesta tanto dormirse, en las noches todo parece más grande y aplastante.

Aunque, ahora se ve relajada. Tiene los labios ligeramente entreabiertos y el cabello revuelto sobre la almohada. Lo único sobre ella es la sábana, y su collar. Su nariz se enrojece del frío que viene de la ventana abierta.

Intento memorizarla para apaciguar las ideas de mi cabeza. El arco de su ceja, sus labios. Su perfecto cabello.

Más temprano, me dejó sin respiración. Jamás me había sentido en tanta conexión con nadie, su precioso cuerpo sobre mi haciéndome sentir como el único. Si pudiera repetirlo, lo haría para escuchar sus gemidos delicados y necesitados.

¿Cómo no puedo amarla?...

Estuve a punto de decirlo mientras veía cómo se perdía en el momento en el que el fuego dentro de nosotros se incrementaba.

La amo.

Suspiro confundido cambiando de mano, ¿y si ella no me ama? ¿Por qué se fue con Heron? Es egoísta, pero no quiero que Heron se de cuenta de lo increíble que es. Aunque es imposible no notarlo.

Meg es fácil de querer. La luz que desprende no es algo que se pueda encontrar habitualmente. Meg intenta mantener felices a los que ama, busca ayudar a quien lo necesita. A pesar de que quiera dar la impresión de ser dura, no lo es.

Ella es fuerte, pero no dura.

Meg es libre, generosa, graciosa. Ella es los colores que pinto. La pieza más difícil de tocar.

Es su maldita costumbre de hacer que la ame tan fácil.

Un pequeño ronquido sale de su nariz, arruga su cejas como siempre hace cuando duerme. Con mi pulgar deslizo su piel para deshacer la expresión.

—Te amo—susurro.

Malas Costumbres©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora