El timbre arrebata las palabras de mi boca. Casi de inmediato, los pasillos empiezan a quedarse solos cuando comienzan a entrar en las aulas mientras que Jay con lentitud, me regresa su atención.—Estamos juntos en esto—coloca sus manos en mis hombros, me da un corto beso en la frente.
Lo sigo con la mirada hasta que desaparece. Pateando el aire y arrastrando los pies me decido en que sí debo entrar a la clase. No sin antes intentar suprimir la idea de fracasar y quedarme aquí. Mastico el interior de mi mejilla con el temor que se dispara en mi pecho cada que lo pienso.
Soy casi la última en entrar al salón, le echo un vistazo rápido en el camino a la pizarra y me doy el lujo de hacer una mueca de aburrimiento al tema escrito para el examen final suspirando en respuesta. Repito en mi cabeza que no tiene que gustarme, que sólo tengo que tener una buena calificación. Pero hacer cosas que no están ni cerca de apasionarte es casi imposible. Prefiero los números que la sangre y saliva.
—Esto no es tan difícil como se ve—el profesor Montes es un hombre cincuentón de canas generosas y con muy buen humor. Quizás el único en esta escuela que da sus clases con ánimo.
Nos saca una risa. Insistió en ayudarme con tutorías para no bajar mi rendimiento en su clase, siempre me ha sido de mucha ayuda así que es inevitable no apreciarlo, porque no hay muchas personas como él, que motivan a los demás a no perder la esperanza.
Aunque la estoy perdiendo. Siguen sin darme un respuesta.
La uña de mi pulgar está por desaparecer gracias a la ansiedad. Mis emociones se encuentran con la mención de la palabra futuro. Me pierdo tanto en la vida de fracasada que crea mi imaginación que ni siquiera presto atención a la clase.
Y, ahora entiendo el no prestas atención a las cosas importantes de Jay.
Estoy a punto de arrancarme la uña de raíz cuando pienso de nuevo en que la probabilidad de que nos acepten a los dos es prácticamente nula. Me aterra quedarme sola en este lugar.
—¿Meg? ¿Estás bien?—pregunta Hailee a mi lado.
La pregunta la acompañan sus grandes ojos verdes cuando lentamente llevo mi atención a ella. El cabello abundante le enmarca los rasgos finos de su piel tersa y morena.
—Sí—respondo con un suspiro—. Estoy bien.
—Es la segunda vez que te lo pregunto—susurra. Escucho la voz del profesor Montes de fondo hablar sobre lo que deberían ser las respuestas de mi examen.
—Es que... Estoy pensando—me pauso.
—Los chicos y yo planificamos decorar un día antes para la fiesta.
—Ya no estoy segura de querer hacerla. Acabo de salir con un dolor de cabeza con la de ayer—bromeo.
—No podría hablarte de nuevo ni en sueños.
—Ya lo sé. Queda de parte de los demás no abrir la boca y arruinar la sorpresa. Aunque con los exámenes, nadie debe tener cerebro para pensar en una fiesta hasta el fin de semana.
Hailee llegó a la escuela hace dos años cuando se mudó de ciudad por el trabajo de su mamá. La conocí en una práctica del club de atletismo, ella quería entrar al equipo pero en la segunda vuelta a la cancha, se desmayó. Así que, me ofrecí a acompañarla a casa y al día siguiente en medio de una conversación de lo que había pasado durante la práctica, nos dimos cuenta de que nos llevábamos muy bien.
Y a pesar de que tenemos la mayoría de nuestras clases separadas, siempre buscamos la forma de estar algo de tiempo juntas entre ellas, al igual que en las fiestas a la que siempre nos arrastra que terminan en situaciones como las de anoche, con algo de tragedia pero nunca sin diversión.
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Malas Costumbres©
Fiksi RemajaConforme creces, todo cambia. Todo es distinto y nada lo ves de la misma forma. No todos corremos con la suerte de tener lo que queremos, pero lo que tenemos no lo vemos. Sin embargo, siempre hay algo que sella lo que somos. Sin nuestro pasado no se...