La guitarra está algo desafinada.
Cruzo las piernas sobre la cama mientras deslizo mis dedos por las cuerdas, escuchando la música acompañada de mi voz. Rasgo sin pensar demasiado, aunque es un poco difícil considerando todo lo que ha pasado esta semana.
De nuevo estoy sola, a mamá le molesta que toque mientras está ella en casa, así que aprovecho de dejarme llevar sintiendo el bronce de las cuerdas vibrar bajo el endurecimiento de mi piel en la puntas de mis dedos. Mañana será el última día que estaré como estudiante en la escuela.
Y mi carta sigue sin llegar.
Cada vez que lo pienso, encuentro el molesto peso en mi pecho y pienso en cómo sería mi vida de doctora. Años de preparación, estudio; para por siempre ser completamente infeliz. Aunque la medicina es una carrera admirable y, verdaderamente respetable —en palabras de Miranda Turner— no es para mi. La música es el concepto más cercano que tengo sobre la libertad y satisfacción.
Mis recuerdos me llevan a la conversación que tuve con Jay. No he tenido noticias de él desde la feria, fue bastante aburrido considerando que tuve que ir y regresar sola por el tiempo que le está llevando hacer lo que sea que está haciendo. Aunque quiero saber la causa de tanto misterio, soy yo quien le debe un regalo por su cumpleaños.
Que por supuesto, estará el viernes en su casa. Habló por meses de una caja de acuarelas que quería. Tomé la decisión de comprarla por internet después de recorrer dos cuadras.
Dejo la guitarra de un lado mientras leo el mensaje de Hailee recordándome que mañana en la noche todo estará en su casa para el viernes. Sigo nerviosa por la fiesta, está a un día y estoy empezando a dudar de que Jay no sepa que es para él. Si alguien le dice, me encargaré personalmente de arrancar cada cabello de su cuero cabelludo.
Veo la hora en mi celular. Es tan temprano en la tarde, aproximadamente las cuatro y media, y no tengo ninguna actividad que pueda distraerme de mis ideas. Ordenar mi habitación no es una opción, no hay nada en el refrigerador que puede darme apetito. No tengo ganas de cambiar mi vaga vestimenta, tampoco quiero ver nada de la televisión y hace poco abrí las redes sociales sin encontrar nada interesante.
—Ahg—me tumbo de nuevo en la cama.
Apoyo mis pies en la pared viendo el cielo azul por mi ventana. El sol brilla sin ser desagradable anunciando el verano, seguramente si Jay y yo estuviéramos juntos, daríamos un paseo por algún lugar.
No quiero estar aquí sola mientras él va a la universidad. Imagino la posibilidad de quedarme y estudiar algo que no me gusta. Seguir viviendo con mis padres, lejos de Jay. Mi corazón se retuerce, pero lo único que puedo hacer para tranquilizarme es desgastar la uña de mi dedo índice entre mis dientes.
Salgo de mi habitación en busca de alguna aventura entre la sala y la cocina. Mi departamento no es muy grande. No es nada grande, en realidad. Vivimos tres personas a medio tiempo, papá pocas veces llega y limitadas las veces que veo a mamá en las mañanas, no necesitamos de un lugar espacioso.
Las dos habitaciones están al fondo del pasillo color blanco, no hay nada sobre las paredes, no cuadros, ni fotografías. La cocina consta de estantes y repisas caoba empotradas a la pared con más aparatos electrodomésticos de los que usamos. Un mesón con bancos altos del mismo color que las repisas en forma de L unido a la estufa con horno, que puede verse desde la sala que cuenta con tres muebles beige y una mesa de sala con patas cortas en donde reposa una planta que está por mi cuenta.
Lo más notable del departamento, son las ventanas hasta el piso que dispone de una pared completa frente a la sala, aunque no puedo ver la playa desde aquí, sigue siendo bonita la vista. Mamá insiste que las mantengamos con las persiana abajo, pero la luz entra tan delicadamente que se me hace insoportable quedar en oscuridad o con luz artificial cuando los rayos dorados iluminan esta casi despoblada casa.

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Malas Costumbres©
Teen FictionConforme creces, todo cambia. Todo es distinto y nada lo ves de la misma forma. No todos corremos con la suerte de tener lo que queremos, pero lo que tenemos no lo vemos. Sin embargo, siempre hay algo que sella lo que somos. Sin nuestro pasado no se...