59. Meg

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Mañana es el día de la cena. Apenas puedo pensar en eso mientras mis dedos enrojecidos afincan la punta del lápiz en la hoja de mi examen. El sonido hueco de la sala hace que las respiraciones nerviosas sean claramente audibles y los pasos de la Maestra en sus tacones relucientes, sean el indicio de la tensión que serpentea entre nosotros. 

Ninguno se atreve ni siquiera a inclinarse demasiado, mirar al lado contrario mucho menos. Sé que Heron está a mi lado, puedo sentir su mirada de reojo. Después de que la Maestra Sophia pase delante de nosotros, le señalo su hoja con la mirada para pedirle que deje de observarme y se concentre en esto. Aunque Heron no tiene por qué temer, su familia costea su universidad. Yo dependo de que mis notas sean de primera para sostener mi beca. 

Es el único examen escrito que hemos tenido en esta materia. Es como un repaso de todo lo que hemos aprendido hasta ahora, debo admitir que me siento como en esos tiempos de secundaria cuando estudiaba con Jay hasta hiperventilar conocimiento. El pobre debe estar cabeceando en sus clases, estuvo conmigo hasta la madrugada escuchándome leer mis notas más veces de las que puedo contar. 

Basta con decir que apenas yo puedo mantenerme despierta, pero me esfuerzo en abrir mis ojos y enfocarme en esto, en esto que por ahora, es lo más importante de mi existencia. Mentiría si digo que exagero cuando mi futuro depende prácticamente de este examen.

Suspiro sacudiendo mi cabeza ligeramente cuando siento la pesadez que embarga mi vista, coloco nuevamente el lápiz sobre mi hoja para finalizar la última pregunta.

Discretamente observo por medio de la caída de mi cabello a algunos de mis compañeros. Sarah, la chica a la que todos reconocen como "la estirada", está tan erguida en su asiento como siempre. Braun, el chico que generalmente la acompaña como Heron a mí, golpetea su pie contra el suelo, pensando en medio de lo que puedo percibir como un bloqueo. Se está acabando el tiempo y lo sabe. Por eso me dispongo a dejar de curiosear y escribo, borro y me esfuerzo en pensar con claridad, por más cansancio del que puedo acumular.

Casi aúllo de alegría cuando finalizo, todavía hay una cantidad razonable practicando su examen y haber terminado en casi un tiempo récord, es un alivio. Deslizando un mechón de mi cabello detrás de mí oreja, le extiendo la hoja a la Maestra con una sonrisa tímida. Puedo ver algo en su ojos similar al profesor Montes. Una de las personas que creyó que lo lograría. En la sonrisa de la Maestra Sophia, encuentro a mi viejo maestro que me enseñó que podía. Y pude. Me pide amablemente que me retire, y con una última mirada a Heron, le asiento en mención de apoyo.

Aunque él no parece nada asustado, en comparación de mis demás compañeros.

Al salir encuentro Bridge algo congestionado de personas. Muchos hablando con rapidez. Tengo que sobreponer mi hombro y hundir mi cuerpo para pasar entre algunas personas. Con mi expresión confundida, encuentro a Bianca hablándole de cerca a Harold que con una sonrisa, no se repara en mirar nada más que sus ojos.

—¿Qué pasa aquí?—les interrumpo con picardía, pero refiriéndome a la cantidad de personas reunidas—. ¿Es una fiesta o qué?

—Meg, en serio, ¿en qué universidad estudias?—ríe Bianca.

—¿Bridge?—repito nuestra antigua conversación, ahora con duda, porque no estoy segura de enterarme de la mitad de cosas que aquí suceden. Harold sonríe con un mechón de su cabello rizado rojizo cayendo sobre su frente, se dispone a explicarme.

—Se acerca la gala navideña. Y aunque no lo creas, es muy importante para todos en Bridge. Seguro están discutiendo quiénes serán los que van a ser invitados como participantes y por qué, algunos ya son escogidos desde la mitad del año, sobre todo las personas con contactos.

Malas Costumbres©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora